Carta de Francisco a Cuba en el 25 aniversario de la visita de San Juan Pablo II a la isla
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco envió una carta a los obispos cubanos, en el aniversario del 25 aniversario del Viaje Apostólico de san Juan Pablo II a Cuba. “Es un momento de gracia y bendición para todos”, afirmó.
En las celebraciones de este acontecimiento, los obispos invitaron como enviado especial al Cardenal Beniamino Stella, al respecto, el Papa les recordó que el purpurado fue en esos años Nuncio Apostólico, y “testigo privilegiado de aquel acontecimiento”.
Que resuenen hoy las palabras de San Juan Pablo II
En su carta el Pontífice expresó su deseo que “durante este tiempo vuelvan a hacer presente en sus corazones los gestos y las palabras” que su predecesor les dirigió durante su Visita.
“Que resuenen con fuerza en el presente, y den un nuevo impulso para seguir construyendo con esperanza y determinación el futuro de esa nación”.
Francisco les recordó una de las exhortaciones que les hizo en esa visita san Juan Pablo II: «¡Afronten con fortaleza y templanza, con justicia y prudencia los grandes desafíos del momento presente; vuelvan a las raíces cubanas y cristianas, y hagan cuanto esté en sus manos para construir un futuro cada vez más digno y más libre! No olviden que la responsabilidad forma parte de la libertad. Más aún, la persona se define principalmente por su responsabilidad hacia los demás y ante la historia» (Mensaje a los jóvenes cubanos, 23 enero 1998).
Volver a sus raíces cubanas y cristianas
También Francisco les anima a volver a sus raíces cubanas y cristianas, a su propia identidad, “que ha generado y sigue generando la vida de ese país”. Raíces que han florecido en el testimonio de tantos que “trabajan y se sacrifican cada día por los demás, no sólo por sus familiares, sino también por sus vecinos y amigos, por todo el pueblo, y de modo especial por los más necesitados”.
En la carta, con fecha del 8 de diciembre del año pasado, el Papa les agradece por su ejemplo de colaboración y ayuda mutua, característico del pueblo cubano: abierto, acogedor y solidario. Les exhortó a seguir caminando con “esperanza”, conscientes que en medio de las “adversidades y sufrimientos, Jesús y su Madre Santísima los acompañan, los ayudan a cargar la cruz y los consuelan con el gozo de la resurrección”.
Por último recordó al Padre Varela con estas palabras: «Luego que el árbol se radique, bien pronto extenderá sus ramas, y a su sombra reposará la virtud». Este árbol, dijo, pleno de vitalidad bien puede representar al hombre que tiene enraizada su confianza en el Señor, como dice el profeta Jeremías: «Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto» (Jr 17,8).
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