Los cristianos deben ser agentes de reconciliación en el mundo
Francesca Sabatinelli – Vatican News
El Bautismo llama a todos los cristianos "a realizar obras de justicia con gratuidad", así como "gestos concretos de cercanía" a quienes son víctimas de "la injusticia, del descarte, de las diversas formas de opresión y especialmente de las guerras".
Con estas palabras el Santo Padre dio la bienvenida esta mañana a los integrantes de la Delegación ecuménica de Finlandia, que llegó a Roma, como cada año, con motivo de la fiesta de San Enrique, patrono del país escandinavo, en el que se reúnen – dijo el Papa – "no sólo luteranos y católicos, sino también ortodoxos y metodistas". Al agradecer a la obispa luterana de Helsinki, Irja Askola, que encabeza esta delegación, sus condolencias por la muerte de Benedicto XVI, Francisco retomó la referencia al Mar Báltico para referirse al conflicto en Ucrania:
Sumergirse en las heridas de los necesitados
Debemos estar agradecidos al Bautismo – afirmó el Pontífice – pues ha permitido la reconciliación "con Dios, con los demás y con la creación":
Además, al referirse a la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que comenzó ayer, el Papa invitó a los cristianos a ser "testigos de la fe en Cristo", y a sumergirse, juntos, "en las heridas de los necesitados" así como Él "se sumergió en la fragilidad" de la condición humana:
La belleza de la unidad
Con San Enrique – dijo el Santo Padre – "testigo de la fe, mensajero de la esperanza e instrumento de la caridad", celebramos "la comunión ecuménica de todos los santos, conocidos y desconocidos, renacidos a nueva vida de las aguas del Bautismo":
Sin embargo, no basta la conciencia de todo esto, es necesario alimentar "una verdadera pasión – señaló Francisco– que brota del amor a la comunión, del deseo de superar el contra-testimonio dado por las laceraciones históricas entre los cristianos, que tanto han herido la unidad del Cuerpo de Cristo":
El Papa los invitó a no cansarse nunca "de amar, de esperar, de buscar a los alejados, de arder por dentro en el deseo de anunciar a Jesús y de construir la unidad" y a pedir el don "de un renovado celo apostólico", para redescubrir "a los demás creyentes como hermanos y hermanas en Cristo, para sentirnos apóstoles reconciliados por Dios para reconciliarnos entre nosotros y ser constructores de reconciliación para el mundo".
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