Benedicto XVI en España: Dejó una profunda huella en los católicos españoles
Vatican News
El Papa Benedicto XVI dejó una profunda huella en los corazones de los católicos de toda España. Durante sus ocho años de pontificado, reconoció la labor de la Iglesia española y la alentó en su fe en numerosas ocasiones, con sus gestos, discursos, actos y visitas a este país. Podemos destacar que, Benedicto XVI proclamó a numerosos santos y beatos españoles, reconociendo así, la vida y obra de sacerdotes, religiosos y laicos que defendieron su fe hasta sus últimas consecuencias. Elevó a los altares a cinco santos españoles, además de aprobar las beatificaciones de más de medio millar, incluyendo a los 498 españoles mártires del siglo XX, y proclamó a san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia universal. Asimismo, creó seis cardenales españoles en los cinco consistorios convocados en su pontificado.
El Encuentro Mundial de las Familias en Valencia
El Papa Benedicto XVI visitó por vez primera España con ocasión del Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró en Valencia. El Papa participó en los actos finales, los días 8 y 9 de julio de 2006. Numerosas familias le ofrecieron su testimonio de fe y el Papa clausuró el encuentro con una Eucaristía multitudinaria, en la explanada de la “Ciudad de las Artes y las Ciencias” de la ciudad del Turia.
En su discurso a las familias del mundo, Benedicto XVI reafirmó la importancia de la familia como una institución intermedia entre el individuo y la sociedad y que no puede ser reemplazada por ninguna otra institución.
“La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante ayuda de Dios en el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación a la santidad. Ojalá que los hijos contemplen más los momentos de armonía y afecto de los padres, que no los de discordia o distanciamiento, pues el amor entre el padre y la madre ofrece a los hijos una gran seguridad y les enseña la belleza del amor fiel y duradero”.
La familia, recordaba el Papa emérito, es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Por ello, proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, agregaba Benedicto XVI, es una gran responsabilidad de todos.
“El padre y la madre se han dicho un "sí" total ante Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un "sí" de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, estos irán creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez suficiente quieran dar a su vez un "sí" a quienes les han dado la vida. Los desafíos de la sociedad actual, marcada por la dispersión que se genera sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario garantizar que las familias no estén solas. Un pequeño núcleo familiar puede encontrar obstáculos difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de sus parientes y amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe”.
En aquella ocasión, ya Benedicto XVI indicaba la riqueza de tener a los abuelos en las familias y señalando que él era el abuelo del mundo, dijo que los abuelos son los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir.
“Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser —y son tantas veces— los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”.
La visita a Santiago de Compostela y Barcelona
Cinco años más tarde, los días 6 y 7 de noviembre de 2010, el Santo Padre Benedicto XVI regresó a España, en esta ocasión para visitar Santiago de Compostela, con motivo del año Jacobeo, así como Barcelona, para la consagración del templo de la Sagrada Familia, que a partir de ese momento se abrió al culto.
En la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela, el Papa Benedicto XVI pronunció su homilía en la Santa Misa con ocasión del Jubileo Compostelano, en el cual denunció el paganismo que quería borrar la imagen de Dios y anular la dignidad del hombre y alentó a Europa a abrirse a Dios, a salir a su encuentro y buscarlo sin miedo.
“Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres. No se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él. La Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero. Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos ofrece en Jesucristo”.
Mientras que, en la Santa Misa de consagración de la iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona, el Papa Benedicto XVI señaló que, este espacio sagrado dedicado a Dios, junto a la Palabra revelada y la humanidad de Cristo son las tres expresiones máximas de su manifestación y entrega a los hombres.
“El único Cristo funda la única Iglesia; Él es la roca sobre la que se cimienta nuestra fe. Apoyados en esa fe, busquemos juntos mostrar al mundo el rostro de Dios, que es amor y el único que puede responder al anhelo de plenitud del hombre. Ésa es la gran tarea, mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no de discordia. En este sentido, pienso que la dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado. Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma. Así expresaba el arquitecto sus sentimientos: «Un templo [es] la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es la cosa más elevada en el hombre»”.
La JMJ de Madrid en 2011
Mientras que, del 18 al 21 de agosto de 2011, Benedicto XVI visitó Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ-2011). El 20 de agosto de 2011 quedó marcado en el recuerdo de numerosos católicos españoles. Más de un millón de jóvenes acompañaban a Benedicto XVI en la vigilia de la JMJ de Madrid, en el aeródromo de Cuatro Vientos.
“Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él”.
De la amistad con Jesús, invitaba Benedicto XVI a los jóvenes, nace el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia.
“Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios”.
Benedicto XVI, soportando una fuerte lluvia y tras rechazar el consejo de sus colaboradores que lo instaban a retirarse, se quedó en el altar, con una gran sonrisa en el rostro. Después de un silencio atronador, agradeció a los allí presentes “por esa alegría y resistencia. Nuestra fuerza es mayor que la lluvia”.
“Queridos jóvenes hemos vivido una aventura juntos. Han resistido firmes en la lluvia”. “Igual que esta noche, con Cristo podréis afrontar las pruebas de la vida, no lo olvidéis”, afirmó Benedicto XVI en su discurso de despedida.
La mayor beatificación en la historia de la Iglesia: 498 españoles "mártires del siglo XX"
También recordamos que, en 2007, concretamente el 28 de octubre, Benedicto XVI aprobó la mayor beatificación que ha tenido lugar en la historia de la Iglesia. En ella, 498 españoles fueron proclamados beatos al ser considerados mártires de la persecución religiosa en España en el siglo XX.
Un tapiz de gran tamaño con la foto de todos los beatos fue descubierto en el balcón de la logia central de la basílica vaticana. Las beatificaciones se celebraron en la plaza de San Pedro en una ceremonia presidida por el cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en representación del Papa Benedicto XVI.
San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia
Otros de los hitos de su pontificado para la Iglesia española fue la solemne proclamación de san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia universal, el 7 de octubre de 2012. La ceremonia, presidida por Benedicto XVI, se celebró, en esta ocasión, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. El Papa emérito realizó este importante anuncio en la JMJ de Madrid 2011, durante la eucaristía con los seminaristas en la catedral de la Almudena.
¡Gracias, Santo Padre!
Por todo ello, en estos momentos dolorosos, pero con la esperanza en la Resurrección, los Obispos españoles vuelven a recordar “las luminosas y alentadoras enseñanzas del Papa Benedicto XVI que los confirmó en la fe".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí