Figueroa: Francisco, un ecumenismo de esperanza
Marcelo Figueroa
El ecumenismo es, sin duda, uno de los pilares o vías de confluencia más significativos del pontificado del Papa Francisco. Me refiero al término ecumenismo en un sentido amplio (en griego Oikoumene, tierra habitada) para incluir lo que conocemos como diálogo interconfesional e interreligioso. Sin embargo, en el caso del Papa Bergoglio, debemos ampliar aun más el concepto. Para reflexionar sobre su enfoque y aporte ecuménico, es imprescindible incluir miradas hacia y desde la interculturalidad de razas y cosmovisiones, la interconectividad del cosmos creado, la interrelación de ecosistemas y la inculturación periférica y popular. Este último concepto es fundamental para que nos envuelva la luz del pensamiento bergogliano sobre la verdadera conversión ecuménica integral.
Para ello, hay que imaginar a los pueblos pobres y a los que viven en contacto con la naturaleza, cada elemento de la creación y del cosmos y, por supuesto, cada mirada trascendente y religiosa como sujeto mítico de su hermenéutica ecuménica. Todo esto se comprende plenamente si lo leemos con las "gafas cristocéntricas" del Papa Francisco. Y se traduce en la riqueza de mantener su visión de Jesús como garante de todos los secretos de la sabiduría y de la ciencia (cf. Col 2,3), de sostener sin fundamentalismos su identidad cristiana en la solidez de una encarnación que sana la herida de toda la humanidad (cf. Jn 1,14) y enriquece su catolicidad con una actitud dialógica conciliadora.
De las muchas líneas ecuménicas que el Papa Francisco ha trazado desde que es Obispo de Roma, por razones de espacio, solo examinaremos algunas. Bergoglio ha definido el ecumenismo en función de las situaciones por las que ha atravesado la humanidad y el planeta. Ha hablado del ecumenismo del amor, de la misericordia, de la paz, de la solidaridad, de la carne y de la sangre. En sus cuarenta viajes apostólicos, en los que visitó más de sesenta países, siempre dio al ecumenismo un lugar central en su agenda. Ha habido muchos viajes exclusivamente ecuménicos, como el último que hizo, a Sudán del Sur. Incluso el Sínodo para la Amazonia fue ecuménico en su concepción, su desarrollo y su documentación testimonial. Además, el Papa Francisco se ha reunido con cientos de líderes ortodoxos, judíos, musulmanes, protestantes y de otras religiones del mundo.
Para muchos vaticanistas, las dos encíclicas que encapsulan el pensamiento y el legado del Papa Francisco aún en construcción son Laudato si', que comienza con una referencia a la contribución del Patriarca Ecuménico Bartolomé, y Fratelli tutti, donde recuerda sus encuentros y documentos conjuntos con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb. Así, pues, estas dos fuentes inagotables de estudio, reflexión, análisis y práctica son, en su esencia, ecuménicas.
Para otros, el momento culminante de la palabra y la influencia del Papa Francisco, por todo su dramatismo y universalidad, fue su discurso en la lluviosa noche del 27 de marzo de 2020, en plena pandemia. Frente a aquel "virus ecuménico" fue el Papa Bergoglio solo en una Plaza de San Pedro vacía y silenciosa quien tuvo palabras de esperanza para un mundo que sufría. Las palabras de aquella Statio Orbis aún resuenan en el cosmos y en nuestros corazones: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
Justo cuando empezábamos a imaginar un mundo post-pandémico, llegó el azote de una guerra en Europa, que se suma a las decenas de conflictos bélicos que ya tienen lugar en distintas partes del mundo. Frente a esta tercera guerra mundial, el Papa Francisco ha sido una voz profética, una voz de denuncia y una incansable llamada a la paz. Innumerables son sus mensajes, homilías, sermones, discursos y encuentros ecuménicos de oración por la paz, así como sus acciones concretas de cercanía ante la plaga de personas que sufren. Atronadoras y valientes son sus denuncias de los poderes ocultos belicistas. Incansables son sus esfuerzos por poner en práctica el ecumenismo como diplomacia pacificadora.
Conocer la semiótica de su ecumenismo, la fuerza de sus gestos, el lenguaje de sus silencios, la profundidad de sus palabras y el significado trascendente de sus acciones concretas será indispensable para comprender la visión y la misión de Francisco. Es una urdimbre cuidadosa, incluso quirúrgica en cuanto a su diseño, pero con el tiempo se verá como una red segura e innovadora para acoger a un mundo que parece caer en el vacío de sus miserias, sus egoísmos, sus grietas de odio y sus palabras vacías. En estos primeros diez años de su papado, y en su legado inacabado, el Papa argentino nos ha llamado a tender juntos puentes hacia una Oikoumene llena de esperanza.
(1) Aporte al documento "Reflexiones interreligiosas en gratitud a los 10 años del pontificado de Francisco" Conferencia Episcopal Argentina, marzo 2023.
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