Skorka: “Es incuestionable el afecto sincero por los judíos que el Papa demuestra continuamente”

Abraham Skorka

Como cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio ha mantenido una relación muy estrecha con los judíos de su ciudad. Ha cultivado diálogos abiertos con rabinos, líderes comunitarios e individuos, construyendo muchas amistades que se han profundizado con el tiempo.

Me incluyo entre los que tuvieron la suerte de mantener una amistad de ese tipo con él, una amistad basada en las conversaciones interreligiosas que manteníamos con regularidad. Juntos escribimos un libro sobre nuestros diálogos (Cielo y Tierra) y grabamos treinta y un programas para el canal de televisión de la archidiócesis. Bergoglio habló en muchas sinagogas locales, incluida la mía, donde presentó mensajes cálidos y esclarecedores a las congregaciones. Ha sido una fuente constante de confianza y apoyo, especialmente tras el horrible atentado contra el centro comunitario judío de Buenos Aires en 1994. En cuanto a mí, su petición de escribir el prefacio de su biografía autorizada fue particularmente conmovedora. Todos estos fueron testimonios del sincero compromiso del cardenal Bergoglio con la construcción de relaciones y amistades con los judíos y sus instituciones comunitarias.

Tras la renuncia sin precedentes del Papa Benedicto XVI y la histórica elección de mi amigo como el primer Papa de América Latina, todos los que leyeron sobre este cardenal del "fin del mundo" (para usar sus palabras) se enteraron de lo importantes que fueron para él sus experiencias con la comunidad judía.

Tras convertirse en Papa en 2013, Francisco se mantuvo en contacto con sus amigos judíos a través del correo electrónico y llamadas telefónicas. A mí y a otros nos sigue expresando su afecto personal, preguntando por nuestros saludos y preguntando por nuestras familias. ¿Había ocurrido esto antes en la historia de las relaciones católico-judías?

Menos de un año después de su elección, publicó la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium. Era una amplia panorámica del estado de la Iglesia católica y del mundo al comienzo de su pontificado. La sección sobre las relaciones interreligiosas resumía con autoridad la evolución desde la Declaración Nostra aetate del Concilio Vaticano II, publicada en 1965.

Reiterando, como siempre hace, que el diálogo entre los pueblos y las tradiciones religiosas debe ser una prioridad, expresó importantes ideas sobre la relación entre la Iglesia y el pueblo judío. Entre ellas, las memorables afirmaciones de que "el diálogo y la amistad con los hijos de Israel forman parte de la vida de los discípulos de Jesús" y que "Dios sigue actuando en el pueblo de la Antigua Alianza y hace brotar tesoros de sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina". Esto explica por qué el diálogo entre católicos y judíos es tan importante para el Papa Francisco: podemos encontrar juntos la sabiduría de Dios en nuestros textos sagrados de una forma sin parangón en las conversaciones entre cualquier otra tradición religiosa.

En 2014, el Papa Francisco peregrinó a Tierra Santa y rezó ante el Muro de las Lamentaciones. En 2016, en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, no encontró palabras capaces de expresar su horror ante aquel lugar, pidiendo a Dios, antes del viaje, que le concediera la gracia de llorar. Tuve el privilegio de ser testigo de esas dos memorables visitas.

Durante la visita a Jerusalén, el Papa Francisco fue el primer Pontífice en depositar un ramo de flores sobre la tumba de Theodor Herzl, padre del sionismo político, rindiendo homenaje al movimiento que recreó la cultura judía en su antigua patria. Siempre atento a los derechos humanos, el día anterior también había puesto sus manos en el muro que separa Israel de Palestina. Considero que fue algo más que un mero acto político. Era una plegaria para pedir a Dios que bendijera a israelíes y palestinos con la paz, que derribara todos los muros de separación y odio y los sustituyera por relaciones de diálogo y comprensión mutua. Su respuesta a un joven palestino del campo de refugiados de Dheisheh, que expresaba la frustración de su pueblo, fue clarividente: no podemos vivir encadenados a los crueles grilletes del pasado, debemos cambiar nuestros marcos de referencia y encontrar el camino para que todos crezcamos juntos con dignidad.  El encuentro por la paz, que se celebró poco después en los jardines del Vaticano, fue un intento en miniatura de expresar este concepto. La reunión congregó icónicamente a los Presidentes Peres y Abbas, junto con el Patriarca Ecuménico Bartolomé, para plantar un olivo simbólico de paz que, con la ayuda de Dios, dará sus frutos en el futuro.

Algo muy importante es que, desde que le conozco, el Papa Francisco siempre ha condenado enérgicamente todos los ataques verbales y físicos contra los judíos por el mero hecho de serlo. Este mensaje constante es especialmente reconfortante para los judíos de todo el mundo en estos tiempos de crecientes llamamientos antisemitas y violencia asesina.

En este contexto, la apertura en 2020 de los archivos vaticanos relativos al periodo del pontificado de Pío XII fue otro gesto de gran importancia realizado por el papa Francisco. "Hay que saber la verdad" es un principio que ha repetido en varias ocasiones. Es muy consciente de que sin ese compromiso con la verdad ninguna relación puede ir más allá de la superficie.

Sin embargo, quizá el aspecto más importante de la interacción del Papa Francisco con la comunidad judía sea el incuestionable afecto sincero por los judíos que demuestra continuamente. Creo que la mayoría de los judíos tienen el mismo sentimiento. Ojalá este afecto mutuo sea el modelo de las interacciones entre católicos y judíos para todas las generaciones venideras.

*Universidad de Georgetown, Washington D.C.