El Papa: Imploremos a Dios el don de la paz en Myanmar
Andrea De Angelis - Ciudad del Vaticano
Humildad, alegría y estupor. Estas son las tres virtudes del misionero que el Papa destaca al dirigirse a los más de dos mil fieles venidos en peregrinación desde la diócesis de Crema. Encabezándolos estaba monseñor Daniele Gianotti, obispo de la ciudad lombarda desde 2017. Francisco recuerda cómo este encuentro "previsto desde hace tiempo" fue aplazado "a causa de la pandemia", un aplazamiento que sin embargo coincide con el 70 aniversario del martirio del beato padre Alfredo Cremonesi, misionero de Cremona, asesinado en Myanmar el 7 de febrero de 1953.
Rezar por la paz en Myanmar
El Papa cita a continuación el lugar del martirio del Beato cremonés, Donoku -hoy Khyaukpon-, y es "en ese pueblo de montaña donde el padre Cremonesi trabajó la mayor parte de su vida", un lugar al que regresó muchas veces "a pesar de mil dificultades y peligros, para estar cerca de su pueblo y construir y reconstruir lo que la guerra y la violencia seguían destruyendo". Una violencia que todavía destroza la vida del pueblo birmano, al que se dirige el pensamiento del Papa:
Como saben esta es una tierra atribulada, que llevo en el corazón y por la que les invito a rezar, implorando de Dios el don de la paz.
Un hombre universal, para todos
Francisco traza las características del beato, a partir de lo que emerge con fuerza de su carácter, de un carisma que presenta muchas virtudes típicas de su tierra:
Llama la atención, del padre Alfredo, la tenacidad con la que ejerció su ministerio, entregándose sin cálculo y sin escatimar por el bien de las personas a él confiadas, creyentes y no creyentes, católicos y no católicos. Un hombre universal, para todos. Sin duda encarnó así, de manera ejemplar, las sólidas virtudes de su tierra cremasca: piedad robusta, trabajo generoso, vida sencilla y fervor misionero.
A continuación, el obispo de Roma destaca la valentía del beato, su amor por los más pequeños, su capacidad para seguir trabajando por el bien, incluso hasta el martirio:
Se desvivió por la educación de los jóvenes y no se dejó intimidar ni desanimar por incomprensiones y oposiciones violentas, hasta el ametrallamiento que lo abatió.
Un legado confiado a todos los cristianos
El Papa destaca además que incluso la violencia extrema, el asesinato del padre Cremonesi, no impidió que difundiera su mensaje de paz, no silenció su voz:
De hecho, ha seguido hablando a través de quienes han seguido sus huellas: entre estos misioneros se encuentra hoy el padre Andrea Mandonico y, aunque no haya podido estar aquí con nosotros, no olvidemos al padre Pierluigi Maccalli, durante dos años prisionero en Níger y en Mali, ¡por cuya liberación tanto han rezado! Pero la voz misionera del padre Alfredo no está confiada sólo a ellos: está confiada a todos nosotros, a todos ustedes, a sus palabras y sobre todo a su experiencia de comunidad cristiana.
Las características del misionero
Citando una frase de los escritos dejados por el Beato sobre el espíritu misionero, donde la "visión de las almas que se convierten " es definida como " el mayor de todos los milagros ", Francisco invita a reflexionar sobre algunas características importantes del misionero:
La humilde conciencia de ser un pequeño instrumento en las grandes manos de Dios; la alegría de realizar una "maravilloso trabajo" acercando a los hermanos a Jesús; el asombro ante lo que el mismo Señor obra en quienes le encuentran y acogen. Humildad, alegría y asombro: tres hermosos rasgos de nuestro apostolado, en toda condición y estado de vida.
Pobres y ricos ante Dios
Cada creyente, todos los fieles juntos contribuyen a lo que el Papa llama "el tesoro de la Iglesia":
Parafraseando a San Lorenzo, diácono y mártir de la Iglesia de Roma, podemos decir que éste es el tesoro de la Iglesia: el tesoro de la Iglesia sí, son ustedes, somos nosotros, todos pobres ante Dios y todos ricos de su amor infinito, que se refleja singularmente en los ojos de cada uno, y del que somos testigos y misioneros.
Camino comunitario
Por último, el aliento a continuar en este "camino comunitario, todos juntos", un recorrido en el que la invitación es a "no tener miedo de traducir valores antiguos en lenguaje moderno", a ser "custodios de la creación", con la mirada puesta en los más débiles:
No olviden a los ancianos, a los más débiles, especialmente a los pobres y a los enfermos; los invito a escucharlos, porque hay mucho que aprender de quienes saben lo que es la vida, el trabajo y el sufrimiento.
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