El Papa: Escuchemos la voz de los no nacidos a través de la ciencia
FRANCISCO
Este libro pretende devolver al lector la maravilla y la alegría de la venida al mundo de cada uno. Sugiere la belleza de contemplar la vida naciente como titular del derecho más elevado que pertenece a todos: el de existir. Belleza, sí: porque el espectáculo de la naturaleza siguiendo su curso suscita asombro y reclama cuidado, protección y acogida.
En varias ocasiones he sentido el deber de hablar sobre la cuestión del aborto. Lo he hecho porque estoy convencido en conciencia -como todos mis predecesores- de que corresponde a la Iglesia en su conjunto pronunciarse y clarificar sobre estas cuestiones. Es demasiado lo que está en juego para que nos contentemos con soluciones provisionales, parciales y, a veces, superficiales: estamos hablando de la vida, que es nuestro bien más preciado, recibido como un don. Para invitarnos a no dar por sentada la falta de derechos del embrión -porque cuando se toma la decisión de interrumpir un embarazo no tiene "palabra"-, he utilizado a menudo palabras fuertes, que en varias ocasiones han causado sorpresa e incluso vergüenza. He hablado de "una herida que tiene un precio muy alto para la propia mujer", he preguntado: "¿Es correcto matar una vida para resolver un problema? Pero también he dicho que se trata de un tema "que requiere al mismo tiempo una gran competencia y una gran rectitud" por parte de todos, porque se trata de sufrimiento y de desconcierto, a menudo acompañados de inconsciencia.
Y sobre todo -y llego al tema de este libro- he dirigido una invitación al mundo para que reflexione sobre el aborto no sólo desde los contenidos de una u otra tradición de fe o de pensamiento, sino también con la aportación cualificada de la ciencia.
Es un llamamiento firme pero sereno para estimular el debate con mis hermanos, con quienes comparto nuestra vasta y magnífica humanidad multifacética.
En el centro de este libro está la contribución de un científico, experto en embriología y activamente implicado en comités mixtos de bioética (es decir, en diálogo con médicos y científicos legos). Junto con los demás autores, ha aceptado mi invitación: volver al tema del aborto "escuchando" la voz del embrión, interrogándonos sobre su naturaleza, su singularidad, cómo se enfrenta, guiado por procesos que la naturaleza ha puesto a punto a lo largo de milenios de evolución, a toda amenaza que se interponga entre él y su propia existencia.
"Volvamos a la maravilla de nacer" proponen los autores. A este respecto, renuevo mi llamamiento a todos aquellos que, ante la vida por nacer, no se detienen ni ceden a una solución dramática y definitiva, como el aborto, sino que sienten que pueden ofrecer al niño por nacer y a la madre la ayuda de una sociedad dedicada por fin a defender la dignidad de todos, empezando por los más desprotegidos. Una sociedad, en definitiva, que rechace la "cultura del despilfarro" en todos los ámbitos y en todas las etapas de la existencia: en la fragilidad del niño por nacer, en la soledad de los ancianos, en la vergonzosa miseria de tantos pobres privados de lo esencial y sin perspectivas de desarrollo, en el sufrimiento de quienes son víctimas de guerras, emigraciones desesperadas y persecuciones en todas las partes del mundo. En nombre de tantas víctimas inocentes, Dios bendiga a todos los que acepten debatir y reflexionar juntos sobre este "milagro" que es la vida.
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