Cristo no es un recuerdo del pasado, está vivo y camina con nosotros
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?". Es la pregunta que Jesús hace a sus discípulos y que hoy nos dirige a nosotros.
El Papa comentó antes de rezar el Ángelus el pasaje del Evangelio de Mateo que propone la liturgia de este domingo. En general, dijo Francisco, la gente piensa bien de Jesús, para muchos es "un gran maestro", una persona "buena, justa, coherente, valiente".
Pero todo esto es demasiado poco. Verlo como un personaje del pasado sería simplemente tener "un bonito recuerdo de un tiempo pasado – dijo – y eso no le conviene a Jesús".
De hecho, poco después también hace la misma pregunta a los discípulos: "Pero, ¿quién dicen ustedes que soy yo?", y a nosotros nos repite: "¿Quién soy yo ahora ustedes?".
Si fuera sólo un personaje histórico, imitarlo hoy sería imposible: nos encontraríamos ante el gran foso del tiempo y, sobre todo, ante su modelo, que es como una montaña muy alta e inalcanzable; querríamos escalarla, pero careceríamos de la capacidad y de los medios necesarios. En cambio, Jesús está vivo: recordémoslo, Jesús está vivo, Jesús vive en la Iglesia, Jesús vive en el mundo, Jesús nos acompaña, Jesús está a nuestro lado.
Jesús acoge nuestras fragilidades y camina con nosotros
Su Palabra y su gracia – prosiguió diciendo el Sant Padre – nos acompañan "en los caminos más difíciles". En la vida, por tanto, no estamos solos. El apóstol Pedro llama a Jesús "el Cristo, el Hijo de Dios vivo", no un héroe del pasado, sino el que vino a "compartir las alegrías y las fatigas de nuestro camino".
No nos desanimemos si a veces la cima de la vida cristiana nos parece demasiado alta y el camino demasiado empinado. Miremos a Jesús, siempre; miremos a Jesús que camina a nuestro lado, que acoge nuestras fragilidades, comparte nuestros esfuerzos y apoya su brazo firme y suave sobre nuestros hombros débiles.
¿Jesús está realmente vivo para mí?
El Papa Francisco propuso hacernos hoy esa misma pregunta: "¿Quién dicen que soy yo?", preguntarnos si Jesús es para mí "un gran personaje, un punto de referencia, un modelo inalcanzable" ¿O si es el Señor quien puede llevarme "donde no puedo llegar por mí mismo?".
Y concluyó proponiendo una especie de "examen de conciencia" que pide respuestas:
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí