El Papa Francisco: Me gustaría ir a Kosovo
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Kosovo como posible destino de un próximo viaje; la misión del cardenal Zuppi que continúa en China y las iniciativas para una "ofensiva de paz"; las reformas de y en la Iglesia; los tiempos "inmaduros" para un Concilio Vaticano III; la acogida hacia todos y la excesiva rigidez en algunos sectores eclesiales: una "mala lactosa". Estos son algunos de los temas que centran la conversación del Papa Francisco con la revista española Vida Nueva, realizada en Santa Marta antes de su partida para la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa y publicada en plena Jornada Mundial de la Juventud en un número especial de la revista, con motivo de su 65 aniversario.
Futuros viajes
Entre bromas, reflexiones y confesiones, el Papa responde a las preguntas de quienes realizan la edición impresa y digital de este proyecto de comunicación en América Latina y España. Y precisamente sobre la posibilidad de un viaje a España, dice: "No iré a ningún país grande de Europa hasta que no termine con los pequeños". De hecho, Francisco reitera lo que ya afirmó en 2014 con el primer viaje europeo a Albania. Kosovo podría sumarse ahora a la lista de países "pequeños" a visitar, una hipótesis que surgió tras la audiencia del pasado junio en el Vaticano con el primer ministro Albin Kurti, que invitó al Pontífice al país. "Estamos trabajando en Kosovo, pero no es definitivo", reveló Francisco. Mientras que a la inevitable pregunta sobre el viaje a Argentina, respondió: "Puedo confirmar que está en la agenda, veremos si se puede hacer, una vez que termine el año electoral".
La "ofensiva de paz" del cardenal Zuppi
Mirando al mundo, el Papa responde después a algunas preguntas sobre la guerra en Ucrania y explica que, tras las paradas de Kiev, Moscú y Washington, el cardenal Matteo Maria Zuppi podría ir a Pekín para completar la misión que en la entrevista llama "ofensiva de paz": "Zuppi está trabajando intensamente como responsable de los diálogos", dice el Papa. Después de EE UU, irá a China, "porque ambos tienen también la llave para rebajar la tensión del conflicto". El cardenal "ya ha ido a Kiev, donde se mantiene la idea de la victoria sin optar por la mediación. También ha estado en Moscú, donde ha encontrado una actitud que podría calificarse de diplomática por parte de Rusia". Para el Papa, "el progreso más significativo" se refiere al regreso de los niños ucranianos a su país: "Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para que cada familiar que pida el regreso de sus hijos pueda hacerlo".
Encuentro con líderes religiosos en Abu Dhabi
Francisco también explica que quiere "nombrar a un representante permanente que sirva de puente entre las autoridades rusas y ucranianas. Para mí, en medio del dolor de la guerra, éste es un gran paso". Y recuerda que en noviembre, antes de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas en Dubai, se está organizando en Abu Dhabi un encuentro por la paz con líderes religiosos: "El cardenal Parolin está coordinando esta iniciativa, que quiere que tenga lugar fuera del Vaticano, en un territorio neutral que invite a todos al encuentro".
Los tiempos "no están maduros" para un Vaticano III
Cambiando el enfoque dentro de la Iglesia, el Papa argentino afirma que "no están los tiempos maduros para un Concilio Vaticano III". Y en todo caso "ni siquiera es necesario", ya que "el Vaticano II aún no se ha iniciado". En cuanto a las reformas, Francisco admite: "Todavía no me he atrevido a acabar con la cultura cortesana en la Curia". Y que, en cualquier caso, "no se puede reformar la Iglesia sin el Evangelio".
La rigidez, nociva en la Iglesia
Por último, hablando de los jóvenes, el Papa subraya que es dañina para ellos "una pastoral ideológica de izquierdas o de derechas". También es dañina la excesiva rigidez en la Iglesia: "Tengo miedo de los grupos de jóvenes intelectuales, de los que llaman a los jóvenes a la reflexión y luego los llenan de ideas extrañas". Incluso en los seminarios, añade, "necesitamos seminaristas normales, con sus propios problemas, que jueguen al fútbol, que no vayan a los barrios a dogmatizar".
Por eso, Jorge Mario Bergoglio pide "'desenmascarar a los profetas de la confusión'. Todas estas propuestas de 'mala lactosa' deben ser derribadas con argumentos claros'. Hablando de "teología estancada de manual", advierte en cambio que "es fácil que se cuele la ideología y algunos movimientos se revisten de un aire restauracionista, con mucho misticismo aparente, pero también mucha corrupción". En la entrevista, por último, el recuerdo del encuentro en el Vaticano con un grupo de transexuales: 'Se fueron llorando, diciendo que les había dado la mano, un beso.... Como si hubiera hecho algo excepcional por ellas. Pero si son hijas de Dios".
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