El Papa al sector agrícola: No olvidemos a los que no tienen para comer
Adriana Masotti - Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco envía un mensaje a los participantes en el "Coldiretti Village" que se realiza en el Circo Massimo, en Roma, del 13 al 15 de octubre, donde agricultores y empresarios del sector agrícola de las distintas regiones italianas instalaron stands para dar a conocer la biodiversidad y la sostenibilidad de la agricultura, el modelo basado en la peculiaridad y la calidad del "Made in Italy", el espíritu emprendedor de los jóvenes agricultores y las fronteras de la innovación. A ellos, la invitación del Papa:
"Mientras reflexionan sobre cómo valorizar el carácter distintivo y la calidad del 'Made in Italy' agroalimentario, les invito a recordar a quienes carecen de lo necesario para alimentarse".
El trabajo agrícola como participación en el plan de Dios
Francisco recuerda que en la encíclica Mater et Magistra, San Juan XXIII había subrayado el valor del trabajo agrícola "para la promoción integral de la persona", a nivel individual y comunitario, y como "participación en la realización del plan providencial de Dios en la historia". Para el Papa Roncalli, trabajar la tierra "debe concebirse y vivirse como una vocación y como una misión", y en este sentido continúa Francisco:
La creación, en efecto, fue querida por Dios como don y herencia confiada al hombre . Hecha en y por el Verbo eterno, no salió de las manos del Creador ya "acabada", sino "en estado de ser", es decir, abierta y orientada hacia una realización. Al entregarla al hombre, como un bien que hay que cuidar, Dios ha dispuesto que éste ayude a dirigirla hacia aquella perfección a la que está destinada y que se alcanzará al final de los tiempos .
A la persona humana la tarea de cultivar y cuidar la tierra
Transformar la tierra y hacerla fructificar significa, por tanto, "cooperar con el plan inicial de Dios". En el Génesis, escribe el Papa, se evidencia cómo a través del trabajo agrícola el hombre puede "reconocer en la creación el signo de la alianza que Dios había hecho con él". Dios le confía su "maravilloso jardín" para que lo cuide custodiándolo material y moralmente.
En el relato del Génesis, el aprendizaje de las leyes de la agricultura, la construcción de canales para cambiar el curso de los ríos, son obras que deben realizarse para un doble beneficio: hacer la tierra más bella y fructífera y, al mismo tiempo, hacerla más humana, más acogedora y hospitalaria para la vida de sus habitantes. Cuando el hombre trabaja, cambia el mundo, pero también se cambia a sí mismo haciéndose más responsable y generoso.
Maltratar la tierra tiene un alto precio
En el Evangelio, prosigue Francisco, se aclara aún más el significado del mandato de Dios que se encuentra en el Génesis de "dominar la tierra", porque en ese mandato, el dominio se ve en la "lógica del amor que se convierte en servicio" testimoniado por el "Señor crucificado y resucitado". Hoy, sin embargo, señala el Papa, a través de las nuevas tecnologías, el hombre ejerce su poder "obligando a menudo a la tierra a dar frutos", pero el precio que paga la naturaleza es muy alto:
Lo demuestra la crisis climática que estamos atravesando: el impacto ambiental de los ritmos intensivos, hasta ahora adoptados, ha afectado negativamente a los cultivos, creando círculos viciosos de los que cada vez es más complejo redimirse. Cuanto más maltratamos la tierra, contaminando el agua y el aire, cuanto más nos llevamos por delante la biodiversidad, talando bosques y comprometiendo los ecosistemas, más difícil resulta hacer frente a fenómenos meteorológicos inestables.
Erradicar la injusticia con acciones concretas
Junto con la naturaleza, también la humanidad sufre las consecuencias del cambio climático y, en particular, los pobres, que corren el riesgo de no poder contar con el pan de cada día. De ahí el llamamiento de Francisco a tomar decisiones que garanticen que toda la población mundial disponga de los alimentos que necesita:
Por lo tanto, es deber de todos erradicar esta injusticia mediante acciones concretas y buenas prácticas, a través de políticas locales e internacionales que tengan el coraje de elegir lo justo y no sólo lo útil, lo conveniente, lo rentable .
"No olvidemos a los pobres", concluye el Papa, invitándonos a soñar y a comprometernos, "plantando semillas de paz", por "un mundo en el que el agua, el pan, el trabajo, la medicina, la tierra, la vivienda, sean bienes al alcance de todos".
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