El Papa: Crueldad y dolor en Ucrania, cercanos a un pueblo que defiende su identidad
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
"Sólo quiero volver a casa, ver a mis parientes... Sí, incluso a mis amigos". En la gran pantalla, un niño escaneaba estas palabras sobre el claustrofóbico telón de fondo del sótano de la acería Azovstal de Mariupol, cuando, hacia las 18.30, la puerta lateral del Aula Nueva del Sínodo se abrió para dejar entrar al Papa Francisco. En silla de ruedas, a oscuras, en silencio, el Papa tomó asiento en la última fila y presenció la proyección de "Freedom on Fire: Ukraine's fight for freedom", una película-documental del cineasta Evgeny Afineevsky, nacido en Rusia pero nacionalizado estadounidense, que en unas dos horas relata en directo los horrores vividos por el país del este de Europa desde el inicio de la agresión rusa el 24 de febrero de 2022.
"Oremos para que vuelva la paz"
"Mucho dolor...", dijo el pontífice, en off, al final de la proyección, cuando todos los presentes se ponían en pie para aplaudir, vueltos hacia la última fila. "Esta película nos muestra también que las guerras son siempre una derrota. Y nosotros, que hemos visto esta crueldad, este pueblo que defiende su identidad, tan sufriente, debemos estar cerca. Cerca de tanto sufrimiento. Y rezar, rezar por este pueblo, rezar para que llegue la paz. Que así sea", dijo Francisco.
Inmersos en el horror
Todo el tiempo permaneció absorto frente al documental, interrumpido a veces por alguien que pasaba, le estrechaba la mano o le pedía un selfie. Por otro lado, es difícil distraerse con las imágenes fijas y las secuencias -algunas recogidas de forma amateur por los propios refugiados y supervivientes- que adentran al espectador casi personalmente en el drama que viven desde hace dos años los habitantes de Kherson, Sumy, Mariupol, Melitopol, Hostomel, Kharkiv, Kherson y las regiones del Donbass.
Llanto y temblor
En dos horas, con un ritmo que nunca parece amainar, la implicación es tal que casi se pueden oler los edificios quemados, la sangre en las heridas de las mujeres embarazadas tiroteadas en el hospital infantil de Mariupol, el humo de las bombas, la tierra empapada por los ríos que cruzan los padres cargados con sus hijos enfermos o los ancianos con bastones que buscan refugio de los bombardeos. Más de una vez en la sala alguien del público jadeó, por ejemplo cuando se vio explotar una bomba a espaldas del soldado que justo antes gritaba a la gente que evacuara "Más rápido, más rápido...". Hubo quien lloró al ver salir de entre los escombros las manos de una mujer a la que sus familiares llevaban dos días buscando, o al ver los cadáveres en las calles de Bucha e Irpin.
Uno incluso se reía en un momento de la película al escuchar las declaraciones de dos niños en una camioneta que decían haber soñado con el anuncio televisivo "La guerra ha terminado" o con misiles "tan grandes como edificios" derribando a todos los soldados rusos. Risas amargas por la ingenuidad de estos pequeños que no llegan a los 10 años, pero no por sus palabras. Porque, en palabras de Natalia, una reportera ucraniana en todos los lugares del conflicto que está presente en varias escenas de la película, cuando un niño empieza a odiar, ésa es la verdadera guerra.
Los 10 años de la Revolución de Maidán
Ya proyectada en el Vaticano en febrero, en el aniversario de la barbarie, de nuevo en presencia del Papa que, al final, había saludado también a algunos de los protagonistas de la película, "Libertad en llamas" -presentada también en el Festival de Venecia- se ha vuelto a proponer al público esta tarde, 21 de noviembre. No es una fecha aleatoria, este mismo día, hace diez años, comenzó la "Revolución de la Dignidad", el levantamiento de la población ucraniana en la plaza Maidan luchando por la libertad. Dos cortometrajes, antes del documental, mostraron imágenes y clips de la época: bombas de humo, serpentinas, disparos de pistolas y fusiles, banderas, velas, gente arrastrada, hombres con el cráneo destrozado, tanques, muertos, heridos. Hombres, mujeres, ancianos, niños, católicos, ortodoxos, musulmanes, budistas, "todos unidos, juntos, para pedir la libertad", como dicen en la película el jefe de la Iglesia greco-católica Sviatoslav Shevchuk, el arzobispo ortodoxo Filaret y otros representantes de las distintas confesiones.
Agradecimiento al Papa
"Fue una experiencia increíble ver juntas a personas de todas las confesiones posibles", dijo Afineevsky al comienzo de la velada, recordando aquel acontecimiento histórico para Ucrania."Ahora el mundo está dividido entre musulmanes y judíos", añadió en referencia al drama que se desarrolla en Tierra Santa. En la plaza Maidan, sin embargo, "todos estaban unidos y todos ganaron", dijo. Tras él, los saludos del embajador ucraniano ante la Santa Sede, Andrii Yurash, quien subrayó que "estos vídeos demuestran a todos que nada ni nadie puede detener la voluntad de la sociedad ucraniana de ser libre". El diplomático agradeció al director "su capacidad para transmitir la intensidad de la lucha de Ucrania" y, sobre todo, expresó su gratitud al Papa "que no se cansa de recordarnos el sufrimiento de los ucranianos en cada ocasión" y cuyas palabras "inspiran a los dirigentes de muchos países a apoyar a nuestro Estado".
Las fotos de los rehenes de Hamás
Adam Segal, de la comunidad judía de Bergenfield (Nueva Jersey), colaborador y amigo de Afineevsky, también dio las gracias a Francisco. Al final del visionado del documental, en una sala contigua al Aula Nueva del Sínodo, se alineó con un pequeño grupo de personas para saludar al Pontífice, entre ellas dos hermanas paulinas estadounidenses, Rose y Wendy ("¡Le dijimos que le queremos mucho!").
Cuando llegó su turno, Adam mostró al Papa un libro con fotos de los 240 rehenes israelíes secuestrados por Hamás durante el asalto del 7 de octubre. También señaló dos rostros, explicando que eran amigos de su familia y de su comunidad. A continuación, agradeció al Papa sus oraciones y llamamientos por la liberación de los rehenes. "Mañana, mañana", respondió Francisco, refiriéndose a la audiencia que tendrá mañana por la mañana con los familiares de los secuestrados e, inmediatamente después, con un grupo de familiares de palestinos que viven las dramáticas horas de la guerra en Gaza. También ese es un gran "dolor" ante el que "rezar para que llegue la paz".
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