El Papa a los prefectos italianos: Sin integración de los migrantes surgen peligros
Alessandro Di Bussolo - Ciudad del Vaticano
Los migrantes "deben ser acogidos, acompañados, promovidos e integrados" como hijos, aquellos que los italianos ya no hacen, pues "si no hay este camino hacia la integración, hay peligro". Así el Papa Francisco en la audiencia de esta mañana a los prefectos de la República Italiana, en la Sala Clementina, hablando de uno de los tres principales desafíos, el de los flujos migratorios, que asumen en su servicio y afrontan apoyando las necesidades esenciales de los refugiados y escuchando las "aprensiones" de los residentes. Otros retos para los prefectos, acompañados por el Ministro del Interior, Matteo Piantedosi, son los del orden público, conciliando "legalidad y humanidad", y los de las cuestiones medioambientales críticas, reuniendo a operadores públicos y privados en momentos de crisis. Como ocurrió en las "recientes catástrofes" de Emilia Romaña, Toscana y Sicilia.
La tarea de combinar el bien común con la atención a las personas
Para hablar de la sustancia del servicio de los prefectos -que es "hacer que los habitantes de los lugares" que se les confían "puedan 'vivir bien'"-, el Papa recuerda una frase de su patrono san Ambrosio, que antes de ser pastor del pueblo de Dios en Milán había sido prefecto. Si piensan que "los tiempos son malos", pesados y difíciles, decía el santo, "vivan bien y cambiarán los tiempos".
Para desempeñar esta tarea, ustedes actúan como enlace entre el Estado y el territorio, conectando constantemente el todo con las partes, el centro con las periferias, el bien común con la atención a las personas.
El desafío más delicado: la seguridad y el orden público
Es una tarea que realiza, para Francisco, a nivel institucional, la "capacidad cotidiana de ampliar el círculo" de la que habla en la Encíclica Fratelli tutti por la que cada ciudadano, "especialmente los que se encuentran en situaciones de dificultad, experimenta, en presencia del Estado, la cercanía concreta de la comunidad civil". El desafío más delicado y prioritario para los prefectos, subraya, es el de la seguridad y el orden público, "porque exige, a menudo en situaciones imprevisibles y de emergencia, conjugar el respeto de la ley con la atención a lo humano".
Legalidad y humanidad juntas, para dar a las disposiciones la aplicación necesaria y, al mismo tiempo, abordar a los que yerran con el debido respeto, conciliando la protección de las víctimas con el trato justo de los delincuentes.
La "paternidad institucional" de los prefectos en el territorio
A esto se añade, continúa el Pontífice, "la gran responsabilidad que tienen ustedes de hacer frente a los riesgos que los miembros de las fuerzas del orden afrontan cotidianamente". Por este motivo, explica, "puede ser útil recordar una antigua máxima", que se refiere al orden en la vida personal: "Mantén el orden y el orden te salvará". Porque, aclara, "no se puede administrar el orden público sin orden personal e interior".
La responsabilidad por el orden público se percibe como una llamada a crear ese clima de convivencia armoniosa a través del cual se pueden afrontar y resolver las dificultades. Yo diría que la suya es una especie de paternidad institucional: ejercida con conciencia y dedicación, no escatima sacrificios ni desvelos y merece nuestra gratitud.
En las crisis medioambientales, crear una sinergia público-privada
Hablando luego del segundo desafío, el de las "crisis ambientales", el Papa Francisco recordó a los prefectos que "aunque no entren en sus competencias directas, los problemas hidrogeológicos son, por desgracia, emergencias que ahora son frecuentes e involucran a todos". Y "ligados a fenómenos atmosféricos que deberían ser inusuales y extraordinarios, se han convertido en habituales debido al cambio climático". Volvió a las "recientes catástrofes de Emilia Romaña, Toscana y Sicilia", para subrayar que "precisamente en esas circunstancias tuvimos ocasión de admirar, más allá de polémicas estériles, las mejores cualidades del pueblo italiano, que sobre todo en las dificultades sabe unirse de manera ejemplar, combinando la diligencia de las instituciones con el compromiso de los ciudadanos".
A ustedes les corresponde gestionar de la mejor manera posible los recursos disponibles y reunir a los operadores públicos y privados. Es importante y urgente, tanto en el presente como en el futuro, aunar esfuerzos para proteger nuestra casa común, que debe tutelarse a tiempo y con previsión.
Alejar a los migrantes de los tentáculos de las organizaciones criminales
Por último, el Papa recuerda el desafío de la delicada gestión, a nivel local, de los flujos migratorios, que confía al cuidado de los prefectos "personas heridas, vulnerables, a menudo perdidas, y que han sufrido terribles traumas. Son rostros, y no números", personas, subraya, "a las que hay que abrazar", y a las que hay que sacar de los tentáculos de las organizaciones criminales, capaces de especular sin piedad con sus desgracias.
Hemos sabido de los lagers en algunos países del norte de África, donde los que quieren venir a Europa son tratados como esclavos, torturados, incluso asesinados.
Acoger, acompañar, promover e integrar a los refugiados
Los prefectos, prosiguió Francisco, tienen "la ardua tarea de organizar en el territorio una acogida ordenada de los mismos, basada en la integración y la inserción constructiva en el tejido local". Pero no pueden "ser dejados solos en esta tarea de sostenerlos en sus necesidades esenciales y al mismo tiempo escuchar las aprensiones y tensiones que puedan generarse entre los residentes", sino también, por supuesto, intervenir cuando surgen situaciones de desorden y violencia.
Debemos ser prudentes. Hay que acoger, acompañar, promover e integrar a los inmigrantes. Si no hay esto, hay peligro; si no se da este camino hacia la integración, hay peligro.
Acogerlos como hijos: ayudan a Italia que no los hace más
Los inmigrantes ayudan, añadió el Pontífice, dejando aún de lado el discurso escrito, "cuando se integran bien. Pero es una tierra (Italia) donde faltan hijos, ¡eh! Y vienen los migrantes".
Me preocupa el problema de la baja natalidad aquí en Italia. No tienen hijos. La responsabilidad que tienen los italianos es tener hijos para crecer y también para recibir a los migrantes como hijos.
Para concluir, junto a sus deseos de una Navidad cercana, renovó su agradecimiento a los prefectos italianos "por su compromiso diario por el bien común. Gracias, porque se esfuerzan por la convivencia pacífica en los variados territorios de nuestra Italia, rica en tradiciones y valores que hablan de cohesión, acogida, solidaridad".
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