El Papa: Cuidado con esa tristeza que erosiona el corazón
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
La tristeza entendida como "un abatimiento del alma, una aflicción constante que impide al hombre experimentar la alegría", fue el tema al que el Papa Francisco dedicó su catequesis de este miércoles 7 de febrero, la séptima de su serie dedicada a los vicios y las virtudes que celebró en el Aula Pablo VI, ante la presencia de unas cinco mil quinientas personas entre fieles y peregrinos de los cinco continentes.
Una tristeza amiga y una tristeza no buena
El Papa dijo que es necesario distinguir entre dos tipos distintos de tristeza: la que forma parte del camino de conversión del cristiano, y que la gracia de Dios transforma en alegría, y la que "se insinúa en el alma y la postra en un estado de abatimiento". Es esta tristeza la que hay que combatir, dijo Francisco.
Hay, pues, una tristeza amiga, que nos conduce a la salvación. Pensemos en el hijo pródigo de la parábola: cuando toca el fondo de su degeneración, siente una gran amargura, y esto le impulsa a entrar en razón y decidir volver a la casa de su padre.
La melancolía que exaspera el corazón
El segundo tipo de tristeza, en cambio, es "una enfermedad del alma". Y Francisco explicó que está ligada a la experiencia de una pérdida, que nace en el corazón por el desvanecimiento de un deseo, de un sueño, de una esperanza. El Santo Padre citó el episodio de los discípulos de Emaús que caminaban hacia Jerusalén "con el corazón desilusionado", y observó:
Cuidado con la tristeza que lleva al egoísmo
Francisco definió este tipo de tristeza como "el placer del no placer", es "alegrarse de que esto no haya sucedido, es como tomar un caramelo amargo, amargo, amargo sin azúcar y chupar ese caramelo".
Y propuso algunos ejemplos: "Ciertos lutos prolongados", observó, así como "ciertas amarguras rencorosas" que llevan a la persona a vivir perpetuamente en un estado de ánimo vengativo o de victimismo que no produce una vida sana, ni mucho menos cristiana. De ser una emoción natural, advirtió el Papa, la tristeza se convierte entonces en algo maligno. Es un demonio astuto, el de la tristeza", dijo y concluyó hablan do espontáneamente:
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