Devolvamos la sonrisa a los niños víctimas de la guerra
Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano
Con la mirada de un padre. Así mira el Papa a las numerosas víctimas inocentes que han perdido la capacidad de sonreír a causa de la guerra. Francisco pidió a los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Ploërmel que adopten esa mirada paternal capaz de servir a un mundo en el que "la pobreza, el desempleo juvenil y las crisis sociales de todo tipo hacen estragos".
Ser padres
El Capítulo General del Instituto Religioso, una realidad al servicio del desarrollo humano integral en varios países, se celebra en el marco del bicentenario de la fundación por obra del venerable Jean-Marie de La Mennais y del padre Gabriel Dashaye.
Donde los otros no van
Por ello, el Pontífice pidió a los participantes en esta audiencia que sean "padres" al servicio de los jóvenes en una sociedad en constante cambio, "siempre vueltos a Cristo, regla suprema de su vida"; los instó a ir donde los otros no van, "a las periferias", a "los rechazados", "los heridos por la vida", las "víctimas":
Los sueños destrozados de los niños
El pensamiento del Obispo de Roma se dirigió a la infancia, a los "sueños rotos" de tantos niños y jóvenes bajo las bombas: "Que puedan ayudarlos a revivir sus sueños, a creer en ellos y a realizarlos":
Los niños juegan, incluso bajo las bombas, en los países en guerra. Cuando vemos fotografías de estos países, hay niños jugando; pero una cosa que me llama la atención, cuando vienen niños de Ucrania a Roma que se han trasladado aquí y viven aquí, estos niños no sonríen: han perdido la sonrisa.
“La Iglesia – observó Francisco – es una familia", es necesario "trabajar en estrecha colaboración con las diócesis", alejándose del orgullo, la cerrazón, la división y las habladurías:
No a las habladurías
Las habladurías son muy malas para las comunidades religiosas. Una buena resolución para un religioso sería morderse la lengua cada vez que tenga ganas de chismorrear sobre el otro. Sería una buena resolución, ¿no?
La mirada de María
La recomendación del Papa fue a "no perder la alegría" renovando la consagración del Instituto al Corazón Inmaculado de María:
Que su pedagogía se inspire siempre en ella que, con su "sí" total, permitió que se cumpliera en su persona el designio salvífico de Dios sobre la humanidad. Que ella los ayude a cultivar el celo de ponerse en camino para servir, para cultivar la humildad, la confianza en Dios y la alegría de ser servidores de su ternura y de su misericordia.
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