El Papa regresa a una parroquia de la periferia de Roma
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Santa María de la Salud en Primavalle en septiembre, Santa María Madre de la Hospitalidad en Villa Verde en noviembre, San Giorgio en Acilia en diciembre y ahora, en abril -tras una pausa de algunos meses- San Enrique en el barrio de Casal Monastero... El Papa Francisco ha reanudado su serie de visitas a las parroquias de la periferia de Roma para reunirse con los sacerdotes, una iniciativa iniciada en septiembre de 2023 para continuar la gira en su diócesis (interrumpida por la pandemia) y, en cierto modo, también los famosos "Viernes de la Misericordia" durante el Jubileo de la Misericordia, que vieron al Pontífice visitar lugares "en los márgenes" de la capital. Esta tarde, hacia las 16 horas, Jorge Mario Bergoglio se dirigió a la iglesia situada en el noreste de la capital, justo al lado del Raccordo Anulare, sobre la Via Tiburtina, dedicada al santo que Benedicto VIII consagró emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1014. Así lo anunció la Oficina de Prensa del Vaticano.
Un barrio acogedor marcado por las dificultades
La parroquia -la cuarta visitada por el Pontífice en los últimos meses-, construida entre 1997 y 1998 en un estilo moderno con estructura de madera, rodeada de parques y patios de recreo y también de algunos restos de la Edad Media, está situada en la 11ª Prefectura de la Diócesis, en el sector norte. Un barrio pequeño y acogedor, con escaso tráfico y donde el ruido de los medios de transporte no parece ser invasivo, en el que, sin embargo, los habitantes sufren una sensación general de dejadez y abandono, como ha ocurrido durante tanto tiempo, por ejemplo, con la falta de escuelas -primarias y secundarias- construidas sólo en los últimos años.
Conversación con los sacerdotes
Recibieron al Papa a su llegada, en el habitual coche utilitario, tras un viaje de unos 40 minutos, el obispo auxiliar Daniele Salera y el párroco Don Massimiliano Memma. Con los 35 sacerdotes de la Prefectura, Francisco -como en ocasiones anteriores- se entretuvo conversando. Un diálogo, que comenzó con una oración e invocación al Espíritu, a puerta cerrada, con el Papa sentado en un escritorio del salón parroquial, dispuesto a responder a preguntas sobre diversos temas, principalmente pastorales.
Mientras tanto, fuera de la parroquia se encuentra un grupo de unos 50 fieles, principalmente abuelos, mujeres y niños que salían de la escuela y algunas religiosas que trabajan en la parroquia, que acudieron en masa en cuanto se difundió la noticia de esta gran alegría y esperaban poder saludar al Pontífice.
Capellanes de Rebibbia presentes, el tema de la cárcel en el centro
Entre los presentes se encontraban también algunos capellanes de Rebibbia que ya se habían reunido con el Papa durante su visita a la cárcel de mujeres para la misa de la Coena Domini del Jueves Santo. Su presencia dio la oportunidad de abordar el tema de las dificultades que se viven en las cárceles, empezando por la emergencia del suicidio, así como el del acompañamiento de los presos y reclusos. Algunos de los capellanes, explicó el párroco padre Massimiliano a los micrófonos de Tv2000, contaron al Papa cómo el trabajo y el estudio son muchas veces "oportunidades para cualificar su camino y relanzarlos a una nueva vida".
Misericordia, jóvenes, Jubileo
Todos los sacerdotes y diáconos estaban "muy contentos con esta reunión, con la escucha y con las respuestas que el Papa les ofreció", subrayó el párroco, enumerando entre los otros temas en el centro de la conversación la preparación de los jóvenes y la "misericordia" dirigida a las categorías de personas que se sienten alejadas de la Iglesia, incluidos los sacerdotes que han abandonado el ministerio. Después, hablaron sobre la preparación al Jubileo. Francisco dijo estar "contento de cómo la diócesis de Roma está viviendo el Sínodo y el camino hacia el Año Santo". A una pregunta más específica sobre este último asunto, es decir, cómo vivir bien este tiempo de preparación, Francisco -explicó don Memma- sugirió dos caminos: "Creatividad y valentía", lo que en concreto significa poner en marcha "caminos para acercar a muchas personas", no quedándose en "viejos esquemas que bloquean el testimonio y el anuncio del Evangelio".
El Papa, conmovido por la experiencia de los sacerdotes
Bergoglio parecía conmovido por el ambiente de serenidad que se vivía en la parroquia, así como por el testimonio de los presbíteros que viven su ministerio "contentos", "con sencillez", en medio de grandes focos de pobreza, que exigen también una gran "paciencia". Así lo confirmó él mismo a un grupo de periodistas a las puertas de la parroquia a los que, tras la habitual broma sobre su salud (" ¡Todavía estoy vivo!"), confió que era "bonito" ver la experiencia de estos párrocos "que trabajan tanto", siempre "en primera línea". "Ha ido muy bien, hemos hablado de todo", dijo el Pontífice.
El abrazo y los saludos con los fieles
Mientras tanto, un grupo de unos 50 fieles, principalmente abuelos, mujeres y niños recién salidos de la escuela y algunas religiosas que trabajan en la parroquia, apostadas fuera de la misma, acudieron en tropel en cuanto se supo la gran noticia. Nadie sabía de la llegada del Papa, ni siquiera los que trabajaban en la parroquia de San Enrique, donde se mantuvo la máxima discreción debido al carácter privado del acontecimiento. Francisco compensó la espera deteniéndose unos instantes con la gente, que le recibió con aplausos y gritos (de un niño incluso un "¡Daje Fra'!", expresión típicamente romana de ánimo); estrechó las manos de quienes habían acudido a saludarle y bendijo a los niños. En particular, el Papa acarició largamente a la pequeña Chiara, de un año, que sufre problemas de audición.
La visita de Juan Pablo II
Francisco es el segundo Papa que visita la parroquia de San Enrique después de Juan Pablo II, que en febrero de 2002 celebró misa el primer domingo de Cuaresma (fue la 301ª parroquia romana visitada por Wojtyla). "La de ustedes es una comunidad joven", dijo entonces el Pontífice, "formada en gran parte por familias de reciente formación, que se han instalado en el barrio durante la última década... Muchos niños y jóvenes la pueblan, la alegran y la hacen viva". Se trata de una realidad, la descrita por Juan Pablo II, que ha perdurado a pesar de las dificultades objetivas. Frente a ellas, la invitación del Obispo a sus sacerdotes ha sido siempre la de "seguir adelante".
Última actualización a las 18:57 horas del 5 de abril de 2024
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí