El Papa incentiva a los jóvenes a "arriesgar siempre"
Salvatore Cernuzio - Roma
"Hay un discurso que tengo que leer, pero es un poco aburrido, me gustaría que hablaran ustedes y que hicieran preguntas. Vamos, alguien valiente. Tú". El ambiente era más serio y las preguntas más profundas y complejas que en el primer encuentro con los 200 niños de San Juan María Vianney. Este viernes 24 de mayo, en el teatro de la parroquia de Santa Bernardita Soubirous, en la zona de Colli Aniene, al este de Roma, se encontraban los adolescentes. Ochenta adolescentes, mayores de quince años, junto a catequistas, scouts y animadores de oratorio, dispuestos a interpelar al Obispo de Roma con sus dudas de fe, con sus dificultades, sus pequeñas crisis cotidianas y sus grandes temores por el futuro de un mundo que parece mostrar sólo guerras y fragmentación y que frena el deseo de traer un hijo al mundo. Con todos ellos el Papa Francisco permaneció menos de una hora en la segunda cita de la "Escuela de Oración" en vista del Jubileo, la hora de catequesis que Jorge Mario Bergoglio ha decidido hacer en una parroquia de su diócesis a elección en cada mes hasta el Año Santo.
Bienvenida entre cantos y gritos
Francisco disfrutó de la compañía de chicos y chicas, todos con camisetas verdes con las palabras "Santa Bernardita" escritas en ellas. Al principio en silencio (" Silencio, silencio, hay movimiento fuera ", advirtió un joven en la puerta), dieron la bienvenida al Papa con una canción. "Son buenos cantando. Cantan bien. Es lindo cantar la vida", felicitó.
Coros y los habituales gritos de "W el Papa", "Santo Padre, rezamos por usted", "Papa Francisco, te queremos", procedentes del grupo de fieles reunidos en el patio de la iglesia, acompañaron la llegada del Papa a la parroquia, poco antes de las 17 horas, tras un viaje de unos 35 minutos a través del tráfico romano desde la Casa Santa Marta. El Papa se detuvo largo rato para saludar a los niños, después de estrechar la mano de monseñor Rino Fisichella, organizador de esta serie de encuentros, y del párroco, padre Giulio Villa, que hoy celebra 20 años de sacerdocio. Antes de entrar en el teatro, el Pontífice, en silla de ruedas, quiso detenerse de nuevo con algunos de los niños rezagados: "¡Vamos, vamos!".
Caricias a los abuelos y a los niños
Abrazos y caricias, algunas bromas con los padres. En particular, a Francisco le impresionó la escena de una niña de dos años sobre los hombros de su abuelo: "¡Qué bonito!". Jóvenes y mayores unidos: uno de los caminos hacia el futuro, como él siempre dice. Otra abuela, una feligresa de más de 90 años, sentada en una silla, le detuvo en la puerta. Un apretón de manos, el regalo de un rosario, algunas bromas sobre su edad: "¿No se acuerda de ella?", le preguntó el párroco. "Sí, pero no lo digo", replicó ella.
El nacimiento de su vocación
Con los 80 adolescentes, sentados en una silla en medio de la sala, el Papa dejó a un lado el discurso previsto sobre el tema de la oración de intercesión: "Hagan las preguntas que quieran, con valentía y sin miedo", exhortó. A partir de ahí la réplica, salpicada también por anécdotas personales y algunos relatos íntimos de Jorge Mario Bergoglio, como el nacimiento de su vocación, en la época en que era un joven químico en un laboratorio de Buenos Aires "lleno de comunistas", tras una confesión en la fiesta de San Mateo: "Tuve una experiencia interior". Después de años y en medio de mucha oración, ingresó en el seminario.
Preguntar siempre al Señor qué quiere de cada uno de nosotros
Un fragmento de vida personal para decir a los jóvenes, y en particular a Tiziano, que preguntó cómo se puede comprender la propia vocación, que no se cansen de preguntar al Señor qué quiere de ellos: "Cada uno de nosotros debe hacerse esta pregunta, porque el Señor tiene un plan para cada uno de nosotros. Cada uno debe tratar de comprender lo que el Señor quiere de nosotros, preguntárselo. Pregúntale al Señor en la oración: ¿qué quieres de mí?". Y no pasa nada si te cuesta rezar: a veces basta con estar delante de Dios. "Él nos mira", ésa es la certeza.
No condenen a los que no creen
Varias veces Francisco instó a los chicos y chicas a compartir preguntas o comentarios: "¿Qué piensan de lo que digo? Un poco de diálogo, vamos... ¡Tú!", dijo señalando a un joven en primera fila. "Al Papa se le obedece", bromeó el padre Giulio.
"Díganme una cosa", añadió de nuevo Francisco, "¿hay alguno de ustedes que no crea en Dios?". "Tú -señaló a un joven del coro-, dime por qué, cuéntame un poco lo que sientes". La respuesta del joven fue sincera: "Admiro a todos los que están aquí y todo lo que hacen, pero he visto tantas veces que creer es demasiado fácil. Me gustaría creer en algo, confiar mis preocupaciones e inquietudes a alguien". "Esta es una de las cosas más bellas, una persona honesta", comentó el Papa Francisco.
Moverse por un ideal, nunca quedarse "sentados"
A él, pero también a todos los jóvenes que, aunque comprometidos con la parroquia, tienen dudas sobre su fe, el Papa les recordó la importancia de ponerse en camino. Porque, al fin y al cabo, la fe es esto: un camino. "Nadie debe ser condenado si no cree. Es importante ponerse en camino. Si veo a un joven que no se mueve, que se queda sentado en la vida, que no le gusta moverse, eso es malo. Pero si veo a un joven que cae en el calor y se mueve, ¡chapeau!". "Muévete por un ideal", es la invitación del Papa Bergoglio, porque es mejor hacer algo, aunque no sea del todo bien, porque te mueve una aspiración que la apatía total.
De las dificultades no se sale solo
En este camino de la vida, añadió, en respuesta a otra pregunta, nunca se debe caminar solo porque existe el riesgo "a veces de perderse en los laberintos de la vida". "Lo principal para salir de un momento oscuro es no caminar solo, porque solo se pierde el norte. Es importante hablar de la propia situación". No hacen falta curas ni monjas, incluso un amigo o papá y mamá están bien, con tal de que uno no esté solo". "Tomen nota de esto: de una situación difícil, de un momento de incomprensión, nunca se sale solo. Es importante hablar de tu situación y no 'comértela' solo".
La importancia de tener hijos: "No tenerlos es un riesgo social"
A continuación, el Papa se detuvo en el tema tan querido para él de la natalidad, tomando como referencia a la pequeña Benedetta, que deambulaba por la sala. El propio Francisco preguntó a los padres, Stefano y Silvia, que compartieron las dificultades de la paternidad y también la "gran duda" por el futuro de su hija en el mundo de hoy. La niña, inmóvil, escuchaba: "Mira cómo sabe que hablan de ella", sonrió el Obispo de Roma. "Si uno pensara humanamente en tener un hijo, con los miedos, con las guerras, no lo haría. Pero incluso con todas las dificultades, puedo decir que vale la pena... La felicidad que nos da es inexplicable", dijo el joven padre Stefano.
Francisco, como en tantas ocasiones, reiteró su preocupación por la baja tasa de natalidad en una Italia cada vez más "vieja", así como en varios países europeos. A su vez, reiteró la importancia de tener hijos, "que es siempre un mensaje de gran esperanza". "Ustedes son la esperanza", dijo señalando al niño, "los niños son la esperanza. La esperanza son los niños. Es verdad que uno piensa en el futuro. Es cierto que es un riesgo, pero es más un riesgo no tener ninguno. Es un riesgo social".
El testimonio de la Iglesia hoy
También en respuesta a una pregunta, el Sucesor de Pedro se refirió al testimonio de la Iglesia en el mundo de hoy. En este sentido, mencionó un vídeo visto recientemente de unos jóvenes en Kiwu Norte, República Democrática del Congo, que fueron asesinados por terroristas por no querer renunciar al cristianismo. "La Iglesia son los cristianos que dan testimonio", dijo. No sólo los sacerdotes y los obispos o la "Iglesia institucional", sino todos nosotros somos Iglesia, afirmó. Y para ser creíble, la Iglesia, repitió, "debe despojarse de toda mundanidad": "Los valores de la Iglesia -el corazón de la reflexión del Pontífice- son los del Evangelio, no los de una sociedad que se dice católica". O de los que van a misa el domingo y luego dan un contra-testimonio.
"Gracias", expresó finalmente el Papa a los jóvenes, asegurando estar contento por la "autenticidad" mostrada. "Sigan así, auténticos". Después, un consejo: "¿Qué consejo nos da el Papa? Arriesguen por la vida".
Los chicos regalaron a Francisco una camiseta verde del centro de verano con las palabras "Don" escritas en la espalda y también el pañuelo de los scouts. Él correspondió entregando a cada uno la Bula de convocatoria del Jubileo, en la nueva edición con la introducción del Pro-Prefecto Fisichella: "El título es importante, la esperanza no defrauda. Recuérdenlo". Una foto de grupo concluyó el momento: "Sonrían, sonrían", dijo Francisco.
Fuera de la parroquia se congregó una nueva multitud, sobre todo de niños, que incluso se subieron al regazo del Papa. Francisco repartió caramelos a todos: "Cada caramelo es un Ave María para el Papa", bromeó el párroco. Mientras desde detrás de las barreras se elevaba el grito de una niña: "¡Papa, Papa, pero este no es mi sabor favorito!".
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