Resumen de la jornada del Papa Francisco en Verona
Patricia Ynestroza-Verona
En su encuentro con los sacerdotes, les dio palabras de aliento, recordando la llamada que recibieron cuando decidieron tomar este camino. Les pidió que lleven la caricia de Dios, sin distinguir a nadie.
A los niños: no pierdan la alegría que viene de Cristo
Ante los jóvenes y niños de la ciudad, les pidió que no pierdan la alegría que recibimos como don del Espíritu Santo, que consuela incluso en medio de las dificultades, es la fuerza que nos hace afrontar todas las cosas de la vida, sintiéndonos acompañados por Jesús, que nos ama, que nunca nos abandona. El Papa invitó a los cinco mil 500 chicos a ser pacificadores.
Arena de Paz: escuchar a los últimos
El momento central del día fue en el encuentro "Arena de Paz - Justicia y Paz se besarán". Pidió escuchar a los últimos, educar a las nuevas generaciones para crear condiciones para un desarrollo integral. Ante un mundo marcado por la prisa, por obtener todo ya, invitó a ralentizar, a recalibrar expectativas y acciones adoptando un horizonte más profundo y amplio. Ante los conflictos que nos agobian, aconsejó no pensar en eliminarlos, o prevalecer sobre un polo del conflicto.
Importante dijo, es discutir las diferencias, es normal, es fisiológico, basta que no se cruce el umbral de la violencia, hay que aclarar todo a través del diálogo y el respeto. Se dirigió a los gobernantes del mundo, importante señaló, crear una democracia que no esté marcada por el individualismo, un líder político no es un héroe. Un líder justo es el que reconoce sus límites y sabe cuándo y a quién pedir ayuda. Las mujeres fueron recordadas por el Papa como fundamento para encontrar la paz.
Ante los detenidos: palabras de esperanza y amor
Los dos últimos encuentros, en la tarde, la misa, en el estadio de Bentegodi, ante 30 mil personas, y precedentemente, en la cárcel de Montorio, donde, como ha ocurrido otras veces, Francisco tuvo su encuentro con los detenidos, es un momento de escuchar el dolor del otro, de dar esperanza a quien la necesita. El Papa tuvo palabras de aliento para cada uno de ellos, almorzó con ellos, les expresó su cercanía.
La cárcel, dijo, es el lugar donde está esta parte de la humanidad probada a veces fatigada por dificultades, culpas, juicios, incomprensiones y sufrimientos, pero al mismo tiempo llena de fuerza, de deseo de perdón, de deseo de redención. Y en medio de ellos, les dijo, está presente el rostro de Cristo, el rostro del Dios de la misericordia y del perdón.
Mencionó el Año Santo que comenzará dentro de algunos meses, un año de conversión, renovación y liberación para toda la Iglesia; un año de misericordia, en el que depositar el lastre del pasado y renovar el impulso hacia el futuro; en el que celebrar la posibilidad de cambiar, de ser y, donde sea necesario, volver a ser verdaderamente nosotros mismos, dando lo mejor.
En la misa: La enorme necesidad que tenemos del Espíritu Santo
En su última cita en el estadio, recordó cuánta necesidad tenemos de que el Espíritu Santo venga en ayuda de nuestra debilidad, para interceder por nosotros según los planes de Dios (cf. Rm 8, 26-27). Porque estamos absolutamente seguros y no podemos dudarlo, de que el plan de Dios es siempre y sólo el de la paz.
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