Artistas del humor se reúnen por primera vez con el Papa
Fabio Colagrande – Ciudad del Vaticano
«Dan vida a la sonrisa de un niño e iluminan por un instante la mirada desesperada de una persona solitaria; a través del espectáculo y la fiesta, acercan a las personas entre sí». Así, el 16 de diciembre de 1993, San Juan Pablo II se dirigía la «gente del Circo» durante una audiencia. Fue una de las muchas ocasiones en que, en los últimos setenta años, junto a acróbatas y equilibristas, los payasos han entrado en el Vaticano con su mensaje de «fiesta y amistad».
Nunca antes, sin embargo, un Pontífice había dedicado una audiencia especial a los «protagonistas del campo del humor», como ocurrirá el viernes 14 de junio en el Palacio Apostólico, cuando el Papa se reúna con más de cien artistas, cómicos y humoristas, principalmente de Europa y del continente americano.
Humor para reflexionar sobre la realidad
Pablo VI, primero en el postconcilio, y luego Benedicto XVI y el propio Papa Francisco, han dedicado audiencias especiales a «artistas» en el pasado, pero este es el primer evento vaticano – organizado conjuntamente por el Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para la Comunicación – que pretende «establecer un vínculo entre la Iglesia católica y los artistas cómicos».
«Francisco – dice el Comunicado de Prensa que lo presenta – reconoce el considerable impacto que el arte de la comedia tiene en el mundo de la cultura contemporánea».
«A través del talento humorístico y del valor unificador de la risa en la actualidad, se ofrecen reflexiones únicas sobre la condición humana y la situación histórica. Además, el arte de la comedia puede contribuir a un mundo más empático y solidario».
El Papa, por tanto, ve en el humor una oportunidad de encuentro, pero sobre todo una clave para comprender la realidad. Este reconocimiento de la capacidad «hermenéutica» de la sonrisa dentro del pensamiento católico no debe sorprender.
En 2017, un artículo de La Civiltà Cattolica define el humor como «una nueva inteligencia que relativiza y redimensiona lo que se quiere tomar por absoluto y elevado» y, al mismo tiempo, «pone de relieve un no dicho que, aunque velado, transgrede la lógica y constituye un elemento de sorpresa». Según el autor, el padre Giampaolo Salvini, el humor también ayuda a «desmitificarnos a nosotros mismos y a los demás», a amar el mundo a pesar de sus imperfecciones, es más, precisamente a causa de ellas.
Una virtud de la santidad
Son conceptos recurrentes en el magisterio de Francisco, quien, como es bien sabido, reza cada día la «Oración del buen humor» de Santo Tomás Moro y ha dedicado al tema un párrafo de su exhortación apostólica de 2018, Gaudete et exsultate, sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo.
«El santo – escribe – es capaz de vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un espíritu positivo y esperanzado».
«Un sacerdote que no tiene sentido del humor, no gusta, algo falla», reiteró el Papa en el 2021, en un encuentro con los sacerdotes de la Comunidad de San Luigi dei Francesi, en Roma.
«Imiten a esos grandes sacerdotes que se ríen de los demás, de sí mismos e incluso de su propia sombra: el sentido del humor es una de las características de la santidad».
Y ese mismo año, reunido con misioneros claretianos en el Vaticano, añadió: «Sepan reír en comunidad, sepan hacer bromas y ríanse de los chistes que cuenta el otro, no pierdan el sentido del humor, es una gracia de la alegría y la alegría es una dimensión de la santidad».
La autoironía que hace volar a los ángeles
«Que un sentido del humor vivo» sea « signo de inteligencia, pero también de libertad interior» lo sostuvo también Benedicto XVI, en la homilía de los funerales del cardenal Spidlik, en 2010. El propio Papa Benedicto, en una entrevista con una emisora alemana en 2006, citó, sin nombrarlo, al escritor británico Gilbert Keith Chesterton, explicando bien el potencial espiritual de la autoironía:
«Algún escritor había dicho que los ángeles pueden volar porque no se toman a sí mismos demasiado en serio. Y nosotros podríamos volar un poco más, si no nos tomáramos tan en serio».
Francisco – añade el Comunicado de Prensa que anuncia la Audiencia del 14 de junio – «expresó su convicción de que los humoristas – actores, artistas, dibujantes, escritores... – tienen ‘la capacidad de soñar nuevas versiones del mundo’, y que a menudo lo hacen ‘con ironía, que es una virtud maravillosa».
Un elenco internacional e intergeneracional
En el Palacio Apostólico, el Papa recibirá a artistas, actrices y actores, autores, comunicadores, locutores de radio y «stand-up-comedians», procedentes de Argentina, Brasil, Colombia, México, Timor Oriental, Estados Unidos, pero sobre todo de Europa.
El grupo de italianos es impresionante, abarca varias generaciones y varios géneros de comedia. Actores famosos, del cine y de la televisión, como Carlo Verdone, Cochi Ponzoni, Silvio Orlando, Cristian De Sica y Lino Banfi, este último recibido ya varias veces por el Santo Padre.
Pero también hay cómicos de generaciones posteriores, como Luciana Littizzetto, Elio, Nino Frassica, Alessandro Bergonzoni, Ale y Franz, hasta nombres más recientes como Valerio Lundini, Pio y Amedeo, Geppi Cucciari y Emanuela Fanelli. No faltan los cómicos prestidigitadores: Raul Cremona y Michele Foresta (alias Mago Forest) y dos artistas de lápiz y pincel como don Giovanni Berti (el dibujante Gioba) y el artista callejero del Borgo Mauro Pallotta (Maupal).
El pasado mes de octubre se reunió con el Papa la actriz estadounidense Whoopi Goldberg, que esta vez vuelve con Francisco junto a compatriotas famosos como el presentador de televisión Jimmy Fallon y los cómicos Chris Rock y Conan O'Brien.
Un mensaje de paz y solidaridad
«El encuentro entre el Papa y los cómicos del mundo – concluye el comunicado – pretende celebrar la belleza de la diversidad humana y promover un mensaje de paz, amor y solidaridad, y promete ser un momento significativo de diálogo intercultural y de compartir la alegría y la esperanza».
Precisamente un llamamiento a la paz y la esperanza – «¡Sean héroes que vencen la guerra! – había sido lanzado desde la Plaza de San Pedro hace menos de un mes por otro cómico italiano, Roberto Benigni, en la clausura de la Jornada Mundial de la Infancia. Casi parece que Francisco quiera recurrir cada vez más a la ligereza del Espíritu como antídoto contra la pesadez del mal.
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