Camino misionero: la valentía de empezar, la belleza de existir y la esperanza de crecer
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco, en su discurso a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas, en el Santuario María Auxiliadora, en Port Moresby, les dijo que sigan el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. "Si un consagrado, un sacerdote, un obispo, un siervo, un diácono no son cercanos, no son compasivos y no son tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús".
El Santuario diocesano dedicado a María, Auxilio de los cristianos; María Auxiliadora, según el título tan querido por san Juan Bosco; o María Helpim, como se le llama cariñosamente cuando la invocan los fieles. Hablando sobre el santuario, Francisco recordó que en cuando 1844, la Virgen inspiró a don Bosco la construcción de una iglesia en su honor, en Turín, le hizo esta promesa: “Aquí está mi casa, desde aquí saldrá mi gloria”.
La historia del santuario, dijo, puede ser un símbolo dijo, si se habla de tres aspectos del camino cristiano y misionero, siguiendo la línea de los testimonios escuchados: la valentía de empezar, la belleza de existir y la esperanza de crecer.
La valentía de empezar
El Papa recorrió momentos del largo y difícil camino misionero en esta tierra.
Tras recordar los santos y beatos, de todas las procedencias, vinculados a la historia de fe de este país, Francisco dijo que fue gracias a su tenacidad, comenzando y recomenzando tantas veces obras y caminos, que hizo que lograron contribuir en llevar el Evangelio a Papúa Nueva Guinea, una tierra con una riqueza multicolor de carismas.
Gracias a cada uno de ellos: Pedro Chanel; Juan Mazzucconi y Pedro To Rot, mártires de Nueva Guinea; y luego Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, María de la Cruz MacKillop, María Goretti, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá, Francisco de Sales, Juan Bosco y María Dominga Mazzarello, gracias a ellos, afirmó, es que “estamos aquí y, aun a pesar de los desafíos que no faltan hoy en día, seguimos adelante, sin miedo, sabiendo que no estamos solos, porque es el Señor quien actúa en nosotros y con nosotros, haciéndonos —como a ellos— instrumentos de su gracia.
Evangelizar en las periferias
El Papa aconsejó a los presentes que dirijan su misión hacia las periferias del país. Hacia las personas más desfavorecidas de las poblaciones urbanas, así como a aquellas que viven en las zonas más remotas y abandonadas, donde a menudo falta lo indispensable.
La belleza de existir
Al respecto, el Papa, y retomando la pregunta de uno de los testimonios, el de James: cómo se transmite el entusiasmo de la misión a los jóvenes. Al respecto expresó que no hay “técnicas” para esto. Pero Francisco una forma comprobada: "la de cultivar y compartir con ellos nuestra alegría de ser Iglesia, de ser un hogar acogedor hecho de piedras vivas, escogidas y preciosas, colocadas por el Señor unas junto a otras y cimentadas por su amor (cf. 1 P 2,4-5). Así pues, como nos lo ha recordado Grace al evocar la experiencia del Sínodo, si nos estimamos y nos respetamos unos a otros, y si nos ponemos al servicio de los demás, podemos mostrarles a ellos, y a cualquier persona que nos encontremos, lo hermoso que es seguir juntos a Jesús y anunciar su Evangelio".
Por tanto, no se experimenta la belleza de existir en los grandes acontecimientos o momentos de éxito, sino más bien en la lealtad y el amor con que nos esforzamos por crecer juntos cada día, afirmó.
La esperanza de crecer
El Santo Padre animó a la Iglesia papuana que, así como los grandes patriarcas, Abraham, Isaac y Moisés, fecundos por la fe, recibieron como don una descendencia numerosa, también nosotros, debemos "confiar en la fecundidad de nuestro apostolado, a seguir sembrando pequeñas semillas de bien en los surcos del mundo".
Les animó a no desfallecer, a seguir evangelizando, "con paciencia, sin dejarnos desanimar por las dificultades y las incomprensiones, ni siquiera cuando éstas surjan donde menos quisiéramos encontrarlas; por ejemplo, en la familia, como hemos escuchado". Que sigan su misión, como testigos de la valentía, la belleza y la esperanza.
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