La joven tierra de Papúa, un ejemplo en el cuidado de la creación
Delphine Allaire - Port Moresby
Con fervor, orgullo y una marcada curiosidad, los habitantes del más poblado de los Estados de Oceanía esperan al Pontífice, con quien ya parecen estar muy familiarizados a pesar de encontrarse a 14.000 kilómetros de Roma. La mera mención de la Ciudad Eterna desencadena en sus rostros miradas chispeantes y un gran sentimiento de reverencia.
Inculturación, entre influencias extranjeras y tradiciones locales
El catolicismo se ha arraigado fructíferamente en este país de cultura milenaria y joven independencia frente a las grandes potencias que han competido con él durante siglos y siguen haciéndolo hoy: el sombrío barrio indonesio donde residen algunos millonarios que han invertido en Papúa; la gran amiga Australia, presente en el comercio, en la economía y en las organizaciones caritativas; China, que ha elegido las vecinas Islas Salomón como cabeza de puente en el Pacífico y está haciendo sentir su presencia en el sistema educativo y en la ayuda humanitaria. En este contexto de influencias extranjeras, la Iglesia local traza su propio rumbo. Con su primer cardenal, el arzobispo John Ribat, creado por Francisco en 2016, está mostrando una respetuosa inculturación en una sociedad dividida en múltiples grupos clánicos, una de las más tradicionales del mundo.
Casi la mitad de la población por debajo del umbral de pobreza
En comparación con Indonesia, que se encuentra en pleno proceso de desarrollo, el Papa visita un país insular pobre, de geografía accidentada y montañosa, donde la tasa de escolarización aún no es óptima y las infraestructuras son deficientes. El 40% de los papúes vive por debajo del umbral de la pobreza. El gobierno ha prometido, por ejemplo, instalar una línea de ferrocarril -el sueño de muchos aquí-, pero la perspectiva sigue siendo lejana y teórica. Muchos peregrinos acudirán a la misa del Papa en el estadio John Guise el domingo, llegando a pie desde zonas remotas como el monte Hagen, que visitó Juan Pablo II el 8 de mayo de 1984. Esta privación material crónica da lugar a brotes localizados de violencia, sobre todo en las Highlands, donde proliferan las armas de fuego. Las guerras rituales que antaño eran la norma se han convertido en conflictos entre clanes, a veces vinculados a la lacra del alcohol, con un espíritu de venganza que nunca ha remitido.
El papel de la iglesia local en la mediación de conflictos
Las iglesias desempeñan un papel muy importante en la mediación de estos conflictos. «En las guerras tribales, por ejemplo, a menudo se recurre a ellas para mediar. Las iglesias no son elementos extraños al pueblo, sino endógenos o completamente reformulados a través del pueblo», explica el antropólogo Nicolas Garnier, director del Centro de Investigación Social de la Universidad del Verbo Divino de Madang, relativizando la amplitud de esta violencia al no considerarla un fenómeno global. Dada la forma en que está dividida la sociedad, en miles de pequeñas unidades, la única manera de comprender los orígenes de esta violencia es a través de la microcirugía», afirma el ex jefe de la unidad del patrimonio de Oceanía del Musée des Arts Premiers del Quai Branly de París.
La representación de las mujeres
La violencia también se vincula a veces a la persistencia de la brujería. Y sus desastrosas consecuencias pesan mucho sobre las mujeres, a las que se culpa. «La brujería está muy arraigada en nuestra cultura. Es un gran problema, porque cuando una mujer es blanco de acusaciones, ésta tiene tanto miedo de los hombres que se ve obligada a admitir lo que no es. Las mujeres siguen siendo quemadas por este motivo», afirma la hermana Daisy Lisania MSC, muy activa en la diócesis de Port Moresby y encargada de la comunicación de la visita del Papa. La monja papú reconoce que se han hecho tímidos progresos en la representación de las mujeres en el país. Tres mujeres son parlamentarias y la Iglesia promueve la educación femenina en la medida de lo posible, sobre todo en la Caritas Technical Secondary School de la capital, que Francisco visitará el sábado 7 de septiembre. La propia Sor Daisy fue la primera mujer en la historia de la Iglesia en participar en una visita ad limina de obispos, en mayo de 2023. Un acontecimiento histórico por el que sólo da las gracias a una persona: el Papa. Sólo con nombrarlo se le saltan las lágrimas.
Los retos del cuidado de la creación
Los retos de Papúa son también exógenos, dada la explotación extranjera de las empresas mineras que saquean los preciosos recursos naturales de la tierra, usurpan las aves del paraíso y afectan al cambio climático al que la población está especialmente expuesta, como sus vecinos polinesios y micronesios. Una vez más, en una cultura donde el enfoque de la naturaleza es holístico, Papúa Nueva Guinea está dando al mundo una lección sobre el cuidado de la Creación.
La lección del Sínodo de Melanesia
La visita del Papa -que el domingo se reunirá con sus compatriotas misioneros en el norte del país durante una escala en Vanimo- será un humilde intento de entrar en contacto con estas realidades locales, atrapadas entre un patrimonio que hay que preservar cuidadosamente y una modernidad que hay que abrazar sin asumir la uniformidad. Este fue el tema de la última gran asamblea sinodal dedicada a Oceanía en los albores del tercer milenio, que produjo la Exhortación Apostólica Ecclesia in Oceania. Esta sinodalidad milenaria en Melanesia contribuirá sin duda a sentar las bases de una Iglesia universal, favoreciendo una mayor comunión, participación y misión, precisamente las directrices sobre las que los padres sinodales seguirán trabajando en el Vaticano durante la sesión de octubre.
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