El Papa pide a la Guardia de Finanza construir "un nuevo humanismo"
Lorena Leonardi - Ciudad del Vaticano
La justicia es «necesaria», pero no es suficiente para llenar esos vacíos que sólo «la gratuidad, la caridad y el amor pueden sanar»: «Ustedes lo experimentan, por ejemplo, cuando organizan la acogida y el rescate de los migrantes que se encuentran en peligro en el Mediterráneo», en las «intervenciones valientes» en caso de catástrofes naturales, o en la lucha contra los «mercaderes de la muerte» que dirigen el narcotráfico. El Papa Francisco enumeró las misiones llenas de caridad entre las áreas de acción de los militares de la Guardia de Finanza al encontrarse con 300 militares, este sábado 21 de septiembre en la Sala Clementina, recibidos en audiencia con motivo del 250 aniversario de su fundación.
El Pontífice, citando el lema elegido para el aniversario, «En la tradición está el futuro», repasó brevemente la historia del cuerpo militar, que fue creado para el servicio de vigilancia financiera y defensa de las fronteras y luego asumió las tareas de la policía fiscal y económico-financiera y de policía en el mar. Francisco destacó «la importante misión en el campo del auxilio en el mar y en la montaña». Les agradeció en particular la actividad de rescate de migrantes («gracias por esto, gracias», aseguró) y recordó la ayuda ofrecida a los refugiados judíos y a los perseguidos durante las dos grandes guerras mundiales.
De la equidad a la gratuidad
Ante los integrantes de este cuerpo militar, el Papa recordó la figura de san Mateo -su patrón, cuya fiesta litúrgica celebramos hoy-, «publicano» hasta la llamada de Jesús: el joven recaudador de impuestos no sólo «pasó de la lógica del beneficio a la de la equidad» sino que, añadió, en la «escuela de Jesús» entró en contacto con la «gratuidad», entendida como «dimensión humana», y conoció «el don de sí que genera solidaridad, compartir, inclusión». Antes de conocer a Cristo, Mateo «representaba una mentalidad utilitaria y sin escrúpulos, dedicada únicamente al “dios dinero”».
"Incluso en nuestros días, una lógica similar repercute en la vida social, provocando desequilibrio y marginación: del derroche de alimentos -¡pero esto es un escándalo, el derroche de alimentos es un escándalo! - de este despilfarro a la exclusión de los ciudadanos del goce de algunos de sus derechos".
Servir al bien común
Si hasta los Estados, especialmente los aislados en el plano financiero o en el mercado global, pueden ser víctimas de este sistema, los miembros de la Guardia de Finanza están llamados, dice el Papa, concreta y cotidianamente, en sus acciones, a "servir al bien común", "estar cerca de la gente", "combatir la corrupción y promover la legalidad".
"¿Cómo se explica hoy el hambre en el mundo cuando [hay] tanto, tanto despilfarro en las sociedades desarrolladas? Es terrible. Y otra cosa: si dejaran de fabricar armas durante un año, se acabaría el hambre en el mundo. Mejor armas que solucionar el hambre... También el Estado puede acabar siendo víctima de este sistema: incluso aquellos Estados que, aunque tengan recursos, como decía, permanecen aislados".
Formar a los jóvenes
Así, en la lucha contra la corrupción -que se refiere al corazón arruinado, «corrompido», señala el Pontífice- «la respuesta, la alternativa no está sólo en las normas, sino en un “nuevo humanismo”». Así como la mirada de Jesús posada en Mateo «dice que la dignidad y la vida del hombre son el corazón de la vida de un pueblo», se puede contribuir al nuevo humanismo, a «refundar la humanidad», también formando a los jóvenes que piden entrar en el cuerpo militar: «Quizá al principio busquen sólo un trabajo, pero luego encuentran una formación específica, que, además de proporcionarles las nociones y la experiencia indispensables, se convierte también en educación para la vida y el bien común».
Ayudar a los que se equivocan
Ejerciendo un servicio que «no termina con la protección de las víctimas» sino que «incluye el intento de ayudar al renacimiento de los que se equivocan», para Francisco la labor de los militares puede ayudar así a «construir una alternativa a la globalización de la indiferencia» que «destruye con la violencia y la guerra, pero también desatiende el cuidado de la socialidad y el medio ambiente».
Contra los privilegios
La acción de la Guardia de Finanza es, según el Papa, «de primera importancia» en la vigilancia del deber de cada ciudadano de contribuir, según criterios de equidad, a las necesidades del Estado, «sin privilegiar a los más fuertes», así como en la verificación del cumplimiento de las normas que regulan las actividades de particulares y empresas, en la lucha contra el uso inadecuado de internet y las redes sociales, en la recaudación de impuestos, en la lucha contra el trabajo en negro y mal pagado -un «escándalo»- o en cualquier caso «lesivo para la dignidad humana».
"La riqueza de una nación no está sólo en su PIB, reside en su patrimonio natural, artístico, cultural, religioso... y en la sonrisa de sus habitantes, de sus niños. Un Jefe de Estado me dijo una vez: 'Tengo una medida especial: la sonrisa de los niños y los ancianos. Cuando ambos sonríen, la sociedad no está tan mal'".
El impulso solidario
Puesto que «la riqueza de la nación es sobre todo su gente, cada ciudadano, con su originalidad y esto fomenta la creatividad, con su apertura al mundo», «ustedes mismos -concluyó Francisco- son ciudadanos que custodian esta “riqueza” de Italia, pero dispuestos a salir en misiones internacionales. Necesitamos este impulso solidario hacia el otro como camino hacia la paz y como esperanza de un futuro mejor».
Al final de su discurso, el Papa invitó a no perder el sentido del humor «¡que es salud!» y felicitó a los militares por su colaboración para alimentar la confianza y la esperanza del pueblo, «ese pueblo que somos todos nosotros», instándoles a tener en cuenta el termómetro de la sonrisa: «¿Sonríen los niños? ¿Sonríen los ancianos? No lo olviden».
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