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2024.09.27 Viaggio Apostolico in Belgio - Incontro con le Autorità Editorial

Recordar la historia para vencer el infierno de la guerra

Desde Bélgica, «puente y encrucijada», nuevo llamamiento de Francisco a Europa para que se redescubra a sí misma

Andrea Tornielli

Después de Luxemburgo, Bélgica: todavía un país pequeño, pero encrucijada, «síntesis de Europa», punto de partida de su reconstrucción tras el monstruoso drama de la segunda guerra mundial.

El Papa definió a Bélgica un puente, para permitir que la concordia se expanda y las controversias retrocedan. «Un puente que hace dialogar a las civilizaciones. Un puente, por tanto, indispensable para construir la paz y repudiar la guerra».

También en este caso, Francisco repite su llamamiento no escuchado a Europa para que recuerde su historia de luz y de civilización, pero también de guerras, dominación y colonialismo. Y añade palabras inequívocas:

 

«Este país recuerda a todos los demás que, cuando – basándose en las más variadas e insostenibles excusas – se empieza a dejar de respetar las fronteras y los tratados y se deja que sean las armas las que creen la ley, subvirtiendo el derecho vigente, se destapa la caja de Pandora y todos los vientos empiezan a soplar violentamente, sacudiendo la casa y amenazando con destruirla».

Un momento de la reunión con las autoridades belgas en el Castillo de Laeken
Un momento de la reunión con las autoridades belgas en el Castillo de Laeken

¿Cómo no leer aquí una referencia a lo que está ocurriendo en la atacada y maltrecha Ucrania? La casa común europea está destrozada y amenazada de destrucción. Porque, como nos recuerda el Sucesor de Pedro, «la concordia y la paz no son una conquista que se logra de una vez para siempre, sino más bien una tarea y una misión... una misión incesante que hay que cultivar, que hay que cuidar con tenacidad y paciencia. Porque cuando los seres humanos dejan de recordar el pasado... y de dejarse enseñar por él, poseen la desconcertante capacidad de volver a caer incluso después de haberse levantado definitivamente, olvidando el sufrimiento y los terribles costes pagados por las generaciones anteriores».

Hay una Europa olvidadiza, que sólo habla de armas y no parece darse cuenta de que camina hacia el abismo. Estamos cerca», añadió con el brazo en alto, “de una cuasi guerra mundial”.

Uno recuerda las sentidas e ignoradas palabras de Juan Pablo II, ya enfermo y tembloroso, cuando instó a los «jóvenes» gobernantes occidentales de la época a no emprender la desastrosa guerra de Irak en el 2003.

Lo hacía como testigo vivo del horror de la segunda guerra mundial. Ahora los vientos de la tercera guerra mundial soplan desde muchos lados: en el corazón de la Europa cristiana, con el conflicto de Ucrania, así como en Oriente Medio, donde siguen produciéndose matanzas de civiles inocentes, y en muchas otras partes del mundo.

Es necesaria una sacudida de conciencia. Se necesita, dice el Papa, «una acción cultural, social y política constante y oportuna, valiente y al mismo tiempo prudente, que excluya un futuro en el que una vez más la idea y la práctica de la guerra se conviertan en una opción viable, con consecuencias catastróficas». Porque la historia es maestra de vida, pero «demasiado a menudo desoída».

Y este relato de hoy desde Bélgica, a través de la voz del indefenso Obispo de Roma que lleva el nombre de san Francisco, llama a Europa a redescubrirse y a invertir en el futuro abriéndose a la vida, no a la muerte y a la carrera armamentística, para «vencer el invierno demográfico y el infierno de la guerra».

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27 septiembre 2024, 14:18