El Papa a las empresas familiares: Sean testigos de profesionalidad y vínculos afectivos
Lorena Leonardi - Ciudad del Vaticano
«Habitar la dimensión local con un corazón universal» y, al trabajar “en y para las diferentes partes del mundo”, difundir el valor de ser “familia”. Así exhorta el Papa Francisco a los miembros de la Asociación Italiana de Empresas Familiares, recibidos esta mañana, 5 de octubre, en audiencia en la biblioteca privada del Palacio Apostólico. Dando la bienvenida a la delegación que reúne a exponentes de la empresa familiar, sector motor de la economía italiana, Francisco afirmó que «la Iglesia es familia de Dios» y «mira con simpatía todo lo que es familia». Primero las personas aisladas y después la familia: «¡No!», amonesta, «primero la familia y, dentro de la familia, las personas». Las personas aisladas están 'en órbita' respecto a la humanidad y también respecto a la comunidad cristiana'.
El valor de la responsabilidad
«En vuestro caso -precisa el Pontífice- os caracterizáis por el delicado equilibrio entre familia y trabajo, que se expresa en la valentía y en la responsabilidad empresarial. La pareja coraje-responsabilidad es constructiva porque, explica Francisco, «la acción que nace del corazón es audaz», capaz de no replegarse sobre sí misma sino de «mirar lejos»; la responsabilidad, en cambio, «es el secreto de la economía». Economía» significa “economía doméstica”, por lo que es una expresión de cuidado: “Cuida tu negocio, cuida la familia, cuida nuestra casa común, cuida las generaciones futuras”, enumera el Papa.
Al igual que la misión de la Iglesia, tu empresa suele estar arraigada en un territorio, que estás llamado a enriquecer, ya sea con el testimonio de los lazos familiares, ya sea con la seriedad de tu compromiso profesional».
Cultivar la escucha, en casa y en la empresa
Francisco espera que el don de la fe oriente cada vez más la presencia de las empresas familiares en las realidades locales y refuerce su participación en el destino de la humanidad. «Todo está conectado, nada está aislado -subraya-, aunque la fraternidad entre las personas y los pueblos esté tan herida y la casa común lleve las marcas de la injusta codicia humana. Todo está conectado. Incluso las cosas malas tienen una conexión con todos nosotros». De nuevo, el estímulo a sentirse parte, en la Iglesia, de «una familia más grande» y de «una empresa más grande», que es «el servicio al Reino de Dios y a su justicia».
Por eso os invito a ensanchar el corazón y a ensanchar la mirada, a cultivar en casa y en compañía la escucha entre las distintas generaciones, esto es importante; abuelos con nietos, esto es muy importante».
El Pontífice reitera la importancia de creer en la vocación de los niños, «sea cual sea» y de «abrir puertas y ventanas a quienes pueden hacer juntos un trozo del camino». Por último, recuerda la parábola de los talentos: «no hay que “enterrar” nada de lo que se nos ha confiado», y concluye con una invitación a avanzar sin miedo y con confianza.
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