Ángelus del Papa: “¿Quiero también el bien de los que me hacen sufrir?”
Alina Tufani Díaz – Ciudad del Vaticano
Luego de la Navidad, del anuncio de la buena nueva de Jesús Niño, el Papa, en su alocución antes del Ángelus, reflexiona sobre el martirio de Esteban, de quien hoy celebramos la memoria litúrgica, y recuerda a los hombres y mujeres perseguidos y asesinados, también hoy, a causa de su fe, de su voluntad de hacer conocer el don de la salvación y del perdón del cual son testimonios, como lo hizo Jesús, y como lo imitó el primer mártir de la historia, cuando ya moribundo, rezó por sus asesinos.
En efecto, aunque a primera vista Esteban parece sufrir impotente la violencia, en realidad, como hombre verdaderamente libre, sigue amando incluso a sus asesinos y ofrece su vida por ellos, como Jesús en la cruz, para que se arrepientan y, perdonados, reciban la vida eterna.
Que todos se salven
De este modo, continuó el Santo Padre, el diácono Esteban se nos presenta como testigo de ese Dios que quiere que todos los hombres se salven y que ninguno se pierda, un Padre que no excluye a nadie, que no se cansa de buscarlos y de acogerlos cuando, después de haberse extraviado, vuelven a Él arrepentidos.
Lamentablemente, hoy, en diversas partes del mundo, hay muchos hombres y mujeres perseguidos, a veces hasta la muerte, a causa del Evangelio. Lo que hemos dicho de Esteban vale también para ellos. No se dejan matar por debilidad, ni por defender una ideología, sino para hacer partícipes a todos del don de la salvación. Y lo hacen principalmente por el bien de sus asesinos, y rezan por ellos.
Rezar por los hermanos
Ante una Plaza de San Pedro soleada y repleta de fieles y peregrinos, el Santo Padre como siempre planteó varias cuestiones para la reflexión personal:
Preguntémonos entonces: ¿Siento el deseo de que todos conozcan a Dios y se salven? ¿Quiero también el bien de los que me hacen sufrir? ¿Me intereso y rezo por tantos hermanos y hermanas perseguidos por la fe?
Al concluir, Francisco introdujo la oración mariana pidiendo a María, Reina de los mártires, que nos ayude a ser testigos valientes del Evangelio para la salvación del mundo.
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