El Papa en la cárcel de Rebibbia: Los corazones cerrados no ayudan a vivir
Alina Tufani Díaz – Ciudad del Vaticano
En la apertura de la Puerta Santa de la cárcel de Rebibbia, el Papa exhortó a “abrir de par en par las puertas del corazón, pues cada quien sabe cómo hacerlo”. Una homilía improvisada llena de gestos y palabras que tocaron los corazones de los tantos reclusos y no, presentes en la celebración, que con compostura y modestia miraban con admiración y agradecimiento, en la capilla del Padre Nuestro del nuevo complejo penitenciario romano, la apertura de la segunda Puerta Santa de este Año Santo 2025.
Por primera vez en la historia un Pontífice abre una Puerta Santa no en una basílica sino en el interior de un centro penitenciario. Nuevamente, la decimoquinta vez, Francisco va a una cárcel, “para ofrecer a los presos un signo concreto de cercanía” como lo escribe en la Bula de convocatoria del Año Santo «Spes non confundit» donde expresa su deseo de abrir una Puerta Santa en una cárcel, para que sea para ellos y los de todo el mundo, un símbolo que les invite a mirar al futuro con esperanza y con un renovado compromiso por la vida.
La segunda Puerta Santa se abre en la cárcel
nas 300 personas, entre reclusos, agentes penitenciarios, directivos, las autoridades del gobierno de Roma, colaboradores, voluntarios, el capellán y religiosos, estaban presentes en la celebración en el Nuevo complejo penitenciario, uno de los cuatro institutos que componen la cárcel romana, una de las realidades más grandes de Italia, con más de 1500 reclusos, de los cuales un 35 por ciento son extranjeros.
Con la misma solemnidad de la gran basílica de San Pedro, las puertas de la capilla de Rebibbia se abrieron ante el Sumo Pontífice, esta vez acompañado por el obispo auxiliar de Roma, monseñor Benoni Ambarus, dos reclusos -un hombre y una mujer- y dos agentes, seguidos por un grupo de sacerdotes llevando una Cruz de madera en procesión, luego, el saludo del Pontífice y la liturgia de la palabra.
Abrir las puertas de par en par
Después de los buenos días y el deseo de una Feliz Navidad, el Papa abandonó la homilía preparada para expresar que era su voluntad “abrir la Puerta de par en par”, allí, después de la de la Basílica de San Pedro.
“Es un hermoso gesto abrir de par en par: abrir las puertas. Pero más importante es lo que significa: es abrir el corazón. Abrir el corazón. Y eso es lo que hace la fraternidad. Los corazones cerrados, duros, no ayudan a vivir. Por eso la gracia de un Jubileo es abrir y, sobre todo, abrir los corazones a la esperanza. La esperanza no defrauda, ¡nunca!”
La esperanza es como un ancla en la tierra
Una invitación también la de Francisco a pensar bien en la esperanza, porque “en los malos momentos uno piensa que todo ha terminado, que nada está resuelto”, pero la esperanza -repitió- nunca defrauda.
“Me gusta pensar que la esperanza es como el ancla que está en la orilla y nosotros estamos ahí con la cuerda, seguros, porque nuestra esperanza es como el ancla en tierra. No pierdan la esperanza. Este es el mensaje que quiero dar a todos nosotros. A mí primero. A todos nosotros. No pierdan la esperanza”.
El Santo Padre advirtió también que a veces esa cuerda que es la esperanza y que nos ata a la es difícil y nos hace daño en las manos, “pero con la cuerda -insistió - siempre con la cuerda en la mano, mirando a la orilla, el ancla que nos lleva adelante. Siempre hay algo bueno, siempre hay algo para seguir adelante”.
La puerta del corazón
Las puertas abiertas de par en par, vuelve a ser la imagen que el Papa propone en su breve homilía, especialmente, la puerta del corazón.
“Cuando el corazón está cerrado se vuelve duro como una piedra; se olvida de la ternura. Pero siempre el corazón abierto; el corazón, que es precisamente lo que nos hace hermanos. Abran de par en par las puertas del corazón. Cada uno sabe cómo hacerlo. Todo el mundo sabe dónde está la puerta cerrada o medio cerrada. Todo el mundo lo sabe”.
Es así como al concluir, Francisco invitó a reflexionar sobre los dos temas tocados, “la cuerda con el ancla de la esperanza y abrir de par en par la puerta del corazón. Y también un deseo de vivir un gran Jubileo, con mucha paz y oración.
El regalo del Papa
El Santo Padre donó a la iglesia del penitenciario una reproducción de la Puerta Santa y un pergamino en recuerdo de esta celebración única. “En recuerdo de la visita que el Papa Francisco realizó al Complejo Penitenciario de Rebibbia durante el Jubileo Ordinario 2025 donde abrió la Puerta Santa en la Iglesia del Padre Nuestro», se lee. Y la motivación:
“Como signo de esperanza para recuperar la confianza en sí mismos y recobrar la estima y la solidaridad de la sociedad”.
Al finalizar, el saludo (baciamano) de cada uno de los presentes, incluyendo al alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, en una breve alocución, el Papa reiteró la doble invitación
“Ahora no olvidemos dos cosas que debemos hacer con nuestras manos. Primero: aferrarnos a la cuerda de la esperanza, aferrarnos al ancla, a la cuerda. No soltarla nunca. Segunda: abrir los corazones. Corazones abiertos. Que el Señor nos ayude en esto. Gracias”.
Y antes de abandonar la iglesia, Francisco se despidió deseando «un Feliz Año Nuevo a todos». “Que el próximo año sea mejor que éste. Cada año debe ser mejor”, dijo. Y saludó también a todos «los presos que se quedaron en sus celdas y que no pudieron venir”, seguido por un gran y caluroso aplauso.
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