El Papa: No nos resignemos a la tristeza, en la fragilidad brilla la estrella de Jesús
Edoardo Giribaldi - Ciudad del Vaticano
«Incluso en las noches más oscuras brilla una estrella. Es la estrella de Jesús, que viene a cuidar de nuestra frágil humanidad. Caminemos a su encuentro. No dejemos que la apatía y la resignación nos encierren en la tristeza de una vida mediocre.#Navidad»
La «estrella de Jesús», una luz en medio de las debilidades humanas y un horizonte hacia el que ponerse «en camino» para no expirar en una existencia «mediocre», encerrada en la tristeza. el Papa vuelve a reflexionar sobre el tiempo de Navidad a através de un mensaje publicado hoy, 7 de enero, en su cuenta X @Pontifex, con la que llega a millones de fieles en todo el mundo.
«Soñemos, busquemos, adoremos»
Francisco se hace eco de un pasaje de su homilía pronunciada con motivo de la Solemnidad de la Epifanía de 2022. Ya entonces invitaba a mirar hacia adelante, siguiendo «la estrella que Dios hace brillar sobre nosotros». «Permanezcamos abiertos a las sorpresas de Dios. Hermanos y hermanas, soñemos, busquemos, adoremos», las tres invitaciones dirigidas por el Papa en ese año, que en la homilía de ayer se detuvo en cambio en las tres características de tal guía, de tal estrella.
«Dios busca a todos»
«Es luminosa, es visible para todos y señala un camino». Estas son las tres cualidades. No es un rayo frío y artificial, «fruto de cálculos y juegos de poder», el que irradiaba la estrella que guiaba a los Magos, sino una luz «que puede mostrar a todos el camino de la salvación y de la felicidad: el del amor». Ésta, aseguró el Papa, «es la única luz que nos hará felices», al señalar un camino abierto «a cualquiera que levante los ojos al cielo» porque, reiteró Francisco, «Dios busca a todos, todos».
«En camino» para no caer en la apatía
La estrella de Jesús brilla, aún más, «en las noches más oscuras». Las dictadas por la fragilidad, característica intrínseca de la humanidad, que sin embargo no debe «encerrarnos». Utiliza este verbo, el Papa, para invitarnos a «ponernos en camino» y a no caer en la apatía. Su intención de oración del 2021 de noviembre estaba precisamente dedicada a quienes arrastran un cansancio, un verdadero agotamiento «espiritual», que se puede afrontar «simplemente escuchando en silencio, porque no podemos ir y decirle a una persona: "No, la vida no es así. Escúchame, te daré la receta". No hay receta».
Paciencia en lugar de resignación
Junto a la amenaza de la apatía, el Papa añade la de la resignación. Un término sobre el que había reflexionado en su meditación matutina en la capilla de la Domus Sanctae Marthae en febrero de 2018, estableciendo un paralelismo con el valor de la paciencia. «Se equivocan quienes piensan que tener paciencia es llevar la derrota en la vida, y en lugar de paciencia tienen resignación», había observado el Papa. Decir «en la lotería de la vida me ha pasado esto y lo llevo adelante», no es signo de tolerancia sino, efectivamente, de «resignación».
«Abiertos a las sorpresas de Dios»
Un dualismo que Francisco también había identificado durante la catequesis de la Audiencia General del pasado 7 de febrero. Existe -había observado- una tristeza «amistosa», comparable a la experimentada por el hijo pródigo que, habiendo tocado «fondo», vuelve «en sí mismo y decide regresar a casa». Pero existe también una melancolía que endurece el corazón, una «enfermedad del alma», ligada a «la experiencia de la pérdida». «Cuando esto sucede -había añadido el Papa- es como si el corazón del hombre cayera en un precipicio». Una caída que corre el riesgo de conducir a un consiguiente aplanamiento de la existencia. El antídoto ofrecido por Francisco es una sana «inquietud» que haga permanecer «abiertos a las sorpresas de Dios».
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