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s. León IV, papa

S. León IV, Basílica de San Pablo extramuros S. León IV, Basílica de San Pablo extramuros 

Nacido en Roma pero de origen longobardo, no se conoce su nombre de bautismo aunque, curiosamente, sabemos que su padre se llamaba Ridolfo. León IV fue un hombre de probada pureza e integridad interior. El Papa Gregorio IV lo hizo exclaustrar del monasterio benedictino de San Martino donde era monje y lo encardinó al clero romano. Se convertirá en Papa en 847 por aclamación popular.

Catástrofes naturales y calamidades humanas

En aquel momento la situación en Roma era bastante dramática pues apenas el año anterior las incursiones sarracenas habián sido muy destructivas. Por eso su elección tuvo lugar rápidamente, sin esperar la aprobación imperial. El emperador no se lo tomó a mal pues probablemente se sentía culpable por no haber defendido la ciudad contra los árabes. Por si fuera poco, se presentó otra serie de catástrofes naturales: primero un terremoto que puso a Roma de rodillas (y también derribó una parte del Coliseo), y luego un terrible incendio que devastó la zona de Borgo, y que casi alcanzaba la antigua Basílica de san Pedro. Gracias a la pronta acción y a la oración del pueblo y del Papa, el incendio fue domado. Tal evento fue inmortalizado por Rafael en un fresco conocido como "El incendio de Borgo" que se conserva en los Museos Vaticanos.

El experimento de la Liga Anti-Sarracena

Cuando la amenaza sarracena regresó de nuevo, León IV ya había preparado unas providencias defensivas yendo màs allá de la estrecha relación de interdependencia entre el papado y el imperio. Fué así que logró firmar acuerdos con los soberanos de los ducados vecinos como Amalfi, Gaeta, Nápoles y Sorrento, promoviendo una liga naval (más tarde llamada Liga campana) dirigida por el napolitano Cesario Console, para defender las costas de Campania y del Lazio. La amenaza sarracena se materializó en el verano de 849, cuando en la histórica Batalla de Ostia, los sarracenos fueron derrotados. También esta vez el evento fue inmortalizado por Rafael Sanzio en un fresco con el mismo título, conservado en los Museos vaticanos.

El "restaurador de Roma"

Además de todo esto, las empresas que le valieron a León IV el apelativo de "restaurador de Roma", fueron otras. Aprovechando su propio ascendiente espiritual, pero también el sentimiento de culpa del emperador Lotario, logró obtener de su parte una gran suma de dinero que utilizó para varias restauraciones. La primera y más importante de todas fue la construcción de una muralla más grande que la que construyó Aureliano en su momento y que incluyó la Colina del Vaticano. A esta le siguió la restauración de las basílicas de San Pedro y San Pablo, la fortificación del puerto marítimo de Oporto y la reconstrucción de las antiguas Centumcellae en lo que hoy es Civitavecchia, así como Tarquinia, Orte y Amelia. Pero el "restaurador" no se detuvo allí; también se ocupó de la ayuda directa a la población mas damnificada, con la distribución de alimentos.

Concilios y alrededores

Pero León IV era sobre todo un pastor y como tal dedicó su pontificado a reanimar la debilitada disciplina del clero. Por esta razón dio pié a dos Concilios regionales: el de Pavía en el 850 y el de Roma en el 853; en este último trabajó en particular para reafirmar la pureza de la fe y las costumbres del pueblo. Mientras tanto, con el mismo objetivo, se multiplicaron otros Sínodos en toda Europa: en Maguncia, Limoges, Lyon, París e Inglaterra. Durante esos Concilios, se resolvió también la cuestión disciplinaria ligada a la excomunión de Anastasio, cardenal de san Marcelo con ambiciones de antipapa, quien, sordo a los llamados del Pontífice, había dejado su diócesis y se había establecido en otro lugar.

La relación con los soberanos cristianos

Las relaciones entre León IV y el imperio no eran malas, tanto que el día de Pascua en el 850 Lotario hizo que su hijo Ludovico fuera coronado emperador por León IV. Cinco años más tarde, sin embargo, sucedió algo que comportaba el riesgo de comprometer seriamente la serenidad de la amistosa relación: Daniel, el magister militum del Imperio en Roma, acusó a Graziano, comandante de la milicia muy cercana al Papa, de tramar una peligrosa alianza entre el Papado y el Imperio de Oriente. Fue el propio Ludovico, entonces, quien se precipitó a Roma, donde tuvo lugar la confrontación y donde las acusaciones contra León IV se comprobaron como infundadas. A partir de ese momento muchos soberanos de los reinos cristianos de Europa pedirán ser coronados por el Pontífice, con la intención de obtener así el reconocimiento de su soberanía "por gracia divina".