s. Rafael, arcángel
Hay un libro entero de la Biblia que lo ve protagonista. El Arcángel Rafael es el compañero de Tobías, un joven hijo de Tobit y Ana, a quien su padre encargó cumplir una misión delicada, para la cual es necesario afrontar un duro viaje no eximido de peligros.
El gran corazón de Tobit
La historia está narrada en el Libro de Tobías y se desarrolla en la época de las revueltas de los Macabeos. Tobit, el padre del joven, es un hombre generoso que en el periodo de la deportación asiria, se desmide por aliviar los sufrimientos de sus connacionales. Comparte sus bienes con los más pobres, se prodiga en limosnas, paga puntualmente los diezmos de lo que recauda de sus tierras y ganado. Su piedad lo lleva incluso a hacerse cargo de la sepultura de los cadáveres abandonados. Los avatares de la vida lo ven perder todos sus bienes y, después de un gesto de caridad, también la vista. Al llegar a este punto, Tobit pide ayuda a su hijo.
Al joven Tobías, su padre le pide que vaya a una localidad lejana para recuperar una gran cantidad de dinero, que había entregado a un amigo. El joven se apresta a viajar y aconsejado por Tobit, busca un guía que lo acompañe. La primera persona que Tobías encuentra es un viandante, experto en aquellas zonas, que acepta viajar con él. Durante una pausa en el río Tigris, un gran pez ataca al joven, que primero se asusta y luego, animado por el viandante – que es el Arcángel Rafael de incógnito – captura el pez, y, siempre siguiendo las indicaciones del viandante, le saca al pez el corazón, el hígado y la hiel.
Sara
Llegando casi a la meta, el Arcángel aconseja a Tobías quedarse en casa de la familia de algunos parientes, donde conoce a su prima Sara, que la ley de Moisés le reserva como esposa. La joven se había casado ya siete veces, y sus esposo habían sido asesinados la noche misma de la boda, por Asmodeo, que estaba celoso de la joven. Sara, que hubiera querido ahorcarse por la vergüenza y había desistido sólo por no dar otro dolor a sus padres, acepta casarse con Tobías y, Asmodeo es derrotado por el corazón y el hígado del pez, que el viandante le aconseja poner en el brasero de los perfumes, para que el demonio huyera.
El secreto desvelado
Después de la boda, Tobías regresa donde su padre porque ahora sabe cómo poderlo curar de la ceguera. Es una vez más el pez, esta vez la hiel, ungida en los ojos de Tobit, el que le devuelve la vista a su padre. Tobías quería recompensar al viandante por todo su apoyo, pero llamando a parte a los dos, su compañero de viaje revela su identidad. Explica que había sido enviado por Dios, atraído por las oraciones y por la caridad de cada uno, para curarlos y guiarlos y dice de sí mismo: «Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia». Esta historia sagrada dio vida a una práctica: en la Edad Media, cuando un adolescente o un joven dejaban su hogar por primera vez, llevaban consigo una tableta que los representaba como Tobías acompañado por el Arcángel.