¿Cuál es el origen del árbol de navidad y pesebre que adornan nuestros hogares?
De Mireia Bonilla – SpC
Con ocasión de la inauguración del árbol de navidad y pesebre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, entrevistamos a Don Sergio Tapia, profesor de Media Training de la Facultad de Comunicación Institucional de la Iglesia de la Santa Croce, quien explica de donde viene esta tradición: "fue en 1982, hace 35 años cuando Juan Pablo II directamente le pidió al Gobernatorado de San Pedro si se podía instalar un árbol de navidad al lado del obelisco y un belén monumental para que pudieran los peregrinos acceder los días de diciembre, previos de la navidad, a este monumento". Es un símbolo muy importante que “su Santidad Papa Juan Pablo II quería para recordarles a todos que este símbolo es profundamente cristiano” asegura el profesor Tapia.
El árbol de navidad se trata de una tradición también de familia, y que desarrollamos en nuestros hogares, pero ¿cuál es su origen? Según Don Sergio Tapia es una tradición muy antigua y “ya en la Sagrada Escritura aparece en distintos momentos el árbol de la vida en el paraíso, el árbol de la tentación, el árbol del bien y del mal y el árbol de la Santa Cruz” explica, de modo que esos árboles “están presentes en muchas catedrales del medioevo, y también se presenta el árbol de Gesé, el árbol genealógico de Jesús”.
Aunque realmente la historia del árbol de navidad – continúa el profesor de la Santa Croce- “tiene que ver con escoger un árbol siempre verde”. Los pinos y los abetos principalmente, “eran venerados por muchas tradiciones, no solamente por los cristianos”. El origen de su tradición – explica – también fue durante el medioevo cuando en Alemania - al menos así cuenta la leyenda – puntualiza, San Bonifacio que estaba intentando evangelizar a los alemanes, se encontró con que ellos adoraban un robre y ahí hacían sacrificios humanos y entonces este Santo evangelizador cansado de esta costumbre pagana, “se cuenta que tomo un hacha y de un solo golpe derribó aquel roble”. Después de esto, continúa narrando, la gente le pregunto cómo debían celebrar la navidad y San Bonifacio dijo: “un árbol verde como este abeto (que estaba al lado de aquel roble) nos puede servir, porque es símbolo de esa vida que no termina, así que podemos decorarlo con manzanas que nos recuerdan que somos pecadores y con luces que nos recuerdan que ese pecado lo vence la gracia de Dios”.
Hay muchas historias, pero la popularización del árbol de navidad es realmente durante el siglo XIX: “es cuando se empiezan a poner árboles de navidad como los conocemos hoy en distintos lugares” explica Don Tapia. Y ese árbol, según el profesor de la Santa Croce, “nos ayuda cuando lo pongamos en casa porque es un símbolo de una vida que no termina nunca y una vida que es regalo de Dios”. Mientras que las luces, “nos recuerdan la gracia de Dios que nos acompaña siempre” y los regalos que vemos en los pies del árbol “nos recuerdan el regalo más importante que es el que nos hizo Dios dándonos a su hijo Jesús”.
Por otro lado, la representación del nacimiento del niño Jesús, se cuenta que comenzó “con San Francisco de Asís en 1223”. Don Sergio explica que San Francisco estaba en un pueblito cercano a Roma, llamado Greccio, en la provincia de Rieti y allí San Francisco “quiere hacer una representación teatral, un nacimiento viviente con las personas que estaban alrededor de aquel convento franciscano”. Durante la misa de media noche se cuenta que en el pesebre que habían dejado allí preparado para la representación, “apareció un niño en carne y hueso, y lo tomo San Francisco en sus brazos y a partir de ahí se empezó a difundir la devoción de poner en las casas el día de navidad, una representación del nacimiento del niño Jesús”, detalla el profesor Tapia.
Además, recuerda la importancia de tener el belén en nuestras casaspara ser así “los protagonistas” como quería San Francisco y para poder meternos “como un personaje en el pesebre”: “a veces nos podremos identificar con uno de los pastores, a veces podremos pensar en los trabajos que paso San José, a veces podremos ponernos en los pies de la Virgen adorando a su hijo o simplemente como un espectador que esta allí pasmado contemplando la escena” relata, siendo una ocasión “para rezar, para mantener a la familia unida y para recordarnos que Dios nos ha hecho el regalo más grande que es darnos a su hijo”.
Antes de finalizar, recuerda que una de las cosas que ayudan mucho son “las canciones de navidad”, porque muchas de esas canciones “nos ayudan a rezar, a encontrarnos con la fe verdadera y a alimentar nuestro corazón para que no se queden estas fiestas en un simple intercambio de regalos” sino que nos lleven a pensar “que el regalo más importante es el que nos hizo Dios”.
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