Mons. Viganò: estemos disponibles para acoger la sorpresa del Señor que cambia nuestra vida
María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano
“La historia de la salvación es el fruto de la obstinada fidelidad de Dios, porque Él viene cuando quiere y abre nuevos horizontes, a veces imprevisibles”: fue una de las frases centrales de la homilía de Mons. Dario E. Viganò, Prefecto de la Secretaría para la Comunicación, en la Misa que presidió en ocasión de las felicitaciones navideñas del personal de dicho Dicasterio, en la Basílica de San Pedro, este 19 de diciembre.
Ante el altar de la Cátedra de San Pedro, en el ábside de la Basílica vaticana, numerosos dependientes de la Secretaría para la Comunicación se reunieron, como cada año en estas fechas, para compartir la misa a pocos días de la Solemnidad de la Navidad y “recibir el don de su Vida y escuchar su Palabra que ilumina nuestros pasos”.
Con una invitación a rezar por los familiares difuntos, sobre todo por aquellos que se apagaron recientemente, por los enfermos, las familias y por todas las personas y las situaciones que cada uno lleva en el corazón, Mons. Viganò, reflexionó sobre los comportamientos, las reacciones y las respuestas que los personajes de los pasajes bíblicos apenas escuchados, dieron ante un anuncio tan sobrecogedor: “Dios dona la vida más allá de toda previsión humana”.
En efecto, Mons. Viganó repasó el pasaje bíblico del Libro de los Jueces, que narra el anuncio del nacimiento de Sansón; y el Evangelio de Lucas, con el anuncio a Zacarías e Isabel del nacimiento prodigioso de Juan. Ambos padres eran ya maduros y no esperaban más el nacimiento de un hijo. Los primeros, sencillos, acogen sin preguntas esta llegada y enseñan “el sentido de confiarse en Dios”; los segundos, “representan la imagen de un pueblo que observa escrupulosamente todas las leyes del Señor”, explicó el Prefecto.
Con estos ejemplos como premisa, Mons. Viganò dirigió una invitación:
“De esta manera – agregó – nos daremos cuenta de lo que el Señor hace por cada uno de nosotros, por nuestros hijos, por nuestras familias. Nos daremos cuenta que Él es verdaderamente el Señor que reconstruye, reedifica, nos envuelve con su ternura, nos perdona, nos levanta de las caídas y nos vuelve a poner en camino”.
“Busquemos estos signos de Dios en nuestra vida, en estos últimos días que nos separan de la Navidad para prepararle el camino, para dar testimonio que las carreras las hacemos no sólo para los regalos del ‘último momento’ sino también para encontrar al Señor, para acogerlo al centro de nuestras casas - instó el Prefecto. Y después de desear a todos una Feliz Navidad, pidió al Señor que done también a nosotros, como a Zacarías e Isabel, la experiencia de una nueva e imprevista fecundidad que nace de la acogida de su Espíritu, que hace nuevas todas las cosas.
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