Domingo del Mar. Card. Turkson: proteger la vida de marineros y pescadores
María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano
Con ocasión de la celebración del Domingo del Mar, el cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, ha dirigido un Mensaje en el que se refiere a las problemáticas vinculadas a la vida en el mar de los numerosos trabajadores del sector. También a ellos, marineros y pescadores, se refirió el Santo Padre Francisco al término de la oración del Ángelus dominical:
“Rezo por ellos y por sus familias, como también por los capellanes y los voluntarios del Apostolado del mar”. El recuerdo del Papa fue, de manera especial, por quienes “en el mar viven situaciones de trabajo indigno, como también por quienes se empeñan en liberar los mares de la contaminación”.
El rol significativo de los marineros en la economía global
En su Mensaje por la celebración del Domingo del Mar, el Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, subraya la obligación de recordar la situación que viven los 1.200.000 marineros de diversas nacionalidades y credos diferentes, que se ven obligados a estar largos meses “en el espacio restringido de un barco, separados de sus familias y de sus seres queridos”, “sin poder participar a los eventos familiares más importantes y significativos”, “ni estar presentes en los momentos difíciles que te ponen a prueba, como las enfermedades o la muerte”.
El rol significativo de los marineros en la economía global
El cardenal destaca el valor de la profesión de la gente del mar que, - dice - , “desarrollan un rol significativo en nuestra economía global transportando, de una parte a otra del globo, el 90% de los bienes que utilizamos en nuestra vida cotidiana”, y al mismo tiempo, expresa su gratitud por el arduo trabajo “lleno de sacrificios que llevan a cabo”.
Negación del permiso de desembarcar y de visitar el barco
Son tantos los obstáculos que tienen que enfrentar marineros y pescadores en su labor cotidiana y, en su día, el Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, destaca algunos de ellos. En primer lugar, el card. Turkdon explica que “con la mecanización y la automoción, el tiempo de atraque del barco en el puerto se ha reducido al mínimo, por eso la tripulación no tiene suficiente tiempo para descansar y relajarse”. Asimismo, pone en evidencia que “aunque la introducción del Código Internacional para la protección de los buques y de las instalaciones portuarias (ISPS) haya mejorado la seguridad del mar, al mismo tiempo se ha revelado particularmente difícil para los marineros” ya que, “en numerosos puertos, para las tripulaciones es cada vez más complicado obtener el permiso para bajar a tierra firme, a causa de la política empresarial y de las normas restrictivas y discriminatorias impuestas por los Gobiernos”.
El purpurado denota también que “a muchos de nuestros capellanes y voluntarios que visitan los buques, les viene negado el permiso de entrar en puerto o de subir a bordo de los buques para suministrar bienestar material y espiritual a los marineros que llegan a la costa tras semanas de navegación” y expresa la condena de estos hechos que contradicen “el espíritu de la Regla 4.4 del Convenio sobre el trabajo marítimo (MLC), que ha entrado en vigor el 20 de agosto del 2013, con la intención de mejorar el bienestar de los marineros”.
Violencia en el mar y piratería
El Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral se refiere seguidamente a la cuestión la piratería en el mar, cuya causa principal está “siempre unida a la inestabilidad política y a menudo a la industria de la pesca”. Y en este sentido afirma que “la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada ha privado a muchos Estados costeros de sus recursos marítimos naturales, creando una situación de extrema pobreza en el país, y facilitando a individuos sin escrúpulos a convertir pescadores desesperados y sin trabajo, en piratas”. “Pedimos a los Gobiernos y a los propietarios de los buques que pongan en práctica todos los mecanismos necesarios para proteger la vida de las personas en el mar y reducir al mínimo el coste económico”, escribe el purpurado.
Abandono de buques y tripulación
Otro de los puntos evidenciados por el purpurado es el del “abandono de buques y tripulación”. Para ello, el card. Turkson cita fuentes periodísticas que señalan que “entre el 2012 y el 2017 más de 1.300 marineros han sido abandonados por diversas razones en puertos extranjeros lejos de casa, a menudo sin sueldo y sin reservas de comida y carburante para el buque”. “Una vez abandonados, a los marineros se les deja solos” – señala – “a no ser que sean ayudados por una organización humanitaria”. Y en este contexto expresa el “más sincero agradecimiento a todos los capellanes y voluntarios de las Stella Maris que, de Malta a Sudáfrica, del Reino Unido a los Estados Unidos, durante meses, han proporcionado ayuda material, espiritual, legal y psicológica a diferentes tripulaciones de buques abandonados, y continúan haciéndolo. El Prefecto se dirige asimismo a los propietarios de los buques pidiéndoles “que den una indemnización a los marineros y a sus familias en caso de abandono”.
Impacto ambiental en los océanos
Finalmente el Mensaje del Cardenal Turkson para el Domingo del Mar hace referencia a la encíclica Laudato sí del Papa Francisco, en la que el Pontífice hace un llamado para que se desarrollen políticas tendientes a reducir la contaminación ambiental en el mar. “Como cualquier tipo de transporte que utiliza combustibles fósiles – afirma el card. Turkson – los buques producen emisiones de dióxido de carbono que contribuyen de manera significativa al cambio climático global y a la acidificación de los océanos” y además “emiten una cierta cantidad de contaminantes que contribuyen al problema”. En este sentido, el purpurado expresa su respaldo a “los esfuerzos llevados a cabo por la Organización Marítima Internacional (OMI) para prevenir y reducir de forma significativa la contaminación plástica marina del sector marítimo y disminuir las emisiones de los gases de efecto invernadero producidas por los buques e implementar otras normas que impongan el uso de carburantes más limpios en el mar”.
Invocando a María, Estrella del Mar, el purpurado le pide que “extienda su protección maternal a la gente del mar y la guíe en los peligros hacia un puerto seguro”.
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