Mons. Paglia: “No queremos hacer el trabajo sucio de la muerte”

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

La defensa de la calidad de vida de los enfermos durante su última fase es el tema sobre el que se está tratando durante estos días en la “Conferencia de Cuidados Paliativos y Espiritualidad para la Vida” en Houston, Texas. Entre el 16 y 18 de septiembre, líderes espirituales se están reuniendo en el Instituto de Investigación Metodista para explorar cómo integrar la espiritualidad en la práctica clínica paliativa, desarrollar enfoques ecuménicos para cuidados paliativos que apoyan la vida espiritual de pacientes y cuidadores, y abogar por mejores prácticas en cuidados paliativos alrededor del mundo.

Se trata de un proyecto conjunto entre la Academia Pontificia para la Vida del Vaticano, el MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas y el Centro de Investigación para Estudios Metodistas en Houston.

Cuidados paliativos: apostar por una mejor calidad de vida

El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Monseñor Vincenzo Paglia, ha declarado que se oponen claramente “a todas las formas de eutanasia”. “No queremos hacer el trabajo sucio de la muerte, nosotros lo que queremos es ayudar al enfermo”.

Respecto a los cuidados paliativos; concepto que ha sido el motor de la conferencia, Mons. Paglia asegura que son “una manera de estar al lado de aquellos que están viviendo la última parte de su existencia terrenal” y por tanto, “una perspectiva holística para acompañar a quien está enfermo, para ayudar a las familias y para involucrar a los amigos, de manera que nadie sea dejado sólo a vivir este momento tan importante”.

La cultura del acompañamiento. Amor, cercanía y ternura

En este contexto, el Presidente de la Pontificia Academia para la Vida ha expresado además que les gustaría acompañar, aun “cuando no sea posible curar”: “De hecho, si no es posible curar, tiene que haber siempre la posibilidad de acompañar a quien está enfermo”.

Por último, Paglia ha hablado de “la cultura del acompañamiento”. Una cultura que hay que desarrollar “para no abandonar nunca a nadie” – ha expresado – y que tenga como objetivo que los últimos momentos de la propia existencia terrena “sean acompañados por el amor, la cercanía y la ternura”. “Es una gran enseñanza que nos llega de la Iglesia y de la humanidad” ha concluido.