Card. Parolin: «Luchar por los derechos sin perder el nexo con la humanidad»
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
"Los derechos humanos son, sin duda, un tema de gran actualidad, complejo y, a veces, controvertido. Las intervenciones de estos días nos brindan análisis importantes y significativos, que destacan aspectos clave de la discusión, desde el origen y el fundamento de los derechos humanos, pasando por su jerarquía e interacción mutua hasta los límites donde pueden o deben llegar", con estas palabras el cardenal Secretario del Estado Vaticano, Pietro Parolin, inició su discurso pronunciado el jueves 15 de noviembre con ocasión del 8º Simposio internacional "Derechos fundamentales y conflictos entre derechos", organizado por la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI en colaboración con la Universidad Lumsa, en el 70° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y cuando se cumplen veinte años de la concesión del Doctorado honoris causa de la Universidad al entonces cardenal Joseph Ratzinger.
Evolución de los derechos a través del diálogo
Durante su intervención, el purpurado abordó el ámbito de investigación de esta temática, desde una perspectiva diferente, centrándose especialmente en los interlocutores de la Santa Sede en el campo de los derechos humanos y, por lo tanto, en el diálogo que establece con la comunidad internacional.
"No podemos olvidar que la actitud de la Iglesia y su propensión al diálogo sobre los derechos humanos han ido evolucionando a lo largo de los siglos desde que la expresión apareció en los comienzos de la Revolución Francesa en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, del 26 de agosto, 1789", afirmó Parolin subrayando que si bien en un inicio, estos fueron percibidos como "una propaganda engañosa difundida por aquellos que en realidad pretendían subvertir todo buen ordenamiento de la vida colectiva; el lenguaje de los derechos fue entrando lentamente en la vida de la Iglesia con el desarrollo de la doctrina social".
Iglesia: promotora de los Derechos Humanos
Tras los dramáticos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y con la instauración de una nueva relación con la modernidad en los años del Concilio Vaticano II, la Iglesia abandonó la dialéctica inicial y se convirtió ella misma en promotora de los derechos humanos fundamentales, aunque sin renunciar a subrayar las prerrogativas de la ley divina.
Por ello, el Secretario de Estado recuerda que tal y como afirma la Constitución Pastoral Gaudium et spes, “no hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo confiado a la Iglesia". Al mismo tiempo, pone en guardia sobre el riesgo, en efecto, de caer en la tentación de juzgar que nuestros derechos personales solamente son salvados en su plenitud cuando nos vemos libres de toda norma divina.
"Por tanto, si por un lado, en el curso del tiempo se abrió un diálogo fructífero entre la Iglesia y la sociedad sobre el tema de los derechos a lo largo del tiempo, por otro lado; no con poca frecuencia, suelen estar marcadas las distancias acerca del contenido y el lenguaje adoptado", argumentó Parolin.
La sacralidad del Derecho a la vida
Desde este punto de vista, se entiende el compromiso concreto de la Santa Sede en defensa de algunos derechos específicos a los que presta especial atención y en cuya promoción está comprometida; como el derecho a la vida en todas sus fases: desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, por lo que también participa activamente en la promoción de la eliminación universal de la pena de muerte.
El respeto a la dignidad de los migrantes
Profundizando sobre la actual crisis migratoria y el derecho humano a la búsqueda de un futuro seguro y mejor que garantice la propia supervivencia; Parolin argumentó que el Papa Francisco no ha dejado de recordar la urgente necesidad de cuidar de aquellos que se ven obligados a abandonar sus tierras debido a guerras y persecuciones, así como por el hambre y las dificultades económicas.
"Sabemos que el compromiso del Santo Padre con la promoción de la dignidad de los más débiles, especialmente de los niños y adolescentes que se ven forzados a vivir lejos de su patria y separados de los afectos familiares, le ha acarreado a veces la hostilidad, especialmente de aquellos que han visto su territorio fuertemente afectado por las recientes oleadas migratorias", y para no caer en malentendidos, el Secretario subrayó que el Pontífice ha siempre defendido que la acogida de los migrantes "debe ser razonable, es decir, debe ir acompañada de la capacidad de integración y de la prudencia de los gobernantes".
Libertad religiosa y de pensamiento
En cuanto al derecho a la libertad religiosa, el purpurado destacó que no es sólo la de un pensamiento o de un culto privado: es la libertad de vivir según los principios éticos consiguientes a la verdad encontrada, sea privada que públicamente.
"La Santa Sede, por consiguiente, está en primera línea en la promoción del derecho a la libertad religiosa, trabajando por un lado para evitar la marginación de la religión en la sociedad civil, por el otro para que en todas las sociedades los derechos de todos los ciudadanos estén igualmente protegidos independientemente de sus creencias religiosas", explicó indicando que junto con la libertad religiosa, es importante afirmar la libertad de conciencia.
“Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana".
No perder el nexo con la humanidad
Al cierre de su ponencia, el cardenal Parolin afirmó que la tentación moderna es acentuar mucho la palabra "derechos", dejando de lado la más importante: "humanos".
«Si los derechos pierden su nexo con la humanidad, se convierten sólo en expresiones de grupos de interés. Del mismo modo, los deberes relacionados con ellos caen, y así al afirmar los derechos del individuo, ya no se tiene en cuenta que cada ser humano está unido a un contexto social, en el cual sus derechos y deberes están conectados a los de los demás y al bien común de la sociedad misma».
«En el debate sobre los derechos, el desafío para la Iglesia y, por lo tanto, también para la Santa Sede en los diversos foros internacionales no es defender posiciones o "poseer espacios", como diría el Papa Francisco, sino proponer de manera simple y transparente su visión del hombre: no el producto solitario del azar, sino el hijo de un Padre amoroso, que "a todos da la vida, el aliento y todas las cosas" (Hechos 17:25). Es un camino arduo, que sin duda merece ser recorrido», concluyó.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí