Mons. Ayuso Guixot: cristianos y taoístas unidos por una ética global
Ciudad del Vaticano
El Segundo Coloquio Cristiano-Taoísta, en el que participaron unos setenta académicos y practicantes del diálogo interreligioso, cristianos y taoístas, fue organizado por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (PCDI), la arquidiócesis católica de Singapur y la Federación Taoísta de Singapur (TFS). Tuvo lugar en Singapur, del 5 al 7 de noviembre, bajo el tema “Ética cristiana y taoísta en el diálogo”.
En busca de una ética global
Entre varios de los puntos tratados destacan la crisis actual de la ética y esperanzas para el mañana; respuestas taoístas y cristianas a la crisis ética; instituciones sociales y transformación de las personas humanas; desarrollo espiritual y cultivo de la persona; la ética global y la interdependencia de todos los seres humanos, fomentar una sociedad unida y armoniosa, y orientaciones emergentes para el futuro compromiso cristiano-taoísta.
El programa también incluyó visitas culturales e interreligiosas al templo taoísta Kew Ong Yah, a la iglesia católica de la Transfiguración y a la Galería Harmony in Diversity.
La riqueza de la interculturalidad
Entre varias de las intervenciones destacó la de Miguel Ángel Ayuso Guixot, secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso:
"La búsqueda de una ética global es inseparable de una experiencia de transformación interior, que implica alejarse de los males personales y estructurales. Y puesto que esta investigación concierne a todos, el conocimiento mutuo, el compartir sin prejuicios entre culturas y religiones diferentes es indispensable", afirmó el prelado, que se encuentra en Asia para una misión que también lo llevará a Bangkok con motivo de las celebraciones del 230º aniversario del templo budista más sagrado de Tailandia.
Conclusiones de la declaración
En la declaración final los participantes enumeran las siguientes conclusiones:
Reconocemos que el Segundo coloquio cristiano-taoísta ha ayudado a fortalecer nuestros lazos de amistad y a nutrir nuestro deseo de una mayor colaboración.
Compartimos nuestras preocupaciones y esperanzas para el futuro.
Afirmamos, debido a las enseñanzas éticas fundamentales de nuestras tradiciones religiosas de hacer el bien y evitar el mal, que nadie puede escapar a la responsabilidad moral de transformar estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas y legales injustas.
Reconocemos que la crisis ética actual requiere un redescubrimiento de valores universales basados en la justicia social, la ecología integral y la dignidad de la vida humana en cada etapa y circunstancia. Por lo tanto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) sigue siendo una expresión fundamental compartida de la conciencia humana para nuestros tiempos y ofrece una base sólida para promover un mundo más justo.
Creemos en la capacidad de nuestras tradiciones religiosas para inspirar una respuesta multifacética a los desafíos de nuestros tiempos. Por lo tanto, es necesario mejorar los métodos de comunicación de nuestras tradiciones e historias en un idioma que sea fácilmente comprensible.
Consideramos que las familias, las instituciones educativas y las comunidades religiosas son lugares de formación moral y espiritual donde los jóvenes de hoy pueden aprender a dar forma al mundo de mañana para convertirlo en un lugar mejor.
Hemos visto que los intercambios interpersonales y académicos entre nuestras tradiciones religiosas han hecho posible que trabajásemos juntos para crear los marcos éticos necesarios para el bien común de esta generación y de las futuras”.
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