Evangelii Nuntiandi: evangelizar un mundo en cambio
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
La Evangelii Nuntiandi identifica la misión de Jesús con la misión de la Iglesia. Esta misión busca mostrar el rostro del Padre a todos los seres humanos. Por ello, el primer empeño de Jesús es mostrar al Padre que lo ha enviado. Para Jesús el reinado de Dios es lo más importante, es el núcleo de la buena nueva. De igual manera, lo es para la Iglesia. El anuncio del Reino hoy pasa por la liberación religiosa integral y plena, que trae como consecuencia, un cambio radical, hondo en el ser humano y en la comunidad a la que pertenece; este cambio debe ser dinámico y permanente.
Mirar el presente y el futuro
No hay cambio posible si el ser humano no es consciente de su caminar por la vida, de su propia historia. La mirada tiene que ser entusiasta, pues ese entusiasmo le permitirá a las personas sentir que son actores de lo que les ocurre. Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización insiste en que las personas tengan capacidad de mirar el presente y el futuro con entusiasmo.
Mirar el presente y el futuro es comprometerse
Descubrir a Dios como Padre implica también, descubrir a los que me rodean como hermanos. Es con ellos que estamos llamados a construir una nueva humanidad, previa renovación de los seres humanos: hombres nuevos para una humanidad nueva. Mons. Fisichella nos invita a dirigir nuestra mirada hacia los pobres, los marginados y aquellas personas a las que se les pisotea su dignidad. Mirarlos es comprometerse con la mirada de Dios, que no es decorativa ni superficial, sino profunda, pues evangelizar a las personas es testimonio del amor de Dios a la humanidad. Es defender a los más débiles de la creación.
Promoción humana
La evangelización busca la promoción humana. Si el ser humano es parte activa de su historia, no se puede separar la fe y la historia humana. A este propósito Pablo VI se pregunta: “¿Cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?” (EN, 31).
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