Card. Filoni sobre Sínodo del Amazonas y el mes misionero
Ciudad del Vaticano
Gianluca Biccini dialoga con el Cardenal Prefecto Fernando Filoni, quien afirma que entre los acontecimientos eclesiales más significativos del año que acaba de comenzar están el Sínodo sobre el Amazonas y el mes misionero extraordinario, que se celebrarán en octubre. Especialmente, en la segunda iniciativa, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos tendrá un papel central.
¿Cuál fue la génesis del mes misionero extraordinario?
La iniciativa nace en el contexto de un aniversario histórico, el centenario de la carta apostólica Maximum illud de Benedicto XV, y de una reflexión sobre el enfoque que el Papa Francisco quiso dar, cincuenta años después del Concilio Vaticano II, a la Iglesia de nuestro tiempo -la que expresa en la Evangelii gaudium- caracterizándola como una Iglesia evangelizadora. Y la evangelización se ha convertido en el centro de todas sus actividades, tanto en la forma que se puede llamar tradicionalmente pastoral, como en la más típica de anunciar la buena nueva a las gentes o a aquellos que, aunque bautizados, no conocen el Evangelio.
¿Cuál será el itinerario de preparación para el mes misionero extraordinario?
La idea básica es descentralizarse de Roma, implicando a las diócesis y a las conferencias episcopales nacionales, para que cada Iglesia particular pueda sentir esta necesidad evangelizadora y ponerla en práctica a través de proyectos específicos. Se trata, en definitiva, de reiniciar la pasión y el ardor por la misión, desde diferentes contextos sociales, culturales y religiosos.
Toda persona que ha recibido el sacramento que la une a la Iglesia como hijo de Dios está llamada a ser enviada: por tanto, la actividad misionera no es exclusiva de sacerdotes, obispos, religiosos o religiosas, sino de toda la "Iglesia de Cristo en misión en el mundo". Entre las muchas otras iniciativas, quiero señalar los encuentros programados en Calcuta, con los teólogos de las Iglesias de la India (en febrero); luego en Lusaka, en Zambia, para el África anglófona (en julio); luego en Macao, para Asia oriental y sudoriental y el Pacífico. A este respecto, cabe señalar que algunas Iglesias y Conferencias Episcopales han decidido celebrar no un mes, sino todo un año misionero.
De cara al 2018, ¿cuál fue el momento más significativo de la actividad del Departamento?
Ciertamente, el Quinto Congreso Misionero Americano (Cam5), celebrado a mediados de julio en Bolivia, donde fui enviado especial del Papa. Aquí se ha estimulado la conciencia de las Iglesias locales para que se conviertan en misioneras. He visto un proceso de crecimiento de las comunidades locales en comparación con una sociedad relativista, marcada por los problemas de la migración, la pobreza, la degradación del medio ambiente y la violación de la dignidad humana.
¿Qué impresión le causó su experiencia en suelo africano?
En todas partes he tenido encuentros muy fructíferos, hechos de escucha y diálogo, que me han dejado la impresión de una Iglesia en crecimiento, donde casi todos los obispos son ahora nativos, y también el clero y los religiosos son para la inmensa mayoría originarios de la región. La participación de los laicos en la vida de la Iglesia es significativa; y los seminarios están llenos.
¿Y qué puede decirnos de la Iglesia en Asia y Oceanía?
La última vez que estuve en Oriente fue a finales de 2017 en el seguimiento del Pontífice en Myanmar y Bangladesh: dos realidades en las que la presencia católica debe ser aún más estimulada teniendo en cuenta que la Iglesia es constantemente pequeña en comparación con las religiones mayoritarias.
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