Iglesia ortodoxa rusa y católica: “Ecumenismo en defensa de la vida”
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
La Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Católica encontraron un campo de acción común en la defensa de la vida – lo señala el Osservatore Romano en su edición italiana de este martes – esta convicción dio lugar al coloquio celebrado este martes, 12 de febrero, en Moscú, para recordar la Declaración Conjunta firmada en Cuba por el Papa Francisco y el Patriarca Cirilo en 2016.
Card. Koch: el fin de vida un reto de nuestro tiempo
El coloquio de este año, es el tercer encuentro después de los de Friburgo en 2017 y Viena en 2018, y tiene como tema el “Fin de la vida”. En los trabajos realizados en el Instituto Teológico de Estudios de Postgrado Santos Cirilo y Metodio, intervino el Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, quien agradeciendo al Metropolita Hilarión, Rector de este Instituto Teológico, subrayó la apertura de un nuevo capítulo en las relaciones entre las dos Iglesias.
Refiriéndose al tema del coloquio, el Card. Koch señaló que la cuestión del fin de la vida “siempre ha sido un reto, ya que el hombre es la única criatura consciente de su propia condición mortal”. Este reto, agregó, se presenta hoy en día de una forma nueva gracias a los avances en el conocimiento y la tecnología médica. De hecho, añadió, “en las sociedades modernas, la muerte suele ocurrir en el hospital, y a menudo es el resultado de una decisión médica, ya sea el cese del tratamiento o la no iniciación del mismo”. Y todo esto, dijo el Card. Koch, plantea la cuestión del sentido del sufrimiento para los cristianos, de lo que entendemos por dignidad de los enfermos, y saber si lo que es bueno para el cuerpo está siempre al servicio del bien integral de la persona.
En este sentido, el Card. Koch recorrió las principales etapas de la reflexión de la Iglesia sobre el tema a través de un excursus histórico. Ya en 1957, de hecho, Pío XII, en su discurso ante una asamblea internacional de 500 médicos reunidos en Roma, se declaró a favor de los cuidados paliativos y contra todo tratamiento agresivo. En 1980 estas posiciones fueron desarrolladas en un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la declaración Iura et bona sobre la eutanasia, cuyos principios fueron claramente resumidos en el Catecismo de la Iglesia Católica. Estos recuerdan el carácter moralmente inaceptable de la eutanasia, el rechazo de cualquier tratamiento demasiado entusiasta y la obligación del cuidado ordinario.
Mons. Paglia: no se puede morir solo
En los coloquios también intervino Mons. Vincenzo Paglia, Presidente de la Academia Pontificia para la Vida, quien trató el tema “Al servicio de la dignidad del hombre, llamado a la vida”. En su intervención el Prelado se refirió a la carta Humana communitas, enviada por el Papa Francisco a la Academia Pontificia en el vigésimo quinto aniversario de su fundación. El documento papal fue traducido al ruso para la ocasión y donado al Patriarcado de Moscú. Curar, explicó Mons. Paglia, significa cuidar a los demás, como enseña el Evangelio. Y en este sentido la parábola del Buen Samaritano adquiere una nueva dimensión en la sociedad tecnológica e hiper-conectada cuyas implicaciones son personas cada vez más encerradas en sus propios recintos.
Cuidar, explicó el Arzobispo, “es ocuparnos de la vida humana en el sentido de la calidad humana de las opciones que guardan y reafirman el destino último de la vida” y, al mismo tiempo, cuidar el medio ambiente: “Estamos llamados a redescubrir la conexión entre las relaciones entre nosotros y los lugares que albergan nuestras vidas”. Después de enmarcar los desafíos de esta manera, Mons. Paglia se centró en el tema específico del "fin de la vida" y subrayó cómo la Academia Pontificia ha incluido los cuidados paliativos entre los puntos calificativos de su compromiso. Acompañan a las personas en la transición a la muerte; no abandonan al enfermo como a veces lo hace la medicina cuando "no hay nada más que hacer", ni se dirigen hacia una "furia terapéutica". Para los cuidados paliativos, añadió, "no tenemos pacientes", pero "si tenemos personas, con todo su bagaje físico, psicológico, cultural y espiritual"; por lo tanto, es necesario reconocer también "junto a los enfermos" "la presencia de familiares y de quienes trabajan por su salud". Porque, como denunciaba el prelado, "no se puede morir solo".
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