Mons. Urbańczyk: usar tecnología para combatir tráfico seres humanos
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
El representante de la Santa Sede, en sus declaraciones, hizo cuatro planteamientos:
Comprensión del uso indebido de la tecnología
El diplomático constató la desigualdad en el consumo y utilización de la tecnología: “Mientras la tecnología continúa su camino de rápido desarrollo, sigue existiendo una brecha entre los que pueden y los que no pueden acceder a sus muchos y cada vez mayores beneficios.”
En esta realidad, se puede hacer uso de la tecnología de manera provechosa o de manera inadecuada para la humanidad. Por eso afirma: “El mero hecho de que esta Conferencia esté dedicada al uso de la tecnología para combatir el tráfico revela, por un lado, que la tecnología es `per se' una cosa buena… Por otro lado, también, que las comunicaciones se usan para reclutar víctimas potenciales”.
Por eso nos recuerda: “Debido a sus considerables recursos económicos, el crimen organizado es capaz de utilizar las tecnologías más avanzadas para explotar a los que simplemente desean un futuro digno para ellos y para sus familias. Sin los medios y los conocimientos necesarios para verificar el origen de cualquier material u oferta recibida, muchos son engañados y manipulados en canales de explotación. Es un engaño que sucede a menudo: los traficantes que se aprovechan de las esperanzas y los sueños de los pobres prometiendo que estos serán fáciles de conseguir”.
Mons. Urbańczyk llama la atención sobre los múltiples usos de la tecnología, en un contexto ético más amplio. Puede ser utilizada para atacar graves problemas como la trata de personas, la esclavitud, la lucha contra el racismo, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Protección de las víctimas
Para el representante de la Santa Sede, privilegiar los beneficios económicos sobre las personas ayuda a favorecer la dinámica de la trata y problemas afines, porque “tiende a oscurecer la fría lógica del tráfico humano como extremadamente rentable, implantado incluso en empresas de renombre".
En la conferencia, Mons. Urbańczyk recordó que hay muchas instituciones que trabajan contra el crimen de la trata de personas. Declaró: “sus acciones tienen, de hecho, un doble objetivo. Por un lado, ellos buscan la reintegración en la sociedad de las personas que han sido víctimas de la explotación. Por otro, promueven una mayor conciencia de la necesidad de difundir información sobre la trata, así como sobre sus consecuencias trágicas”. Resaltó la importancia de las mismas víctimas, porque pueden facilitar información valiosa para desmantelar las redes criminales.
Enjuiciar a los criminales
Subrayó que “un uso responsable de la tecnología permite la consecución de objetivos a gran escala: como la rápida identificación tanto de las víctimas como de los traficantes”.
Insistió: “Es de suma importancia desmantelar tanto las propias redes delictivas, como sus sectores relacionados, así como identificar a los funcionarios públicos corruptos y la cadena de consumo vinculada a los intereses inescrupulosos e ilegales de los grupos financieros y económicos, tanto nacionales como internacionales”.
Un crimen que se actualiza constantemente
Mons. Urbańczyk considera que las políticas utilizadas para luchar contra la trata de personas hay que actualizarlas constantemente. Afirmó: “hay que estar en consonancia con el cambio continuo y rápido de los métodos y las trayectorias de los delincuentes, que a menudo son los primeros en emplear tecnologías innovadoras para sus propósitos”.
Recordó que uno de los métodos utilizados por las redes delictivas es la venta en línea de productos derivados del trabajo en condiciones de esclavitud o de la venta de personas. Advierte a los consumidores de los productos de la trata y de la esclavitud, para ello recuerda al Papa Benedicto XVI: "Es bueno que la gente se dé cuenta que comprar es siempre un acto moral - y no simplemente económico (Caritas in veritate, 66).
El delegado de la Santa Sede finalizó haciendo un llamado: "Hay una necesidad de leyes justas que se centren en la persona humana, que defiendan derechos fundamentales y los restablezcan cuando hayan sido violados. Tales leyes, deben prever también, la rehabilitación de las víctimas, garantizar su seguridad personal e incluir medios efectivos de aplicación que no dejen margen para la corrupción o la impunidad”.
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