Mons. Auza: no hay libertad de pensamiento sin tutela de los lugares de culto
María Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
“Esperamos que se reafirme la responsabilidad primordial de los Estados de promover y proteger la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, independientemente de su identidad religiosa o étnica”: es el deseo expresado este martes 11 de junio por el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, mons. Bernardito Auza, en las Consultas del Plan de Acción de Naciones Unidas para Salvaguardar los Lugares Religiosos.
Iniciando su discurso, el Nuncio Apostólico subraya que la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo septuagésimo aniversario de adopción se celebró el año pasado, afirma en el artículo 18 que "toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Mons. Auza pone también en evidencia que el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos especifica además que "nadie podrá ser objeto de coacciones que menoscaben su libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección”. Sin embargo, el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, nota que, “no obstante el sólido marco jurídico”, en todo el mundo hay “un alarmante aumento de graves actos de intolerancia, discriminación, persecución e incluso genocidio contra los creyentes religiosos a causa de las creencias que profesan”.
Plan de acción condene ataques contra lugares de culto
En este contexto, el prelado afirma que “un plan de acción de las Naciones Unidas para salvaguardar los lugares de culto y otros lugares religiosos sería un paso en la dirección correcta”, al tiempo que evidencia que “la protección de los lugares de culto es una consecuencia directa de la defensa de la libertad de pensamiento, conciencia y religión”. La delegación de la Santa Sede espera que este “Plan de Acción se enmarque y se base en el derecho fundamental a la libertad religiosa y en la libertad de practicar la propia fe o creencia en público, incluso en los lugares de culto, en paz y seguridad”, afirma mons. Auza, con la esperanza también de que el Plan de Acción “condene no sólo el terrorismo en todas sus formas y expresiones, sino, más concretamente, que condene enérgicamente todos los ataques contra lugares de culto y otros lugares religiosos y las ideologías que los impulsan, que son, por su propia naturaleza, totalmente ajenas a las creencias religiosas auténticas”.
Promover educación de las personas y cultura del diálogo
Centro de atención debe ser – evidencia mons. Auza – "no sólo la protección de los edificios, sino sobre todo la educación y la formación de las personas". “Por lo tanto, esperamos que el Plan de Acción subraye la importancia fundamental de fomentar y practicar una cultura de diálogo y encuentro, caracterizada por el respeto y la aceptación mutuos, el valor para aceptar las diferencias y la sinceridad de las intenciones de caminar juntos por un camino de fraternidad y cooperación humanas”.
No utilizar más las religiones para incitar al odio
"Un plan de Acción eficaz también tendría que asumir la delicada y desafiante tarea de apelar, sin alienar, a todos los interesados -líderes religiosos, sociales y políticos por igual, terroristas e ideólogos radicales, incluso - puntualiza el Observador Permanente de la Santa Sede ante la Onu, "para que dejen de utilizar las religiones para incitar al odio, la violencia, el extremismo y el fanatismo ciego, y para que se abstengan de utilizar el nombre de Dios para justificar actos de asesinato, exilio, terrorismo y opresión”.
Finalmente, la referencia del Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU a la Declaración Conjunta “Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia” firmada por el el Papa Francisco y el Gran Imán Ahmed Al-Tayyeb en Abu Dhabi el 4 de febrero de 2019. Un documento, afirma mons. Auza, “que contiene principios y valores que todos los creyentes comparten, podría ser una referencia útil en la elaboración del Plan de Acción de las Naciones Unidas para salvaguardar los lugares de culto y otros lugares religiosos”.
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