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Domingo del mar, una jornada para rezar por la gente del mar y sus familias

El 4 de octubre de 1920, se celebró en el Instituto Católico, en Cochrane Street (Glasgow), un encuentro durante el cual se discutió sobre la necesidad de restablecer las visitas a barcos en las parroquias de la ribera. A partir de ese encuentro se inauguraba en Glasgow una nueva era para la pastoral de la gente del mar de la Iglesia católica.

Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

Todos los Pontífices que han guiado a la Iglesia desde entonces, han bendecido y promovido el desarrollo de este Apostolado. El Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, cardenal Peter Turkson, ha enviado una carta, en la que anuncia el XXV Congreso Mundial y la Celebración del Centenario del Stella Maris (Apostolado del Mar) del 29 de septiembre al 4 de octubre de 2020, en Glasgow, Escocia.

Una invitación que dirigió a los “socios ecuménicos, a las organizaciones marítimas internacionales, a los representantes gubernamentales, a la industria marítima y a la sociedad civil”.  Les invito a hacer planes para unirse a “nuestros capellanes, voluntarios y demás personal, en este importante evento”.

Una ocasión para mirar al pasado

El Centenario, dijo el purpurado, será una ocasión para mirar al pasado y agradecer a todas las personas que durante los últimos cien años han servido a la gente del mar, para celebrar el presente y definir el futuro de “nuestro ministerio, para responder mejor a la evolución de las necesidades de los marinos, pescadores y de sus familias”.

Extendemos nuestra invitación a los presidentes de las Conferencias episcopales, a los promotores episcopales, los coordinadores regionales, los directores nacionales, los capellanes y los voluntarios de todo el mundo, se lee más adelante, a organizar celebraciones para conmemorar este importante evento, tanto a nivel regional como nacional y local. Todas estas actividades promoverán la sensibilización y el interés por este ministerio, que culminará en el XXV Congreso Mundial Stella Maris (Apostolado del Mar) y en la Celebración del Centenario en Glasgow, el próximo año.

El Apostolado del Mar

Fue en 1975 cuando el Apostolado del Mar de la Iglesia Católica, la Misión de los Marinos de los Anglicanos y la Sociedad de Marinos de la Iglesia Libre pensaron establecer un día del año para recordar a los marinos, sus familias y quienes los asisten. La iniciativa nació en Inglaterra, pero se extiende más allá del Canal, expandiéndose para convertirse en un "Día Internacional del Mar". Suele celebrarse el segundo domingo de julio, en el que se reconoce la importante contribución de la gente de mar a la economía de todos los países del mundo. En esta jornada se invita a los fieles a recordar y a rezar por el millón y medio de marinos que surcan los océanos y los mares, transportando casi el 90% de los bienes de un país a otro.

Antes de 1900, hubo varias iniciativas misioneras católicas para brindar asistencia espiritual, social y material a las tripulaciones que hicieron paradas en los principales puertos europeos y norteamericanos, pero el interés en este tipo de apostolado marcó el magisterio de los Papas.

Entre los más recientes, Pío XI, que quería que el apostolado Stella Maris se extendiera hacia las costas de todos los continentes y luego Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y finalmente el Papa Francisco, que concedió a todos los capellanes de los marinos, la misma facultad de los misioneros de la  Misericordia.

El trabajo de los marinos: plagado de retos y dificultades

El Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo humano integral, cardenal Peter Turkson, en el mensaje dirigido a los capellanes, voluntarios, amigos y bienhechores del Apostolado del Mar, les recuerda que no siempre “nos damos cuenta de ello, y sin embargo el trabajo que desempeñan los marinos es esencial para nuestra vida cotidiana, ya que la mayor parte de los bienes que poseemos en nuestros hogares (televisión, nevera, lavadora, ordenador, teléfono), por no mencionar la gasolina para nuestros automóviles, la ropa que llevamos y muchos otros objetos, han sido producidos en países lejanos y son transportados por los marinos. Por lo tanto, dijo, es justo que nos detengamos un momento para reflexionar sobre lo importante y esencial que es el papel de los marinos para nuestra comodidad y nuestro bienestar”.

El purpurado recuerda en su mensaje que la vida de los marinos está plagada de retos y de dificultades. En base a su contrato, los marinos se ven obligados a vivir, durante meses y meses, en el espacio confinado de una embarcación, lejos de sus familias y de sus seres queridos. A menudo, suelen percibir sus salarios con retraso y, algunas veces, las legislaciones nacionales les impiden recibir dinero mientras se encuentran a bordo, por lo que pueden vivir sin recursos económicos durante todo el período que dure su contrato.

Un llamamiento a organizaciones internacionales

Una vez más, el cardenal hizo un llamamiento a las Organizaciones internacionales, a las correspondientes autoridades gubernamentales y a los diferentes actores del sector marítimo, para que renueven su compromiso relativo a la protección y a la salvaguardia de los derechos de las personas que trabajan en el mar. “Me gustaría animar a los capellanes y a los voluntarios del Stella Maris (Apostolado del Mar), durante sus visitas cotidianas a bordo, que presten especial atención y entren en contacto con cada marino y pescador, con el mismo espíritu comprometido que animó a los pioneros de nuestro ministerio cuando, hace casi cien años, exactamente el 4 de octubre de 1920, decidieron reactivar y reformar el amplio ministerio de la Iglesia católica para la gente de mar. En los rostros de los marinos de varias naciones, os invito a reconocer el rostro de Cristo. En el babel de sus idiomas, os recomiendo hablar el lenguaje del amor cristiano que acoge a todos y no excluye a nadie. Ante los abusos, os exhorto a no tener miedo de denunciar las injusticias y abogar por “trabajar juntos para construir el bien común y un nuevo humanismo del trabajo, promover un trabajo respetuoso con la dignidad de la persona que no ve sólo la ganancia o las exigencias productivas sino que promueve una vida digna sabiendo que el bien de las personas y el bien de la empresa caminan juntos” (Papa Francisco, 7 de septiembre de 2018)”.

Tantas injusticias y presiones

Además, afirma el cardenal, los reducidos tiempos de descarga y carga en los puertos les impiden a los marinos bajar a tierra para relajarse y aliviar la presión a la que están sometidos debido a las durísimas condiciones de su trabajo, todo ello agravado por la continua amenaza que representa la piratería, y ahora también por el riesgo de ataques terroristas. En caso de accidentes marítimos, a menudo, los marinos son criminalizados y detenidos, sin poder contar con la protección eficaz de la ley y sin poder beneficiarse de un trato justo.

En una precaria mezcla de nacionalidades, culturas y religiones, han disminuido las oportunidades de interactuar socialmente con el reducido número de miembros de la tripulación que se encuentran a bordo. El aislamiento y la depresión, asociados a un ambiente desfavorable, pueden afectar negativamente a la salud mental de los marinos, a veces, con consecuencias trágicas y desgarradoras para sus familias, para los miembros mismos de la tripulación y también para los armadores.

Ratificaciones hechas para mejorar sus condiciones de trabajo

El purpurado agrega que, gracias a la ratificación y a la implementación de varios Convenios y legislaciones internacionales, han mejorado las condiciones de trabajo y de vida a bordo de un gran número de embarcaciones comerciales. Sin embargo, “no podemos negar que, en muchas partes del mundo, donde armadores sin escrúpulos se aprovechan de una aplicación menos rigurosa de la ley, los problemas anteriormente mencionados todavía afectan profundamente la vida de numerosos marinos y de sus familias”.

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14 julio 2019, 11:01