Monseñor Fisichella: La Carta del Papa, nueva linfa del anuncio cristiano
Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
“Una oportunidad pastoral” para revitalizar la proclamación cristiana en esta difícil coyuntura histórica. Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, explica así la elección del Papa Francisco de establecer el III Domingo del Tiempo Ordinario, como el Domingo de la Palabra de Dios, en la Carta Apostólica “Aperuit Illis”.
¿Cómo surgió esta Carta?
Nace porque el Papa recibió muchas peticiones de pastores y laicos después del Jubileo de la Misericordia. En aquella época, en su Carta Apostólica “Misericordia et Misera”, al final del Año Santo extraordinario, mencionaba que en las iglesias, según su propia creatividad – de modo que ya se está haciendo mucho al respecto – se diera vida a un domingo en el que la Palabra de Dios se situaba en el centro de la vida de la comunidad cristiana. Un signo unitario para hacer emerger aún más la fuerza de la Palabra de Dios para la comunidad, pero también la responsabilidad que la comunidad siente a través de una acción auténticamente evangelizadora.
¿Cada domingo no debería ser el domingo de la Palabra de Dios?
Cada domingo que celebramos es el domingo en el que se celebra el sacrificio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús, por lo que la acción litúrgica con la celebración de la Eucaristía se convierte en el culmen de la vida cristiana. Esto no significa que, a partir del año 1200, también celebremos la fiesta del Corpus Christi. En el domingo de la Palabra de Dios, en toda la Iglesia, en todas las comunidades cristianas, la Palabra puede ser proclamada con mayor solemnidad, una reflexión especial acompañada de signos más visibles sobre la importancia que esta Palabra tiene para la Iglesia. El Papa eligió celebrar este domingo el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, cuando todas las lecturas proclamadas en el Evangelio presentan la figura de Jesús como heraldo del Reino de Dios.
¿Cuál es la relación entre la vida diaria de los cristianos y la Palabra de Dios? Porque a veces sucede que la Palabra es sólo un libro escrito....
Desafortunadamente, tenemos que tocar un punto de tristeza. La gran mayoría de nuestros cristianos no conocen la Sagrada Escritura. La Biblia es el libro más difundido, pero también es quizás el más polvoriento porque no está en nuestras manos. Con esta Carta el Papa nos invita a tenerla en nuestras manos todos los días, en la medida de lo posible, para hacerla nuestra oración. Pensamos que es importante redescubrir la oración hecha con los Salmos porque cada salmo llama a una condición del pueblo cristiano y de la vida de cada hombre y de cada mujer. Luego la Lectio divina y, por tanto, la capacidad de ver cómo se vive esta Palabra en el curso de nuestra historia y cómo ha sido iluminada, cómo su interpretación conduce a una riqueza de sentidos, de significados. Pero sobre todo es la Palabra de Dios que se expresa en nuestro testimonio. El Papa recuerda enormemente la dimensión de la caridad porque cuando escuchamos la Palabra de Dios nos volvemos más atentos, vigilantes y sensibles a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más marginados, y no es casualidad que Francisco recuerde la parábola del rico y del pobre Lázaro. La capacidad de escuchar la Palabra nos hace más sensibles a las situaciones más difíciles y extremas de la vida, las que ahora se denominan "periferias existenciales" de las que somos testigos diariamente.
Estas últimas son indicaciones concretas que el Papa sugiere a los bautizados, pero en la Carta también hay indicaciones para sacerdotes y obispos.
El Papa recuerda a los sacerdotes el valor de la homilía. Nos dice que es una ocasión pastoral que no hay que perderse en absoluto. Los sacerdotes, en primer lugar, estamos llamados al contacto cotidiano con la Palabra que debemos explicar a nuestro pueblo que tiene derecho a una explicación inteligente y coherente, que toca la vida y las necesidades presentes en cada uno. Pero también recuerda a los obispos para que en este domingo puedan celebrar, por ejemplo, la institución del ministerio del Lector. El Papa va más allá, sin embargo, y dice que con vistas a este domingo, a partir de los próximos años, es bueno que se subraye más el papel de un servicio extraordinario, de un ministerio y de un mandato particular con el que las personas se preparan primero para un contacto más inmediato de estudio, de reflexión con la Palabra de Dios, como es el caso del servicio extraordinario de la Comunión. Creo que esto es también una provocación pastoral. Sabemos cómo sucede en nuestras iglesias: la primera persona que encontramos disponible va a leer. Este, sin embargo, no es el valor que debe darse a la Palabra de Dios. La Palabra de Dios debe encontrar mujeres, hombres capaces de proclamar auténticamente y en el anuncio capaces también de comprender el texto sagrado.
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