Día de la Vida Consagrada, Braz de Aviz: un recurso en diálogo con el mundo
Bianca Fraccalvieri y Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano
En vísperas de la XXIV Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el 2 de febrero, memoria litúrgica de la Presentación de Jesús en el Templo, el Papa presidirá esta tarde a las 17 horas el rito de las Primeras Vísperas en la Basílica de San Pedro, volviendo a dirigirse a aquellos que en el mundo se consagran a Dios en un Instituto específico y haciendo hincapié en la importancia de la vida religiosa para la Iglesia y la sociedad. “La vida consagrada no es supervivencia, es vida nueva”, decía Francisco el año pasado en esta misma ocasión, y "es un recurso" que vive a través de los siglos, añade hoy al micrófono de Bianca Franccalvieri, el Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el Cardenal João Braz de Aviz. El Purpurado en nuestra entrevista se detiene en la relación personal con Dios, como punto de referencia para todas las vocaciones cristianas incluso en casos de dudas y segundas reflexiones, y destaca la contribución que el Papa Francisco, incluso con su impulso reformista dentro de la Iglesia, está marcando el camino de los consagrados y consagradas:
R.- Creo que todo el mundo de la vida consagrada es un recurso, mucho más que un desafío, sobre todo porque la vida consagrada no nació ayer y esto significa que hay una estabilidad de valores que atraviesa los siglos. Y esto, sabemos, también se aplica al momento presente. Pero no debemos olvidar que este camino que estamos haciendo con el Papa Francisco de la reforma de la Iglesia implica también la reforma de la vida consagrada y, en este sentido, hay cosas que cambian porque hay un diálogo con la cultura, una escucha, un ser insertado en el Pueblo de Dios, todas las cosas que estamos tratando de recuperar incluso para la vida consagrada contemplativa, porque no está dicho que el contemplativo o la contemplativa, no tenga ninguna relación con las personas de afuera, no, no es verdad, el Papa dice que dan testimonio donde viven, en las diversas actividades que realizan, ya sea en la educación, la salud, los compromisos sociales, pero sobre todo porque hay en ellos una forma de "vocación" que es típica del modo de vida de las personas consagradas y este me parece el punto que nos hace, hoy, en cierto sentido, aceptar también los desafíos del cambio.
Eminencia, sabemos que uno de los mayores problemas son también las personas que en cierto momento deciden abandonar la Consagración. Me gustaría que dejara un mensaje para estas mismas personas que hoy se encuentran en una encrucijada, ya sea para continuar o simplemente para abandonar este camino.
R.- Les diría a todos ustedes, como me digo a mí mismo: la fidelidad es algo que debe conquistar cada día. Nuestra fidelidad debe hacernos, como dice el Papa Francisco, volver a esa primera mirada de Dios hacia nosotros. Está ahí, lo importante. Es decir, no se trata de si hemos tenido esta casa o esta orden. Esta mirada del Señor hacia nosotros, ¿Dónde está? ¿Cómo fue? ¿Y qué me dijo en ese momento? Y si esta cosa está clara, sabemos desde allí que hay que dar el siguiente paso. Es decir, si nosotros nos apoyamos sólo en la capacidad de superar los problemas, nuestra inteligencia, la estabilidad que tal vez podríamos tener en alguna congregación, digamos la inmadurez de tantos puntos de nuestra personalidad, todo esto nos saca un poco del camino. Es decir, esto debe formar parte de una síntesis más amplia que tenga como fondo esta relación personal con Jesús, y esto para nosotros, en todas las vocaciones cristianas, es el punto central. Verdaderamente es una dificultad para nuestra mentalidad hoy en día, mantener nuestros compromisos sólo cuando nos hacen felices. El Papa dice que si Jesús hubiera mantenido su fidelidad sólo cuando estaba feliz y ni siquiera en la cruz, no tendríamos la salvación hoy. Es decir, hay un "pasaje que es estrecho", y él lo dice, "quien quiera ir tras él, debe negarse a sí mismo, tomar la cruz". Pero esto no es una cosa vacía, sin nombre, esto tiene detrás una experiencia de amor que tiene con nosotros. Y pienso en ustedes, consagrados, consagradas, que sienten este problema o que sienten este tormento interior: deberíamos estar más juntos, ayudarnos más, pero hacer preguntas reales y dar pasos reales hacia las respuestas, sólo así creo que podremos dar un testimonio en el que otros vendrán a caminar con nosotros.
¿Qué impulso ha dado el Santo Padre a la vida consagrada en los últimos años?
R.- La primera palabra que nos dijo en el año 2015, el año de la vida consagrada, era que nos hablaba a nosotros, no sólo como Papa, sino también como religioso. Es decir, su alma es la de una persona consagrada. Entonces el Papa también tiene, digamos, toda la experiencia de un Carisma que ha vivido fuertemente en su vida y que es su identidad. Más allá de esto, está también su manera de hacer que es muy coherente frente a tantos puntos del Evangelio que la Iglesia tendrá que retomar: el contacto y el amor con los pobres, la simplificación de las estructuras, la autenticidad de la vida no la duplicidad, el testimonio auténtico del Evangelio y así sucesivamente. Y todas estas cosas son puntos fuertes de la vida consagrada. Luego nos dio, digamos, un impulso muy, muy claro que nos ha ayudado a reflexionar sobre el camino de la vida consagrada hoy. En el Papa tenemos un punto de firmeza muy grande.
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