Desarrollo Humano Integral: ayuda a migrantes en tiempos de pandemia
Ciudad del Vaticano
En el boletín de hoy de la Sección de Migrantes y Refugiados conoceremos la misión que la ONGD jesuita Entreculturas está llevando a cabo en su objetivo por defender el acceso a la educación como medio de cambio social, justicia y diálogo. También la labor que está desarrollando la Iglesia en América Latina en este tiempo de pandemia y una reflexión que llega desde la Amazonía de la mano del sacerdote César Caro, misionero en Iquitos, quien da testimonio de lo que significa ser misionero en esta región en medio de la emergencia del Coronavirus.
A continuación, los contenidos del boletín número 13 de hoy martes 14 de julio 2020:
La educación y el cuidado de los niños
A causa del brote de la pandemia del COVID-19, los jóvenes migrantes y los refugiados constituyen un grupo cada vez más vulnerable, acrecentando así las desigualdades sociales entre ellos y los jóvenes de su misma edad. Razón por la cual, los niños y su desarrollo requieren una especial atención. La Iglesia católica se ha dedicado, desde siempre, a la educación y formación de los niños. Muchos proyectos eclesiales tienen como finalidad el que puedan desarrollarse y asistir a la escuela, en un entorno sano y protegido.
Entreculturas es una organización católica comprometida con el acceso a la educación de las comunidades desplazadas. Su iniciativa de “educación de emergencia” sigue prestando asistencia, con medidas para garantizar una mínima cobertura educativa, a través del fomento de la educación online y por radio, así como la distribución de material escolar (cuadernos, lápices,
material impreso, etc.) que complemente estos sistemas de educación a distancia. Como muestra este vídeo , un cuaderno pedagógico, ayuda a los estudiantes de las clases por radio a seguir las lecciones desde casa; también asiste a las familias, para que puedan ayudar a los estudiantes en el aprendizaje y en las prácticas. Por ejemplo, en Líbano, Entreculturas facilita el acceso a la educación en línea a los refugiados sirios y a las comunidades locales vulnerables, a través de plataformas digitales, gracias a las cuales, profesores y estudiantes, pueden intercambiar ejercicios. Pablo Funes, coordinador de cooperación internacional, explicó que la educación ha sido una de las cinco líneas de trabajo de Entreculturas durante la emergencia global. La sensibilización, la prevención, la seguridad alimentaria, la educación y la atención especial a las niñas en riesgo de violencia y explotación, constituyen una forma de respuesta de la organización católica, a la hora de acompañar a las poblaciones más vulnerables, en medio de la actual pandemia.
La Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y el Comité Italiano pro UNICEF, firmaron en Roma un memorándum de entendimiento (IT; PT ) , para la colaboración en la protección de los niños en Italia, no solo durante la emergencia pandémica, sino también una vez finalizada ésta. El objetivo del Protocolo, que durará tres años, es el de reducir las consecuencias negativas del COVID-19 en los niños. Se prestará especial atención a los niños migrantes, a los menores no acompañados y a los menores desfavorecidos. Esto incluye garantizar el pleno respeto de sus derechos (por ejemplo, el acceso a la salud pública y a la educación), mejorar sus condiciones de vida y promover todas aquellas iniciativas orientadas a su inclusión social. “Para educar a un niño se necesita una aldea entera, nos recordaba en diferentes ocasiones el Papa Francisco. La Iglesia, al ser una comunidad, cuida de las generaciones más jóvenes con atención y responsabilidad”, afirmó Mons. Stefano Russo, Secretario General de la CEI.
La educación es un medio fundamental para alcanzar la emancipación y la integración de las personas desplazadas en un país extranjero. Por esta razón, el acceso a la educación también es importante para los adultos. Desde esta perspectiva, el equipo de Cáritas Hellas que trabaja en la isla de Lesbos, está implementando actividades educativas (EN) en el marco del proyecto “Follow the Route”, un proyecto financiado por Cáritas Alemania. Cumpliendo con todas las directrices establecidas por el gobierno griego, para la protección de los solicitantes de asilo y del personal, han comenzado las clases de inglés y de griego en el Centro de Idiomas Cáritas en “Kara Tepe”. Los nuevos grupos están compuestos por un máximo de seis estudiantes. Cáritas Hellas también realiza actividades educativas a distancia, a través de plataformas digitales, tanto para las clases de griego como para las de inglés, aportando y actualizando cada día el propio material educativo.
Los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios es una orden religiosa católica fundada en 1572, que ha prestado servicios sociales y sanitarios durante casi 500 años. Tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida de las personas que más lo necesitan, defendiendo su dignidad como seres humanos y ofreciéndoles los instrumentos para recuperar sus vidas. Con esta finalidad, el Hospital San Juan de Dios de León y su Programa de Trabajo Social lanzó una campaña de crowdfunding , en el marco del Día Mundial del Refugiado, con el objetivo de que los niños de las familias acogidas al Programa de Protección Internacional, no pierdan más oportunidades de futuro , durante este período de pandemia. El objetivo es el de adquirir 20 ordenadores portátiles que se pueden transformar en tabletas, para evitar que se demore aún más el proceso de aprendizaje de estos menores, que ya se ha visto afectado por la guerra y el desplazamiento.
La Iglesia católica en América Latina
Con el COVID-19 golpeando duramente a América Latina, las poblaciones de migrantes y refugiados han sido de las más afectadas por la pandemia. Se enfrentan a problemas relacionados con la emisión de documentación y con la dificultad de cruzar las fronteras para regresar a sus hogares. La mayoría vive hacinada en refugios insalubres y carecen de acceso a los servicios de salud y al agua potable. El periodo de confinamiento también ha interferido con su posibilidad de ganarse la vida, dejándoles sin otra opción que mendigar comida en la calle. Todo esto les expone al riesgo de infección, así como a la estigmatización y a la discriminación.
Durante estos meses de confinamiento debido a la pandemia del COVID-19, las misiones y los centros scalabrinianos han emprendido numerosas iniciativas en apoyo de los más vulnerables de Latinoamérica (IT). En Cuiabá, Brasil, los misioneros scalabrinianos trabajan activamente en la Parroquia del Divino Espírito Santo y en el Centro de Pastoral para Migrantes. Acogieron a más de setenta migrantes procedentes de Venezuela, Haití y Colombia y les ofrecieron alimentos, alojamiento y servicios básicos, en condiciones de cuarentena total. En São Paulo, Missão Paz, la misión scalabriniana dirigida por el padre Paolo Parise, continúa el servicio en la Casa del Migrante (PT). No se ha registrado ningún caso de contagio entre los 64 huéspedes. Missão Paz ha entregado cada día unas 50 cestas y kits básicos de higiene. Hace cada vez más frío en Chile, marcando cero grados al amanecer. Muchos migrantes se han quedado en el país porque no tienen ni dinero ni trabajo y no pueden regresar a sus hogares ya que las fronteras están cerradas. Las parroquias locales les han proporcionado baños, agua y algunos enseres de limpieza. La parroquia sede del Instituto Católico de Migración (INCAMI) ha
coordinado esfuerzos para encontrar albergues donde instalarles . Esta semana han ido trasladando a peruanos y venezolanos, en primer lugar, a las mujeres embarazadas y niños, a colegios católicos del sector. Otro tanto ha ocurrido con 150 bolivianos que intentan regresar a su país y que fueron llevados a un colegio habilitado como albergue. El Arzobispado de Santiago, por su parte, ha dispuesto una Casa de Retiros, la sede de la Vicaría de la Esperanza Joven y 3 parroquias en diferentes lugares de la ciudad, para acoger a personas sin hogar o a migrantes. El Padre Nicolás Angelotti y sus compañeros, sacerdotes que prestan asistencia en los poblados de chabolas de Buenos Aires (llamados “curas villeros”) trabajan en la primera línea de las crisis sociales y económicas en Argentina (EN), ayudando a las personas marginadas, que a menudo viven sin acceso a los servicios estatales. Estos poblados de chabolas fueron fundados como asentamientos informales y están habitados por inmigrantes de países vecinos. Las parroquias presentes en estas zonas han ampliado sus comedores populares, ofreciendo a las personas comida para llevar y han convertido sus iglesias y otros edificios en albergues. También han establecido instalaciones para que las personas infectadas puedan recibir los necesarios cuidados médicos. El obispo Eduardo García de San Justo, en los suburbios de Buenos Aires, firmó una declaración conjunta con los “curas villeros” (EN), en la que solicita la cooperación de las
autoridades argentinas. Destaca las dificultades halladas a la hora de detener la propagación del COVID-19 en comunidades que han sido descuidadas desde hace mucho tiempo, en las que las personas viven hacinadas y en las que la vivienda es precaria y el agua potable escasea. “Han sido nuestras parroquias las que han respondido a las innumerables llamadas de transporte, para ayudar a las personas a realizar pruebas y acudir a las consultas médicas en los hospitales de nuestro distrito”, recoge el comunicado. Finalmente, se ha alcanzado un hito en la historia de la Iglesia en América Latina y el Caribe. La Conferencia Eclesial de la Amazonía fue fundada ( EN ; PT ; IT ; FR ) el 29 de junio. Esta nueva organización es de vital importancia para la misión pastoral en la región, en la que se escuchará la voz de los pueblos indígenas amazónicos. Representa una respuesta al llamamiento del Papa Francisco en su exhortación post-sinodal Querida Amazonía : “que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonía se empeñen en aplicar” el Documento Final del Sínodo Especial para la Amazonía. La nueva Conferencia es “un organismo episcopal que promueva la sinodalidad entre las iglesias de la región, que ayude a delinear el rostro amazónico de esta Iglesia y que continúe la tarea de encontrar nuevos caminos para la misión evangelizadora, en especial incorporando la propuesta de la ecología integral” tal como se pedía en el Documento Final del Sínodo. En estos tiempos, difíciles y excepcionales para la humanidad, cuando la pandemia del coronavirus está afectando negativamente a toda la cuenca amazónica, la Conferencia Eclesial de la Amazonía pretende ser una buena noticia y una adecuada respuesta al clamor de los pobres y de la hermana Madre Tierra, así como un canal eficaz para recoger, desde dentro del territorio, las numerosas propuestas que se presentaron en el Sínodo de octubre de 2019 para la Región Panamericana.
Superar la pandemia: reflexiones desde América Latina
El Padre César Caro, misionero en Iquitos, da testimonio de lo que significa ser misionero en la Amazonía en medio de la emergencia del Coronavirus. Cuando llegó por primera vez al Perú, un compañero le dijo que se olvidara de los proyectos de educación o de salud. La misión se centraba en la “evangelización explícita”, o sea los sacramentos y la misa ante todo . Sin embargo, una vez en la selva, se trataba más bien de acompañar y de apoyar en lo que se podía, porque en el territorio Yavarí la pobreza es un problema apremiante. El brote del COVID-19 ha cambiado las reglas. Ahora, la prioridad es intentar mantener a las personas con vida, proporcionándoles alimentos, medicamentos e instrumentos de diagnóstico. Ya no hay tiempo para misas o catequesis. Pero ¿puede haber una evangelización más explícita?, pregunta el P. Caro. Afirma que gracias a la pandemia, la Iglesia misionera a vuelto a su misión original y perpetua: el bienestar de los más pequeños, velar por la salud, dar pan y educación cuando nadie lo hacía. Compara el incesante trabajo de las últimas semanas, con el cumplimiento de un sueño infantil, un candoroso deseo de ayudar a los demás, que temía haber perdido y que de repente encontró durante la pandemia.
En Bolivia, Mons. Ricardo Centellas, arzobispo de Sucre, está promoviendo el espíritu de corresponsabilidad, fraternidad y misión en nuestra vida de fe, y el desafío de renovarnos en este momento con oración y solidaridad. “ Este es un momento favorable para darse cuenta de que, además de hacer la misión, somos misión ” ( EN ; IT ; FR ), proclamó el Arzobispo. “Este debe ser nuestro estilo de vida que haga que Jesucristo esté presente en el mundo, como un signo de misericordia y justicia, de transparencia y libertad, de amor y comunión. De esta forma vivimos nuestra fe como Iglesia al servicio del Reino”.
En su segunda carta pastoral a los sacerdotes de Nicaragua, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez Lagos, identifica cuatro antídotos de la pandemia de coronavirus ( PT ). Dignidad humana, familia, libertad y justicia social: estas “leyes naturales, inalienables e insustituibles [...] encarnan los derechos, pero también las responsabilidades que el Estado y la sociedad deben asumir, así como los compromisos sociales urgentes hacia los más vulnerables, los pobres y los indefensos”.
La máxima prioridad para el obispo Álvarez es “el respeto, la protección y la promoción de la dignidad humana” que “debe conducir a la construcción de una sociedad en la que se respeten todos y cada uno de los derechos humanos, tanto los de carácter civil y político, como los de carácter económico, social y cultural, así como los relativos al medio ambiente”. Luego viene la protección y la promoción de la familia “natural y tradicional”; el Obispo declara que “es esencial promover auténticas políticas para la familia”, en la medida en que representa “la estructura más apropiada para garantizar el bien integral necesario para el desarrollo permanente” de la humanidad. En tercer lugar, sitúa la libertad: “El Estado debe respetar la voluntad del pueblo libremente expresada en la elección de las autoridades, que deberán responder ante el ciudadano y proporcionarle protección y asistencia contra aquellos poderes ejercidos de manera abusiva o arbitraria”. Por último, la justicia social, es el cuarto antídoto, que solo puede alcanzarse sobre la base del respeto a la dignidad trascendente del hombre. En esta época de pandemia, en la que se corre el peligro de “olvidar a quién se ha quedado atrás” y de ser golpeado por el “virus del egoísmo indiferente”, ha llegado el momento de “eliminar las desigualdades y de reparar las injusticias”, por ejemplo, mejorando las condiciones de trabajo y apoyando a los sectores de la salud y la educación.
Para números anteriores, haga click aquí. Si desea que este Boletín sea enviado directamente a su dirección de correo electrónico, solicítelo a media@migrants-refugees.org
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí