“Fratres omnes”, todos los hermanos y hermanas
Del dr. Niklaus Kuster
El título de la tercera encíclica del Papa Francisco, con su íncipit “Todos los hermanos” (“Fratelli tutti”), suscita reacciones a veces fuertes. De hecho, Francisco de Asís, citado aquí, se dirige a todos los creyentes - hermanos y hermanas de todo el mundo. La siguiente aportación ilustra la fuente que da el nombre a la nueva encíclica y solicita traducciones sensibles.
Semanas antes de que la tercera encíclica del Papa Francisco se firme en Asís y se publique el texto (1), se ha desencadenado un debate sobre el título. En el área de cultura alemana hay mujeres que se proponen no leer un escrito que se dirige solo a los “hermanos todos”. Las traducciones poco sensibles ignoran que en la obra citada, san Francisco de Asís se dirige tanto a las mujeres como a los hombres. El autor medieval sostiene, como la nueva encíclica, una hermandad universal. El Papa Francisco resalta una perla espiritual de la Edad Media capaz de sorprender a las lectoras y a los lectores modernos.
Una cita de Fray Francisco
Ante el anuncio de la encíclica, la reacción de los medios fue precisamente preguntarse si el Papa Francisco coloca una cita discriminatoria al inicio de su tercera encíclica. ¿Cómo es posible que aquel, cuyas primeras palabras públicas después de su elección fueron “hermanos y hermanas”, ahora se dirija solo a los “hermanos todos”? ¿Por qué el íncipit excluyendo a las mujeres excluye a la mitad de la Iglesia? “¿Solo los hermanos – o qué?”, se pregunta en una contribución crítica Roland Juchem (2). El director del servicio vaticano de la KNA explica que la nueva encíclica comienza de forma consciente con las palabras del místico medieval de Asís, que han sido traducidas fielmente. Desde el momento en el que Fray Francisco se dirige a los hermanos Menores, la expresión “omnes fratres” debe formularse en masculino. Pero, según esta lógica, la traducción correcta sería “frailes todos”. Y entonces el texto lo leería solo una minoría ínfima en la Iglesia. El Papa Francisco inicia su nueva encíclica con una máxima de sabiduría de su modelo. Quien con una presunta fidelidad al texto insiste en una traducción solo en masculino no reconoce al verdadero destinatario de la antología medieval: San Francisco de Asís, con la composición final de sus “Admoniciones”, se dirige a todas las mujeres y a todos los hombres cristianos. Las traducciones en las lenguas modernas deben expresarlo de forma precisa e inmediatamente comprensible.
Antología de sabidurías
Si la encíclica Laudato si’ en su íncipit citaba el Cántico del Hermano Sol (Cántico de las criaturas) del Poverello en la lengua vulgar medieval, la tercera encíclica del Papa se remite a una antología de sus máximas de sabiduría. La fuente utilizada por el Papa Francisco en las ediciones modernas de los escritos franciscanos lleva el título de Admonitiones. La expresión “admoniciones” es reductiva, puesto que el total de las 28 enseñanzas espirituales comprenden también numerosas bienaventuranzas, un breve tratado y además un cántico a la fuerza de los dones del Espíritu (3). La edición holandesa, de hecho, prefiere hablar de “Wijsheidsspreuken” (máximas de sabiduría) (4). El hecho de estar dirigidas a los frailes vale para la génesis de cada una de las máximas, no para la antología sucesiva. Cuando los traductores se basan en el hecho de que todas las ediciones estándar de los escritos franciscanos en todas las lenguas del mundo traducen el omnes fratres de la máxima citada en su forma masculina, reflejan solo una media verdad. En otras palabras: la traducción literal de la frase en latín no refleja el significado completo que el texto pretende expresar en su forma final. En la edición italiana de las Fuentes Franciscanas, la sexta admonición empieza con estas palabras: “Miremos atentamente todos los hermanos al buen Pastor, que por salvar a sus ovejas soportó la pasión de la cruz” (5). Ya aquí se puede notar que la imagen del pastor y de su rebaño utilizada en el texto comprende a toda la Iglesia, y no solo a un grupo de frailes. Para reconocer al destinatario final de la antología de textos citada por el Papa es necesario distinguir entre el nacimiento de las diferentes partes del texto y su composición final. En esta última, la palabra fratres se extiende desde el pequeño círculo de la fraternitas franciscana a toda la Iglesia.
De la pieza del puzzle al cuadro completo
La citada alocución procede de una antología que refleja las discusiones espirituales entre los hermanos Menores y sus conclusiones maduradas. La composición global amplía el horizonte más allá del pequeño círculo inicial. Varias máximas están dirigidas a los frailes de Francisco, otras a los “religiosos” en general o también a todas las personas al servicio de Dios (servi Dei). En los últimos años de su vida, Francisco de Asís junta 28 enseñanzas espirituales bien seleccionadas para formar un ciclo que conduce a un edificio espiritual y que recuerda a la “casa de la Sabiduría” bíblica, con sus “columnas labradas” (6). El número simbólico 28 está compuesto de 4 x 7: el cuatro indica el mundo y el siete, la creación de Dios, el 28 representa de forma simbólica a la Iglesia como obra de Dios (7). ¿Quién entra bajo un pórtico dispuesto de manera artística y se limita a mirar a una sola columna? A este edificio espiritual están invitadas todas las personas, sin excepciones y, de hecho, muchas palabras de la composición final de las admoniciones van dirigidas a todos.
Omnes fratres
En la apertura de la antología final, la primera admonitio, efectivamente, habla de la eucaristía, pero se dirige también de forma programática a todas las hijas y a los “hijos de los hombres” (8): así, el texto latino en el sugestivo breve tratado indica que el horizonte de la esperanza se abre sobre toda la Iglesia y todos los miembros de la humanidad. En su recorrido a través de la “casa de la Sabiduría” descubrirán un camino hacia una “vida que hace felices” (9). De hecho, en el centro de este ciclo de lecciones espirituales, Francisco de Asís comenta bienaventuranzas bíblicas, también estas dirigidas a todas las personas, añadiendo diez bienaventuranzas propias. El Papa Francisco no resalta un único texto, sino más bien toda una composición de textos, definida por Kajetan Esser como la “Magna Charta” (la Carta Magna) de la hermandad cristiana (10). El subtítulo de la encíclica evidencia que está dirigida, como el documento común cristiano-islámico de Abu Dabi sobre la fraternidad universal, más allá de la propia Iglesia, a la humanidad: el Papa Francisco escribe “sobre la fraternidad y la amistad social” que debe unir, sin exclusiones, a todas las personas en un mundo solidario.
De “hermanos” a “hermanos y hermanas”
La razón por la que el Papa Francisco con su visión fraterna de la humanidad hace precisamente referencia a su modelo Francisco de Asís y coloca una cita fraterna al inicio de su encíclica puede ilustrarse brevemente. Los escritos transmitidos por el santo contienen una colección de cartas, algunas de las cuales están dirigidas a frailes individuales (León, Antonio, responsables del gobierno), además de la completa fraternitas de los Menores y a todos los fieles. Una singular carta circular amplía, en cambio, el horizonte al universal y se dirige “a todos los podestá y cónsules, jueces y regidores de todos los lugares de la tierra, a todos aquellos a quienes llegue esta carta...” (11). Ningún Papa y ningún emperador de la alta Edad Media se dirigió de un modo tan universal a la humanidad. En la Regla del 1221, dirigida a sus frailes, Francisco incluye una invitación a toda la humanidad que trasciende cualquier frontera de nación y religión: no solo los fieles cristianos y no solo las personas comprometidas a nivel eclesial, sino “a todos los pueblos, gentes, tribus y lenguas, y a todas las naciones y a todos los hombres de todos los lugares de la tierra, que son y serán... amemos todos... al Señor Dios” (12). El místico amplía sus propios horizontes a toda la familia humana en la Regla específica para los frailes, pocos meses después de llegar a Egipto en la quinta Cruzada y de haber experimentado de manera impresionante, a través del encuentro con el islam, que es posible encontrar la sabiduría espiritual y el amor de Dios también fuera de la propia religión (13). La misma apertura universal se da también en sus máximas de sabiduría, que en las Admonitiones se unen en un ciclo artístico de lecciones breves. En sus últimos años de vida, Francisco incluye las que fueron palabras de sabiduría a sus frailes en una composición que se dirige a todos los fieles. El texto latino no necesita ningún añadido o modificación: la expresión “fratres” utilizada por los frailes comprende también a los hermanos y a las hermanas carnales o espirituales, como hacen aún hoy “fratelli”, “hermanos” y “frères” en las lenguas romance, que no tienen una palabra propia con el segundo significado. Hoy en día, el idioma alemán distingue entre “Brüder” o “Gebrüder” y “Geschwister” y también entre “Brüderlichkeit” (sin hermanas) y “Geschwisterlichkeit” (con hermanas). De manera similar, el idioma inglés distingue entre “brothers” (puramente masculinos) y “siblings” (hermanos y hermanas), así como entre “brotherhood” (a menudo sin hermanas) y “fraternity” o “siblinghood” (todos y todas incluidos).
Después de que al inicio de la primera admonición deja entrar a todos “los hijos y las hijas del hombre” en la hermosa casa de la Sabiduría, ese destinatario universal debe ser remitido también al fratres de la sexta admonitio: se dirige a todas las mujeres y a todos los hombres cristianos y concierne a todas las personas sobre la tierra.
Sobre el nacimiento de la fuente citada
En relación a la antología de las 28 Admonitiones, las investigaciones franciscanas afirman lo siguiente: los textos individuales transmitidos deberían condensar los discursos que en origen han tratado cuestiones relativas a la vida espiritual y común en el ámbito de los frailes. A lo largo del tiempo, algunos coloquios han sido resumidos por escrito y destacados. Algo similar ha sucedido con los dichos de los antiguos padres y madres del desierto en el círculo de sus seguidores, transmitidos de forma condensada en los Apophthegmata y en el Meterikon (14). También enseñanzas individuales de Francisco fueron anotadas en las situaciones más dispares por compañeros capaces de escribir y condensar su esencia. Él mismo, hacia el final de su vida, unió estos resultados de discursos comunes recogidos así en una obra completa, en la que las enseñanzas individuales adquirieron una nueva dimensión y una nueva dirección.
No es casualidad que la primera enseñanza comience con una cita bíblica programática: “El Señor Jesús dijo a todos los que le seguían: Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Los portales románicos de las iglesias a veces invitan a entrar en el edificio con una figura de Cristo en el tímpano y precisamente esta misma cita en un libro abierto. En el edificio espiritual de las Admonitiones, después de dos enseñanzas preparatorias, diez máximas de sabiduría trazan el camino hacia el lugar de la cena. A estas les siguen cuatro bienaventuranzas bíblicas y otras diez bienaventuranzas franciscanas, antes de que dos enseñanzas concluyentes preparen el regreso a la vida cotidiana. Las enseñanzas se unen así para componer una casa espiritual de la sabiduría que se parece a una basílica: a la izquierda de la nave doce columnas conducen, como “camino de la verdad” hacia el área del altar, cuyo baldaquino se apoya en cuatro esbeltas columnas y define el lugar de comunión íntima con Dios. A continuación, sobre otro lado de la nave, doce columnas reconducen hacia el portal y señalan el “camino de la vida”. Via – veritas – vita son las claves de la composición de una obra completa, cuyas palabras individuales separadas del contexto en el que nacieron, se convierten en un mensaje para todos los cristianos, hombres y mujeres. Cualquiera que esté interesado en la antología de las Admoniciones de la que el Papa Francisco extrae el íncipit de su encíclica, encontrará próximamente un análisis de la composición y del mensaje completo en un libro científico de la Escuela superior de teología de los capuchinos (PTH) en Münster (15).
Conclusión
Con el íncipit de su tercera encíclica, el Papa Francisco se refiere expresamente a Francisco de Asís. El patrón de su pontificado habla de una fraternidad universal que, en el Cántico del Hermano Sol, se extiende a todas las personas y a todas las criaturas. Entre las cartas circulares del santo hay una que se dirige de forma universal a todas las personas sobre la tierra. Incluso en la regla de la Orden del 1221, compuesta por los frailes franciscanos, él se dirige a todas las personas y a todos los pueblos con una invitación a amar juntos al Dios único. La sexta admonitio citada por el Papa condensa, partiendo del contexto en el que nació, los resultados de un discurso espiritual en el ámbito de los hermanos Menores. La enseñanza espiritual que inspira el íncipit de la nueva encíclica es incluida por fray Francisco hacia el final de su vida como una columna en la “casa de la Sabiduría”, donde los capiteles forman imágenes y se corresponden entre sí. A recorrer este edificio espiritual no están invitados solo los hermanos, sino todos los creyentes y todas las personas sobre la tierra. El “omnes fratres” o “todos los hermanos” de la encíclica se traduce, por lo tanto, como una cita de san Francisco, de tal modo que todos los cristianos, hombre y mujeres, se sientan involucrados. El destinatario de la citada antología de textos se amplía a “todos los hermanos y las hermanas” que se encuentran en los espacios eclesiales reales e ideales, extendiéndose a todas las personas sobre la tierra. En esta apertura, también el Papa Francisco se dirige con su encíclica a todas las personas sobre la tierra.
Niklaus Kuster (1962) es un fraile capuchino suizo, doctor en Teología espiritual y conocido estudioso de San Francisco. Enseña Historia de la Iglesia en la universidad de Lucerna y Espiritualidad franciscana en los institutos superiores de la orden en Münster (PTH) y en Madrid (ESEF). Ha rendido homenaje al perfil franciscano del Papa Francisco en su libro: Franz von Assisi. Freiheit und Geschwisterlichkeit in der Kirche, (Verlag Echter) Würzburg 2019.
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