Prevenir la radicalización a través de la cultura del encuentro
David Dionisi - Ciudad del Vaticano
"La Santa Sede condena firme e inequívocamente el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones. Ninguna razón ideológica, política, filosófica, racial, étnica o religiosa puede justificar el recurso al terrorismo, ya que éste viola la dignidad, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y pone en peligro la estabilidad, la cohesión de la sociedad y el desarrollo, al tiempo que amenaza la paz y la seguridad internacionales". Lo reiteró Monseñor Janusz S. Urbańczyk, Observador Permanente de la Santa Sede ante la OSCE, durante la videoconferencia de dos días desde Viena, que terminó ayer, sobre la lucha contra el terrorismo, organizada por Albania, Presidente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa 2020.
Respuestas comunes
"Debemos reconocer que el terrorismo y el extremismo son una amenaza generalizada que puede afectar a cualquiera y por ello estamos llamados a dar una respuesta común", subrayó Mons. Urbańczyk. "Por lo tanto, es esencial adoptar medidas eficaces para prevenir todas las formas de radicalización, especialmente entre los jóvenes, así como el reclutamiento, el entrenamiento y la financiación de posibles terroristas. Según el prelado, una respuesta duradera no puede consistir sólo en medidas policiales o de seguridad. “
Cultivar la cultura del encuentro
Para evitar la radicalización y el extremismo, debemos cultivar una cultura del encuentro que fomente el respeto mutuo y promueva el diálogo, que lleve a sociedades pacíficas e inclusivas", señaló, diciendo que "el éxito o el fracaso de nuestros esfuerzos contra el terrorismo se basa en gran medida en iniciativas locales". Los gobiernos locales y las organizaciones de base están en primera línea, ya que participan directamente en la movilización de los jóvenes contra el terrorismo y en proporcionarles educación y empleo, evitando así su radicalización. Por consiguiente, la cooperación internacional debe apoyar los esfuerzos de los componentes locales".
Garantizar la libertad de expresión y la participación de los jóvenes
Según el Observador Permanente de la Santa Sede, "el respeto de las ideas y la libertad de expresión y de participación de los jóvenes es vital para derrotar el extremismo, ya que canaliza sus agravios a través de procesos democráticos, atenuando así los impulsos de la violencia. En cuanto al compromiso de la Santa Sede, el prelado recordó que "está comprometida con los líderes de otras religiones y sus comunidades para prevenir el extremismo y la violencia, promoviendo un diálogo interreligioso e intercultural sincero y una colaboración fructífera".
Participación de las comunidades locales
El obispo Urbańczyk recordó que "el terrorismo y la violencia suelen estar impulsados por factores económicos, políticos y socioculturales, que alimentan las protestas de quienes se encuentran en situaciones de marginación. Por consiguiente, en las actividades de lucha contra el terrorismo deben participar las comunidades locales, los gobiernos locales y las organizaciones de base, incluidas las organizaciones religiosas y los dirigentes religiosos. "Esto favorece un ambiente cultural que impide la radicalización de los jóvenes". El obispo pidió a la comunidad internacional que trabaje con las autoridades, la sociedad civil y las comunidades religiosas locales para promover el desarrollo, fomentar la educación, proteger los derechos humanos e impedir la difusión de la propaganda terrorista. "La tolerancia y la inclusión se logran mediante una fuerte promoción del derecho a la libertad de conciencia, religión y creencias, conforme a la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Acuerdos de Helsinki.
Preservar y proteger la libertad religiosa
Por último, el obispo Urbańczyk llamó la atención sobre la distinción entre las esferas política y religiosa que, en su opinión, "debe promoverse para preservar tanto la libertad religiosa de todas las personas como el papel insustituible de la religión en la formación de las conciencias y la creación de un consenso ético básico en la sociedad". También porque, indicó: "La falta de respeto y la no garantía de la libertad de conciencia, religión y creencia fomentan una atmósfera propensa a la violencia y el extremismo. Por lo tanto, es esencial garantizar que las medidas de prevención del terrorismo respeten escrupulosamente el derecho a la libertad de religión y de credo y reconozcan que las actividades humanitarias legítimas de las organizaciones religiosas contribuyen positivamente a la prevención de la violencia y la radicalización".
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