Jurkovič: "Trabajando juntos por un desarrollo humano sostenible e integral"
Anna Poce – Ciudad del Vaticano
"Las decisiones políticas, la responsabilidad social de las empresas y los criterios de inversión deben guiarse por la búsqueda del bien común a largo plazo y la solidaridad intergeneracional". Así lo dijo ayer en Ginebra el Arzobispo Ivan Jurkovič, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, durante el debate general del Sexto Grupo de Trabajo Intergubernamental Abierto sobre las Empresas Transnacionales y otras Empresas Comerciales (IGWG), que tiene la tarea de elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante para regular, en el derecho internacional de los derechos humanos, las actividades de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales.
La Santa Sede, subrayando que el segundo proyecto de tratado vinculante para las empresas representa una base valiosa para futuras negociaciones y es coherente con los Principios rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos, en particular en lo que respecta a la debida diligencia en materia de derechos en todas las actividades con fines de lucro, incluidas las relaciones comerciales, ha declarado, no obstante, que este instrumento, que es objeto de debate, y que tiene por objeto crear un sistema internacional que se esfuerce por ser verdaderamente sostenible, inclusivo y equitativo a todos los niveles, en su conjunto, debe seguir mejorándose.
"La crisis actual -observó el arzobispo- ha mostrado, por un lado, cómo la familia humana está interconectada" y lo importante que es sentirse corresponsable del bienestar de los otros. Sin embargo, por otro lado, destacó cómo a menudo no administramos nuestra Casa Común de manera responsable y en interés de todos. "Somos testigos -dijo- de cómo los intereses privados de las multinacionales tienden a prevalecer la mayor parte del tiempo".
Esta semana de debates y negociaciones, por lo tanto, llama a todos a buscar soluciones justas a los desafíos que enfrentamos, explicó Monseñor Jurkovič. "Esta crisis actual es una oportunidad, y este instrumento jurídico un medio, para ir más allá de las ventajas tecnológicas o económicas a corto plazo y para tener plenamente en cuenta la dimensión ética en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales, trabajando en iniciativas para un futuro más sostenible", concluyó.
En el contexto del debate, el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra quiso recordar, en otro discurso, el valor del preámbulo como criterio de interpretación, aunque no tiene fuerza vinculante. Es el preámbulo el que a menudo esboza las motivaciones y los principios subyacentes a la convención -señaló- y ofrece una clave hermenéutica para interpretar las disposiciones que se incluyen en el texto.
Con esta premisa, ya que a través de este proceso de redacción no sólo se trata la dimensión económica y social de las actividades de las empresas transnacionales y otros sectores comerciales, sino también su papel al servicio del bien común y de la solidaridad intergeneracional, la Santa Sede ha propuesto introducir en el Preámbulo el concepto de "gestión responsable" y un párrafo que dice: "Subrayando que el urgente desafío de proteger nuestra Casa Común incluye a toda la familia humana, que debe colaborar en la búsqueda de un desarrollo humano sostenible e integral".
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