Parolin: "hagamos de Europa el hogar de cada persona"
Gabriella Ceraso - Ciudad del Vaticano
El 50º aniversario de la presencia de la Santa Sede como Observador Permanente del Consejo de Europa. Esta fue la ocasión del largo discurso del Cardenal Pietro Parolin, que recorre la historia de la asociación que comenzó en 1962, una historia de interés y esfuerzo en la protección de los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho en todo el continente. El Papa, recuerda la Secretaria de Estado, lo repitió muchas veces durante visitas y discursos: "El sueño de los fundadores era reconstruir Europa en un espíritu de servicio mutuo que, aún hoy, en un mundo más inclinado a la exigencia que al servicio, debe ser la piedra angular de la misión del Consejo de Europa en nombre de la paz, la libertad y la dignidad humana". Igualmente importantes han sido las recientes ocasiones que el Cardenal Parolin cita para subrayar cuánto el cuidado personal sea la base sobre la que "continuar construyendo la Europa de los Padres Fundadores". El cuidado y la dignidad que la Santa Sede considera su principal prioridad y un deseo que el Papa Francisco expresó claramente en su última Carta Encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social. "En esta preocupación común -dijo el cardenal- la Santa Sede y el Consejo de Europa han colaborado con éxito y seguirán haciéndolo respetando sus diferentes funciones, y "los diversos convenios y acuerdos ratificados por la Santa Sede, así como su apoyo a los instrumentos jurídicos -que no puede firmar en virtud de su naturaleza particular y sus objetivos religiosos específicos, pero cuyos valores universales no deja de promover".
Pero junto con la reflexión sobre la dignidad humana y la centralidad de la persona, en tiempos de pandemia -señala el Cardenal Parolin- también debemos insistir en el respeto de la democracia y el estado de derecho, como también se afirma en las directrices del Secretario General, enviadas a los 47 Estados miembros del Consejo de Europa el 7 de abril de 2020. A este respecto, la Secretaria de Estado especificó cómo la Santa Sede - que tiene la condición de "Observador Permanente ante el Consejo" - no basta con "observar" la realidad, sino que debe trabajar "para construir estructuras de solidaridad en beneficio de todos", a través de la influencia moral que expresa en sus evaluaciones, como "experta en humanidad" y en la colaboración activa que lleva a cabo en los diversos niveles de la toma de decisiones.
A partir de aquí, el Cardenal Parolín reflexiona, una tras otra, sobre lo que él llama verdades específicas, que no conciernen a una persona, sino a la persona humana, no sólo a unas pocas personas, sino a todas las personas. Verdades que no benefician a algunos sino a todos, tanto a la amada Europa como al mundo. "Tengo la sincera esperanza - dice - de que Europa se convierta en el hogar de la persona humana y que el Consejo de Europa, de acuerdo con su mandato, base de su fundación, siga iluminando cada vez más la verdad de la persona humana".
La primera verdad universal del hombre es su magnificencia
La nobleza del ser humano, "señor de la creación" y como tal libre de toda esclavitud, tanto material como espiritual, es la primera verdad sobre la que reflexionar y preguntar. Hoy en día, observa el Secretario de Estado, hay muchas formas de esclavitud que afligen a la humanidad, cuestiones centrales en la labor del Consejo de Europa. Ellos, sostiene el cardenal, requieren, para no quedar preguntas sin resolución, preguntas y respuestas bien pensadas, pero sobre todo requieren que pongamos al hombre, una vez más, en "el centro de todos nuestros intereses para hacer del servicio al hombre el objetivo más importante de nuestro trabajo".
La segunda verdad universal: la Tierra, el hogar del hombre
A esta primera verdad universal le sigue una segunda. El Creador del hombre también ha hecho de la Tierra el hogar del hombre. Lo convirtió en el hogar de todos. Por lo tanto, todo el mundo, junto con las instituciones, debería ocuparse de ello. Incluso respondiendo al llamamiento lanzado por el Papa en la encíclica Laudato sí, el Consejo de Europa -señala el cardenal Parolin- está trabajando en esta dirección y la pandemia de Covid-19, es su recomendación, "no debe comprometer este compromiso".
Tercera verdad universal: el servicio a la persona humana
Ilustrando entonces el punto del servicio a la persona humana, y refiriéndose a la cuestión de los migrantes, el Secretario de Estado parte de una premisa antropológica fundamental, reconsiderando la persona humana en su totalidad, "no sólo un cuerpo que hay que alimentar, sino también un alma, un corazón, una inteligencia, una mente, una vocación a la comunión, a la fraternidad universal, al amor que no conoce límites". Si - reflexiona - aplicamos este principio a la cuestión de la migración, conseguiremos desafiar las conciencias, tanto a nivel personal como comunitario. Por lo tanto, los migrantes no son instrumentos para ser utilizados y mal pagados, sino personas a las que hay que "acoger" con derechos y deberes. "A veces, sin embargo, esto -explica- también implica crear las condiciones para que una persona que ha experimentado situaciones de gran dificultad pueda también recuperar toda su dignidad. Y esto es lo difícil; y sin embargo esto es lo que está en juego: devolver la dignidad a estas personas". De ahí el apoyo y el favor expresado por el Cardenal Parolin a las muchas acciones incisivas y cuidadosas del Secretario General para una migración segura, ordenada y regular. Y un agradecimiento a la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa, la Sra. Dunja Mijatović, y un apoyo similar lo expresa el Cardenal Parolin a los diversos programas centrados en la educación y la enseñanza que no son sólo - aclara - "la alfabetización y el acceso a la educación, sino también, como propone el Consejo de Europa, la no discriminación, la cultura de la paz, la protección de los idiomas y culturas minoritarias, la promoción de los caminos culturales".
Cuarta verdad universal: la apreciación de la persona humana
La cuarta verdad universal se refiere a la rivalidad, la competencia que salvará a la persona humana, la competencia que se juega -explica el Secretario de Estado- sobre la estima mutua, mostrando que los Estados, las organizaciones internacionales, las religiones, las asociaciones con fines humanitarios se mueven por una verdad más elevada, o por la caridad y el amor más perfecto a la humanidad. "Y si cada uno de nosotros, representantes de diferentes países - sostiene el cardenal - se convirtiera en embajador de la paz ante su propio gobierno, entonces sería posible competir creando la mayor cantidad de paz posible, para nosotros y para otros países vecinos. De esta manera - continúa - toda Europa, unida y solidaria, podría mostrar este signo de justicia al resto del mundo". Esto también está en el corazón del Papa, pero es una meta que desafortunadamente aún está lejos de ser alcanzada. Sin embargo, asegura el cardenal Parolin, la Santa Sede, consciente de su naturaleza religiosa y de su misión universal, quiere contribuir a la causa de la paz, en la convicción de que "sólo un compromiso unitario y mundial, que ponga en el centro la protección de la persona humana, especialmente de las mujeres, los niños y todas las poblaciones civiles indefensas, así como la protección de sus derechos fundamentales, puede hacer posible la búsqueda de la verdadera paz y el progreso de los pueblos". "La paz debe buscarse siempre y en todas partes": el Estatuto del Consejo de Europa, recuerda el Secretario de Estado, establece claramente que "la paz es el objetivo último de su acción".
Acción y solidaridad
La quinta y sexta verdades sobre las que el Cardenal Parolin reflexiona para concluir su discurso en el Consejo de Europa giran en torno a dos palabras. Es necesario, dice, dar concreción a las palabras con hechos y reconocernos, como el virus mundial está destacando, necesitándonos unos a otros, al compartir la misma situación humana: "El flagelo de la pandemia Covid-19 ha mostrado al mundo su fragilidad constitutiva y su falta de preparación para hacer frente a un futuro que puede resultar tumultuoso y destructivo incluso en vidas humanas", es el pensamiento del Secretario de Estado. "Todos en el mismo barco" y todos juntos en la salida de la crisis. "No nos hagamos ilusiones", dice el cardenal, esta es una verdad indiscutible que el Consejo de Europa también ha reconocido. Por lo tanto, dice el Cardenal Parolin, esta "verdad" debe ser vivida "con gran caridad, misericordia, perdón, apoyo y ayuda mutua". Sólo el amor, sólo el espíritu de solidaridad que siempre ha distinguido a Europa salvará a los que están en el mismo barco, en la misma casa, en la misma tierra".
Europa, modelo de la verdadera humanidad
La intervención del Secretario de Estado concluye con el deseo de todos aquellos que se han comprometido a nivel institucional a continuar, dice, en la "construcción de una Europa justa, unida, abierta e inclusiva", labor a la que la Santa Sede renueva su pleno apoyo como lo viene haciendo desde hace cincuenta años. "Hacer de Europa el hogar de cada persona humana, hacer que cada persona se sienta en casa en un ambiente de hermandad", es el último deseo del Cardenal Parolin. "Cada persona espera ver un verdadero modelo de humanidad, para poder comprometerse".
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