Turkson: para el desarrollo humano integral, la cultura del cuidado es esencial
Debora Donnini- Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
Decir sí a la cultura del cuidado significa oponerse a la cultura del derroche y la indiferencia y apuntar la brújula en el camino de la paz y la fraternidad. Este es el primer elemento que se destaca en la conferencia de prensa de presentación del Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1º de enero de 2021, el otro tema hablado fue la situación mundial de la pandemia que ha empeorado las crisis mundiales. Precediendo a las reflexiones de los oradores, un video que muestra algunos de los discursos del Papa Francisco sobre precisamente la construcción de un futuro que no excluye a los últimos.
El cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, señala que no puede haber desarrollo humano integral sin una cultura del cuidado. Un requisito previo es el reconocimiento del individuo como persona, con una dignidad que debe ser atendida, con acceso al bien común, porque los bienes de la creación están destinados a todos. Es central, entonces, la educación a esta cultura, que comienza primero en la familia y luego en la escuela e involucra a las religiones, y el cuidado de la casa común. Recordando la atención de la Iglesia, a lo largo de los siglos, a las obras de misericordia, el cardenal subrayó también que la misión del Dicasterio es la promoción del cuidado es la promoción integral de la persona. No hay paz, de hecho, sin cuidado.
La cultura del cuidado y el encuentro
Y que la "cultura del cuidado" es inseparable de la del encuentro, es lo que surge de las palabras de Monseñor Bruno-Marie Duffé, Secretario del mismo Dicasterio. En un contexto en el que las consecuencias de la pandemia han tenido un efecto dramático sobre todo en los más vulnerables y que, por lo tanto, requiere una conversión fundamental de las políticas sociales, de la economía y de las relaciones internacionales, Monseñor Duffé recuerda que "cuidar" no significa sólo prestar asistencia, aunque la asistencia y las medicinas sean indispensables, sino también acercarse a los demás, a sus cuerpos y a sus vidas, y escuchar su sufrimiento. La confianza y el diálogo, de hecho, curan de la indiferencia y nos ponen en el camino de un renacimiento y un amor que nos hace crecer, en un mundo en el que existe una fuerte instrumentalización al servicio exclusivo de la producción y el beneficio.
Atención a los derechos humanos
Fue importante la presencia de dos mujeres en la presentación, Christiane Jeangey, oficial del mismo Dicasterio, y Anne-Julie Keruel, de la Segunda Sección de la Secretaría de Estado. La "gramática" de la atención se expresó, entre otras cosas, "en el reconocimiento y la formulación de los derechos humanos, consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos", destaca Keruel. "Al insistir en la cultura del cuidado, el Papa Francisco nos enfrenta a lo que constituye un imperativo para toda sociedad humana comprometida con el camino de la paz. En contraste con la cultura del derroche", dice, "la cultura del cuidado requiere, por lo tanto, que remediemos la negación de los derechos más básicos a muchos de nuestros contemporáneos indigentes y marginados".
La importancia del derecho internacional humanitario para la Santa Sede se destaca en el discurso de Jeangey. Como es bien sabido -dijo-, la Santa Sede hace parte de los principales acuerdos internacionales sobre este tema y multiplica sus llamamientos no sólo para que se respete esta valiosa rama del derecho internacional, sino también para que las normas que contiene encuentren, cuando sea necesario, un desarrollo adecuado, a fin de poder responder de la mejor manera posible a los desafíos que plantean los conflictos armados contemporáneos, especialmente aquellos en los que participan agentes armados no estatales".
Continúa señalando Jeangey que "frente a la crisis que afecta al derecho internacional de los derechos humanos, la cultura del cuidado implica el compromiso de remediar las numerosas deficiencias y, en lo que respecta a los debates y negociaciones a nivel multilateral, dejar de lado las visiones parciales e interpretaciones controvertidas y superar la excesiva politización, en favor de un enfoque basado en la solidaridad con los derechos fundamentales con miras al bien común de toda la humanidad". Entre las prioridades de la Santa Sede se recuerda también "la protección de los detenidos por motivos relacionados con los conflictos armados y la de los trabajadores humanitarios, también en lo que respecta al personal religioso civil y los lugares de culto, que con demasiada frecuencia son objeto de ataques selectivos, incluso durante las celebraciones religiosas, con numerosas víctimas entre los fieles y los ministros". También cabe recordar, subraya además, "la urgente necesidad de poner fin al flagelo de la participación de los niños en los conflictos armados y al de la violación como arma de guerra, de la que las mujeres son las principales víctimas, que deben ser valoradas, en cambio, como agentes de reconciliación y de paz".
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