Parolin en Camerún: la fe es mayor que las intimidaciones
Saludando la visita del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, "primera autoridad extranjera que se reúne con la población de las regiones del noroeste y suroeste de Camerún desde el inicio de la crisis en 2016", Monseñor Andrew Nkea Fuanya, arzobispo de la archidiócesis metropolitana de Bamenda, se hizo eco de los sentimientos de muchas personas que, a pesar de la intimidación difusa, acudieron a rezar juntas por la paz.
De muchas partes se ofrecieron interpretaciones del bloqueo impuesto por los separatistas - la delegación de la Santa Sede atravesó una ciudad en la que todas las actividades estaban suspendidas y las calles completamente desiertas - quizás buscado para mostrar al cardenal Parolin las condiciones en las que se ve obligada a vivir la población, más que para enviar un mensaje de protesta a la Iglesia. De hecho, el arzobispo Nkea saludó la valentía de las miles de personas que acudieron a la celebración solemne del domingo 31 de enero.
Bastaba con mirar a los ojos de los numerosos jóvenes que, el sábado 30 de enero, recorrieron un largo camino para recibir al cardenal Parolin en el recinto de la catedral de San José de Mankon, para comprender la alegría que habitaba en sus corazones: "Estamos contentos porque, en este tiempo de crisis, lo vemos como un mensajero de la paz", subrayó el arzobispo Nkea, "lo vemos como un embajador de la reconciliación. Lo vemos como un promotor de la justicia. Vemos en usted la presencia del mismísimo Santo Padre Francisco entre nosotros. Incluso cuando el Santo Padre no dice nada, su presencia es una presencia consoladora. Sus bendiciones traen paz y sus palabras vienen como una unción sobre las heridas de los que sangran. Con su presencia aquí, puedo repetir con fuerza: ahora es tiempo de paz".
La visita del Cardenal Parolin, preparada y organizada en todos sus detalles por el Nuncio Apostólico S.E. Mons. Giulio Murat y su colaborador el Rev. Mario Biffi, tiene lugar en un momento en el que la población de las Regiones Noroeste y Suroeste de Camerún está sufriendo mucho por una situación que no han creado: son miles los desplazados internos o que han huido como refugiados. En muchas ocasiones se han cerrado negocios y durante unos cuatro años no se ha permitido a los niños y a los jóvenes ir a la escuela. Como recordó Mons. Nkea: "Los niños fueron utilizados como anzuelo por razones políticas y para la lucha. Muchos sacerdotes, religiosos, obispos y laicos de esta provincia fueron golpeados, molestados o incluso asesinados en el conflicto. Sin embargo, la Iglesia sigue llevando el mensaje del Evangelio como una luz de esperanza a un pueblo traumatizado."
Para la ciudad de Bamenda, la presencia del Secretario de Estado del Papa Francisco es una oportunidad para ayudar a trabajar por la paz, la justicia y la reconciliación. "Estamos seguros", dijo el arzobispo Nkea, "de que su llegada a Bamenda será como la lluvia, que nunca cae sin regar la tierra. Así que tampoco usted nos dejará para seguir luchando, sino que nos dejará como personas que empezarán a amarse las unas a las otras".
Al concluir su saludo al Cardenal Parolin, Mons. Nkea dijo: "A nosotros, gente de Bamenda, nos faltan muchas cosas, lo único que no nos falta es la fe. La presencia aquí de la gente de Bamenda, en tan gran número, es un signo seguro de que su fe es más grande que la política. La fe del pueblo de la archidiócesis de Bamenda es mayor que la intimidación. Y su presencia aquí es una prueba de que el diablo es un mentiroso. Con fe en Dios y con profunda gratitud por la persona de Su Eminencia, podemos ahora rezar juntos por la paz y la reconciliación".
La esperanza en un futuro marcado por el renacimiento y la reconciliación se encendió en los rostros de muchas personas, y los cantos que acompañaron la presencia del cardenal Parolin durante todo el tiempo, día y noche, representaron una primera semilla para hacer crecer el árbol de la paz. El Secretario de Estado puso sus ojos de la gente que sufre, puso sus pies en la tierra mojada por la sangre del odio, ofreció palabras de reconciliación y de paz para invitar a todos, sin excluir a nadie, a deponer lo que impide el camino del diálogo.
Traducción no oficial
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