Parolin: se consoliden y progresen más las Relaciones entre Santa Sede y El Salvador
El cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin presidió, en la mañana de este 22 de abril, la Santa Misa en el Centenario de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y El Salvador. En su homilía, tras saludar con afecto a los concelebrantes, al Señor Embajador de El Salvador, Manuel Roberto López, y demás Embajadores y representantes de las diversas Misiones Diplomáticas, y a todos participantes en la celebración de la Santa Eucaristía, transmitió los sentimientos de cercanía y afecto del Papa Francisco, “quien- dijo - solícitamente reza por todo el pueblo salvadoreño cuya historia ha sido fecundada e iluminada por la sabiduría que brota del Evangelio”.
El purpurado agradeció a Dios “por los abundantes frutos que se han cosechado gracias a las relaciones entre la Santa Sede y El Salvador”. A lo largo de estos cien años de historia - expresó - se ha tratado de favorecer todo lo que ha tendido a la consecución del bien común, a la promoción de los derechos humanos y al progreso de la Nación, dentro del conjunto de la comunidad internacional. Además, aseguró que la Iglesia, “a través del diálogo y de los esfuerzos conjuntos, y de acuerdo con la misión que le es propia, ha estado y seguirá estando siempre dispuesta a colaborar con las Autoridades y con las demás instituciones civiles del País, para impulsar el pleno desarrollo espiritual y humano de todos y cada uno de los salvadoreños, así como la consecución de la paz y de la reconciliación, en el respeto irrestricto de todos los derechos humanos y, particularmente, el de la vida”.
Tras hacer presente que la Iglesia proclama el diálogo como medio válido para vencer el mal de la división entre los hombres y derribar los muros de separación, recordó a propósito las palabras de San Juan Pablo II en su primer Viaje Apostólico a El Salvador, que en aquel 1983, decía: “El amor redentor de Cristo no permite que nos encerremos en la prisión del egoísmo que se niega al auténtico diálogo, desconoce los derechos de los demás y los clasifica en la categoría de enemigos que hay que combatir…El diálogo que nos pide la Iglesia no es una tregua táctica para fortalecer posiciones en orden a la prosecución de la lucha, sino el esfuerzo sincero de responder con la búsqueda de oportunas soluciones a la angustia, el dolor, el cansancio, la fatiga de tantos y tantos que anhelan la paz” .
Adentrándose en la liturgia del día, hizo presente que la tarea de la Iglesia es prioritariamente el anuncio del Evangelio: “su misión, que no está exenta de dificultades y sacrificios, la lleva siempre a comprometerse en una actividad profundamente humana, buscando encarnar en el mundo los valores y principios derivados de su fe y del amor de Dios”, colaborando “a la transformación del mundo y al desarrollo integral del ser humano, al progreso material y espiritual de las Naciones y, en último término, a la obra redentora de Dios”. Es “especialmente en los momentos en los que la humanidad está sin fuerzas, las dificultades apremian y cunde el desánimo y la desesperanza”, cuando la Iglesia “se siente llamada con mayor fuerza a dar testimonio y a comunicar al Señor redentor”, afirmó el purpurado.
Haciendo presente los difíciles años en que “el conflicto armado en el país sembró muerte, violencia, divisiones y rencores, impidiendo avanzar por los caminos de la justicia”, señaló que hoy en día “otros flagelos como la violencia, el degrado del medio ambiente, la emigración, también de jóvenes y niños, con sus graves consecuencias en el ámbito personal y familiar, y la triste situación creada por el Covid-19, obstaculizan el deseado alcance de progreso y bienestar que los hijos de El Salvador esperan de esta tierra hermosa y fértil”. Ante todos estos retos, el Cardenal Secretario de Estado elevó su oración a Dios por la intercesión de San Óscar Arnulfo Romero Galdámez, y por la intercesión maternal de la Virgen María, a quien los salvadoreños invocan bajo la advocación de Reina de la Paz, para que “se consoliden y progresen aún más las Relaciones entre esta noble Nación y la Santa Sede, a fin de que, basadas siempre en el respeto y la autonomía de las distintas esferas que les son propias, y en el diálogo leal y honesto, contribuyan a fomentar el bien común de toda la sociedad salvadoreña, otorgando una atención especial a la reconciliación, a la paz, al progreso a la justicia y a los más desfavorecidos”.
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